La desidia gubernamental ante fenómenos climaticos

Por: V.S
Cada vez que sucede un fenómeno climático fuera de lo habitual, y sobre todo cuando el mismo causa graves problemas a la ciudadanía, escuchamos a las más altas autoridades decir que se debe a causas naturales exclusivamente. Si bien esto es cierto en parte, el problema es mucho más complejo.

Santiago del Estero tiene dos cuencas hídricas, correspondientes a los ríos Dulce y Salado. Estos atraviesan el territorio santiagueño en dirección Noroeste–Sudeste. El caudal de los ríos crece con las lluvias de verano y decae a medida que disminuyen las precipitaciones hacia la época invernal.
Es normal ver aumentos en el nivel del rio Dulce en verano provocando anegamientos en algunos barrios de la ciudad capital. Siempre los mismos barrios y siempre el mismo problema.
Lo mismo sucede con las localidades del interior provincial. Pueden verse sobre las rutas nacionales, sin ir más lejos, siempre las mismas banquinas llenas de agua. Esto es un indicador de un problema no resuelto y que inevitablemente se agravara ante el más mínimo aumento de lluvias inundando las poblaciones vecinas. Siempre las mismas localidades.

El clima en general y las lluvias en particular, cumplen ciclos que inexorablemente se repiten cada cierta cantidad de años. Los santiagueños recuerdan, sobre todo los de mayor edad, cada una de las inundaciones padecidas en nuestra provincia.
Es así que para el ciudadano común las inundaciones pueden ser algo sorpresivo o inexplicable, pero esto no lo es para quien tiene la responsabilidad de gobernar. Estar al frente de una provincia exige también estar a la altura de las circunstancias, establecer prioridades, hacer obras y sobre todo planificar el futuro de la provincia.

En los últimos años nos hemos acostumbrado a ver obras tan “faraónicas” como inútiles e insultantes hacia los santiagueños que padecen una realidad de pobreza, marginalidad y postergación. Autódromo de primer mundo, hoteles cinco estrellas, acuarios, edificios imponentes para funcionarios, “trenes al desarrollo” (¿?), fotografías con celebridades, entre otras, han sido las prioridades definidas por el actual gobierno provincial y a lo cual lamentablemente nos hemos ido acostumbrando en Santiago del Estero.
Para atenuar semejante ostentación, la gobernadora y el senador hacen entrega a diario de algunas “migajas” a los verdaderamente necesitados de la asistencia gubernamental. Un colchón, un bolsín de alimentos, dos chapas, “una” vivienda social, son la noticia diaria que nos muestran sin ningún pudor los “medios de información” santiagueños sobre el accionar del gobierno. Nada dicen de lo verdaderamente importante y necesario para la población.

El gobierno, al vivir en una burbuja de absoluta fantasía, se muestra sorprendido cuando la realidad golpea a nuestros comprovincianos de la manera más salvaje, por ejemplo cuando sucede un fenómeno climático. Es ahí cuando se ve el vacío de política y acción del gobierno que atina a culpar a la naturaleza de todos los males. Nada dice su falta de previsión y desidia.
Ante el problema, el gobierno actúa como una institución de beneficencia enviando “ayuda a los inundados”, que siempre es poca para aquellos que perdieron todo lo que tienen. Se atienden las consecuencias de su falta de acción y dejando de lado el verdadero rol de la política que es actuar sobre las causas de los problemas para evitar que sucedan.

El colmo de esta vergüenza la constituye Termas de Rio Hondo, lugar estratégico por tener el Dique Frontal, obra importantísima desde lo hídrico que funciona como “pulmón” conteniendo el agua excedente cuando el rio Dulce aumenta su caudal. En Las Termas se gastaron más de $ 1.500 millones de pesos para un autódromo (si, un autódromo) que además de obsceno es prohibitivo para los santiagueños dado el elevado costo para asistir a las competiciones programadas. Esto sin contar los abultados montos destinados a su mantenimiento.
Para permitir la llegada de las categorías internacionales Moto GP y WTCC al autódromo de Termas de Rio Hondo se llegó al absurdo de construir un aeropuerto internacional de $ 214 millones que no tiene vuelos durante el resto del año salvo los que a propósito se derivan de Santiago a Termas.

¿Y el dique? Absolutamente nada. Los especialistas coinciden en que el mismo ha perdido gran parte de su capacidad de retención de agua debido a la colmatación, fenómeno común y por lo tanto previsible en cualquier dique, debido a la decantación de sedimentos en suspensión que acarrea el rio y que se depositan en el fondo del lago al detenerse la correntada.
La solución pasa simplemente por el dragado y limpieza del dique. Económicamente insignificante comparado con el festival y despilfarro de los fondos públicos. Todo lo contrario a lo que se debe hacer, en ningún momento se hizo la más mínima obra en el Dique Frontal.

El Sistema de Riego del Rio Dulce nace en el Dique los Quiroga, cercano a la capital provincial. De allí nacen los canales matrices y secundarios. Cualquier persona que conozca o que desea ver el estado del mismo vera que el sistema está en un estado de total abandono. Canales sucios, enmalezados, bordos en mal estado, compuertas rotas o directamente sin compuertas y falta absoluta de mantenimiento son un paisaje habitual en el interior provincial.
Por su parte, el rio Salado es otra muestra vergonzante de la inacción gubernamental.  El sistema de riego del mismo está absolutamente inoperable, sus constantes desbordes inundan a innumerable cantidad de pobladores rurales que por supuesto no son noticia porque no tienen siquiera manera de manifestarse debido a su total aislamiento.

La reconstrucción del dique Figueroa (rebautizado Dique Néstor Kirchner), sobre el cauce del rio Salado ha sido un verdadero desastre. Con un costo de $ 600 millones, es una obra tan costosa como inútil. Prueba de ello es que ni siquiera el gobierno provincial se anima a difundirla.
Pero esto no es todo, lamentablemente. En Santiago del Estero tenemos ríos que nunca son dragados, costaneras que se hacen sin la más mínima responsabilidad invadiendo el cauce natural de los ríos, zonas costeras con bordos y barrancas destruidas, canales urbanos sin revestir a cielo abierto y sin entubamiento, pueblos y ciudades sin desagües básicos y sin cloacas, poblaciones ribereñas sin bordos de contención, construcción de nuevos barrios en zonas bajas sin obras de infraestructura básica y sin desagües pluviales, jugando literalmente con la salud y la vida de la población.

Todo esto ante el lamentable espectáculo diario de ver a nuestros gobernantes haciéndonos creer que vivimos en el primer mundo porque tenemos dos modernas torres en el centro de la ciudad (que costaron $ 500 millones) y funcionarios absolutamente incompetentes, verdaderas figuras decorativas que solo buscan deshacerse en elogios obsecuentes hacia el matrimonio gobernante.

Por todo esto no debemos acostumbrarnos a las explicaciones fáciles y falsas de que todo lo malo que nos sucede a los santiagueños viene de afuera. Los verdaderos responsables y quienes deben hacerse cargo de ello son las más altas autoridades que han sido elegidos para gobernar y no para refugiarse en pretextos inútiles.