El diario
Pagina 12 se hizo eco de la DURISIMA CARTA DE LOS CURAS EN OPCION POR LOS
POBRES AL OBISPO DE SANTIAGO DEL ESTERO.
“No vamos a
decirles a ustedes ‘estimados’ porque no estimamos a los cobardes”: en
estos y otros durísimos términos se expresa la carta abierta que el
secretariado de Curas en Opción por los Pobres (OPP) dirigió al obispo
de Santiago del Estero y a su segundo, en uno de los conflictos más
ásperos de que se tenga memoria en la Iglesia argentina. El texto
responde al despido del sacerdote Roberto Murall por parte del obispo
Francisco Polti: el cura desplazado había firmado, en noviembre pasado,
un documento en el que la OPP cuestionaba al Episcopado por aceptar la
vinculación de la Iglesia con la última dictadura militar. La carta
emitida ahora por los curas de OPP cuestiona a los obispos por estar
ligados “al pequeño grupo de los poderosos” y revela sus “cenas a la
sombra del poder político, económico y mediático”, advirtiendo que “un
pesebre se parece poco a un hotel 5 estrellas en las termas”. El
documento también se pregunta por “el silencio del resto de los obispos
argentinos: ¿es un silencio temeroso, cómplice o corporativo?”.
Obispo Polti |
“Un pesebre se parece bastante poco a un hotel 5 estrellas en las termas, y la cruz, con la que el Imperio ejecutaba a los que se tenía por no humanos, es muy diferente de las cenas a la sombra del poder político, económico y mediático”, advierten los curas de OPP.
La carta acusa a los obispos de “no haber dicho la verdad” sobre lo que sucedió cuando Murall fue citado por Polti el 28 de diciembre pasado: “En la entrevista, el obispo le recriminó haber firmado nuestra declaración pública sobre la complicidad episcopal durante la última dictadura, algo cada vez más probado por los juicios en curso. Y, para ofender más aún a las víctimas, mezclan esta razón tan grave con pretextos”, por ejemplo que Murall “haya recibido en la comunión a personas que no están casadas por Iglesia. Para ustedes escandaliza más que se dé la comunión sin libreta matrimonial que dar la comunión a un genocida confeso”.
Murall, procedente de la diócesis de San Isidro, venía desempeñándose en la de Santiago del Estero desde hacía 14 años, a través de “contratos de servicio” que se renovaban anualmente. El obispo Polti, al disponer la cesantía del cura, adujo que sólo no le había renovado el contrato.
La carta abierta finaliza con una referencia a la actitud del resto de los obispos argentinos. “¿Cómo debemos entender su silencio? ¿De modo cómplice, corporativo o temeroso? Sabemos que algunos están en desacuerdo con lo actuado por los obispos de Santiago: ¿por qué no lo dicen?”
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