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domingo, 3 de marzo de 2013

INSOLITO, la última misa del cura que ayuda a los pobres, y que fue echado por el obispo santiagueño Polti



El gobierno provincial influenció al obispo Polti a rescindir el contrato al sacerdote de los “pobres” por ser un obstáculo cuando las topadoras de empresarios allegados al gobernador Zamora, se adueñaban y arrasaban los montes de propiedad de campesinos
Hoy domingo (3 de marzo) oficiará su última misa en Santiago del Estero el sacerdote Roberto Murall, separado de esa diócesis por el obispo Francisco Polti. Según el grupo Curas en la Opción por los Pobres (OPP), al que pertenece Murall, la medida del obispo responde al hecho de que el sacerdote firmó un documento en el que, en noviembre pasado, OPP cuestionaba al Episcopado por “no haber pedido perdón” respecto de la vinculación de la Iglesia con la última dictadura militar.

Siguen sumándose los repudios al obispo Polti porque “cesanteó” a un cura de Pozo Hondo, que hacía 14 años que trabajaba con los pobres.
“El obispo miente”, sostuvo ayer el cura Eduardo de la Serna, coordinador de OPP, ya que Polti, formalmente, presentó la salida de Murall como la finalización de un “contrato de servicios” entre diócesis.
El Movimiento Campesino de Santiago del Estero (Mocase) manifestó su apoyo al cura desplazado: Murall era uno de los sacerdotes que participan en las “mesas zonales”, herramienta de organización de las comunidades en la lucha por sus derechos, y un vocero de la organización campesina sostuvo que el desplazamiento del cura “es para nosotros un golpe bajo” y que expulsarlo de la zona “es como sacar un obrero del surco”.

 “Obispo cobarde”

“El obispo es un cobarde”, sostuvo el cura Eduardo de la Serna, de OPP: “Yo le dije al obispo que fuera hombre, que se atreviera a decir que está de acuerdo con la dictadura, pero miente al decir que simplemente se terminó el contrato cuando, en privado, le dijo a Murall algo bien distinto”, explicó. En noviembre pasado, OPP había hecho pública una carta que cuestionaba el documento emitido por el Episcopado argentino el 9 de ese mes; los obispos habían prometido una vez más revisar la actuación de la Iglesia durante la dictadura, pero sin asumir ninguna iniciativa concreta en ese sentido. Luego de que apareciera su firma en la carta de OPP el obispo Polti lo citó.
“Tu carta genera división en la Iglesia. Y nosotros hemos recibido una verdad intocable que no debemos abrir”, habría dicho Polti. “¿No cree usted que lo que genera real división en la Iglesia es que algunos obispos hayan escondido delitos como la tortura y el robo de bebés e incluso le den la comunión actualmente a un genocida que no se arrepiente?”, habría contestado Murall. El diálogo fue transcripto en una carta que Murall dirigió a sus pares de Santiago del Estero.
Polti optó por no renovar el contrato anual de Murall. Este, procedente de la diócesis de San Isidro, venía desempeñándose en la de Santiago del Estero desde hacía 14 años, mediante “contratos de servicio” que se renovaban anualmente. “Ni siquiera en empresas del más rancio capitalismo se da por terminado el contrato de un trabajador sin un preaviso y con tres días de anticipación”, exclama la nota que enviaron a Polti más de mil firmantes, encabezados por los sacerdotes Marcelo Ciaramella, Juan Carlos Baigorri y Eduardo de la Serna, con adhesión de 39 instituciones de todo el país.

También unos cincuenta campesinos de Pozo Hondo, donde ha venido desempeñándose Murall, viajaron más de cien kilómetros hasta el obispado santiagueño para pedir que el cura continuara; Polti les contestó que ya estaba decidido y les regaló un rosario bendecido por el Papa.

Repudio campesino

El Movimiento Campesino de Santiago del Estero (Mocase) también se manifestó en repudio del desplazamiento de Murall. Roger Almaraz, vocero del Mocase, destacó a este diario que “Murall siempre estuvo en las comunidades campesinas. Trabajó no sólo en el orden espiritual, sino en la dimensión social. Acompañó a las familias que tienen conflictos con la tierra y, en este sentido, su partida nos hace sentir muy desprotegidos: para nosotros es como sacar un obrero del surco. En la última parroquia, estuvo organizando la mesa zonal de tierras, donde se congregan las familias para discutir sus problemas y armar estrategias de organización”.
“Las mesas zonales -continuó el vocero del Mocase- habían sido impulsadas por el anterior obispo, Juan Carlos Maccarone, y se han diseminado en todo el territorio campesino. Se reúnen en las iglesias y capillas, organizadas por curas y dirigentes comunitarios: abordan principalmente la problemática de la tierra, temas de salud y educación, formas de gestionar ante el Estado ambulancias o mejoramiento de caminos; juntan dinero para pagarle al abogado cuando una comunidad enfrenta un litigio; alertan al Estado cuando aparece una topadora a desmontar sin permiso de la Dirección de Bosques. En esas actividades vino participando el cura Murall y, por eso, para nosotros, que lo saquen es un golpe bajo.”
Según el relato de Murall sobre la entrevista con el obispo Polti, éste “destacó mi presencia en el acompañamiento de los campesinos, pero ‘tendrías que dejar un poco de las cosas civiles de ellos y preocuparte por qué comulguen y se confiesen’”.
En la tarde del viernes, este diario intentó en vano comunicarse con el obispo Polti.

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