El gobierno
provincial influenció al obispo Polti a rescindir el contrato al sacerdote de
los “pobres” por ser un obstáculo cuando las topadoras de empresarios allegados
al gobernador Zamora, se adueñaban y arrasaban los montes de propiedad de
campesinos
Hoy domingo (3 de marzo) oficiará su última misa en
Santiago del Estero el sacerdote Roberto Murall, separado de esa diócesis por
el obispo Francisco Polti. Según el grupo Curas en la Opción por los Pobres
(OPP), al que pertenece Murall, la medida del obispo responde al hecho de que
el sacerdote firmó un documento en el que, en noviembre pasado, OPP cuestionaba
al Episcopado por “no haber pedido perdón” respecto de la vinculación de la
Iglesia con la última dictadura militar.
Siguen sumándose los repudios al obispo Polti porque “cesanteó” a un cura de Pozo Hondo, que hacía 14 años que trabajaba con los pobres. |
“El obispo miente”, sostuvo ayer el cura Eduardo de la
Serna, coordinador de OPP, ya que Polti, formalmente, presentó la salida de
Murall como la finalización de un “contrato de servicios” entre diócesis.
El Movimiento Campesino de Santiago del Estero (Mocase) manifestó
su apoyo al cura desplazado: Murall era uno de los sacerdotes que participan en
las “mesas zonales”, herramienta de organización de las comunidades en la lucha
por sus derechos, y un vocero de la organización campesina sostuvo que el
desplazamiento del cura “es para nosotros un golpe bajo” y que expulsarlo de la
zona “es como sacar un obrero del surco”.
“Obispo cobarde”
“El obispo es un cobarde”, sostuvo el cura Eduardo de la
Serna, de OPP: “Yo le dije al obispo que fuera hombre, que se atreviera a decir
que está de acuerdo con la dictadura, pero miente al decir que simplemente se
terminó el contrato cuando, en privado, le dijo a Murall algo bien distinto”,
explicó. En noviembre pasado, OPP había hecho pública una carta que cuestionaba
el documento emitido por el Episcopado argentino el 9 de ese mes; los obispos
habían prometido una vez más revisar la actuación de la Iglesia durante la
dictadura, pero sin asumir ninguna iniciativa concreta en ese sentido. Luego de
que apareciera su firma en la carta de OPP el obispo Polti lo citó.
“Tu carta genera división en la Iglesia. Y nosotros hemos
recibido una verdad intocable que no debemos abrir”, habría dicho Polti. “¿No
cree usted que lo que genera real división en la Iglesia es que algunos obispos
hayan escondido delitos como la tortura y el robo de bebés e incluso le den la
comunión actualmente a un genocida que no se arrepiente?”, habría contestado
Murall. El diálogo fue transcripto en una carta que Murall dirigió a sus pares
de Santiago del Estero.
Polti optó por no renovar el contrato anual de Murall.
Este, procedente de la diócesis de San Isidro, venía desempeñándose en la de
Santiago del Estero desde hacía 14 años, mediante “contratos de servicio” que
se renovaban anualmente. “Ni siquiera en empresas del más rancio capitalismo se
da por terminado el contrato de un trabajador sin un preaviso y con tres días
de anticipación”, exclama la nota que enviaron a Polti más de mil firmantes,
encabezados por los sacerdotes Marcelo Ciaramella, Juan Carlos Baigorri y
Eduardo de la Serna, con adhesión de 39 instituciones de todo el país.
También unos cincuenta campesinos de Pozo Hondo, donde ha
venido desempeñándose Murall, viajaron más de cien kilómetros hasta el obispado
santiagueño para pedir que el cura continuara; Polti les contestó que ya estaba
decidido y les regaló un rosario bendecido por el Papa.
Repudio campesino
El Movimiento Campesino de Santiago del Estero (Mocase)
también se manifestó en repudio del desplazamiento de Murall. Roger Almaraz,
vocero del Mocase, destacó a este diario que “Murall siempre estuvo en las
comunidades campesinas. Trabajó no sólo en el orden espiritual, sino en la
dimensión social. Acompañó a las familias que tienen conflictos con la tierra
y, en este sentido, su partida nos hace sentir muy desprotegidos: para nosotros
es como sacar un obrero del surco. En la última parroquia, estuvo organizando
la mesa zonal de tierras, donde se congregan las familias para discutir sus
problemas y armar estrategias de organización”.
“Las mesas zonales -continuó el vocero del Mocase- habían
sido impulsadas por el anterior obispo, Juan Carlos Maccarone, y se han
diseminado en todo el territorio campesino. Se reúnen en las iglesias y
capillas, organizadas por curas y dirigentes comunitarios: abordan
principalmente la problemática de la tierra, temas de salud y educación, formas
de gestionar ante el Estado ambulancias o mejoramiento de caminos; juntan
dinero para pagarle al abogado cuando una comunidad enfrenta un litigio;
alertan al Estado cuando aparece una topadora a desmontar sin permiso de la
Dirección de Bosques. En esas actividades vino participando el cura Murall y,
por eso, para nosotros, que lo saquen es un golpe bajo.”
Según el relato de Murall sobre la entrevista con el
obispo Polti, éste “destacó mi presencia en el acompañamiento de los
campesinos, pero ‘tendrías que dejar un poco de las cosas civiles de ellos y
preocuparte por qué comulguen y se confiesen’”.
En la tarde del
viernes, este diario intentó en vano comunicarse con el obispo Polti.
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