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sábado, 20 de abril de 2013

EL 24 DE ABRIL DE 2002 CRISTINA FERNANDEZ DIJO QUE LIMITAR LOS RECURSOS DE AMPAROS ERA INCONSTITUCIONAL E INUTIL… .

Hoy en el año 2013 envió un proyecto para coartar las libertades de los ciudadanos entre otros, limitando los recursos de amparo contra el estado.
Es muy bueno leer la versión taquigráfica del Senado y ver el excelente discurso de la entonces senadora:
·         Sra. Fernández de Kirchner. — Señor presidente: podría fundamentar mi voto negativo al proyecto en consideración sosteniendo su inconstitucionalidad en virtud de que, sin lugar a dudas, restringe uno de los pilares del sistema de garantías y defensas que establece la Constitución Nacional. Me refiero a los recursos de amparo y de hábeas corpus, ya sea que se pretendan proteger dos bienes jurídicos muy importantes como lo son el patrimonio y la libertad.
Bastaría leer solamente el artículo 43 de la Constitución Nacional para advertir que se está frente a una norma y una restricción decididamente inconstitucional. Pero hablar hoy de inconstitucionalidad en una Argentina donde ya no se respeta ningún derecho me parece casi un anacronismo.
La norma en consideración, por sobre todas las cosas, además de inconstitucional es inútil. Inútil procesalmente porque le doy 48 ó 72 horas para que un juez la declare inconstitucional y prosiga adelante con las acciones y los embargos. Pero además es inútil a los fines de la medida política que propone que los bancos vuelvan a abrir para que el sistema vuelva a funcionar.

Y acá quiero hacer una distinción. Algún senador preopinante sostuvo que tenemos que lograr que el sistema financiero vuelva a funcionar, que tenemos que abrir los bancos. Pero quiero hacer una leve diferencia; no basta con que los bancos estén abiertos para que un sistema financiero funcione. De hecho han estado abiertos estos días y, sin embargo, el sistema financiero no funciona. ¿Por qué? Es muy simple; porque se ha roto la base y el eje fundamental del sistema financiero que es la credibilidad frente a los depositantes, frente a los ahorristas, que es lo que hace que un sistema financiero funcione o no. Pueden estar todos los bancos abiertos pero nadie va a volver a depositar un solo peso en este sistema financiero. Sería casi como –sin que nadie se ofenda– volver a votar a de la Rúa. Nadie lo volvería a hacer.
Entonces, frente a esta situación de total desconfianza de la sociedad ante los bancos, las medidas que tenemos que tomar deben ir más a fondo. Si queremos que el sistema financiero funcione, cada banco deberá asumir la responsabilidad frente a sus ahorristas sobre los fondos depositados en él. De hecho muchos sabemos –porque lo han publicitado– que algunos bancos están devolviendo el dinero a sus ahorristas. Es más, han pactado con muchos de ellos para que presenten el recurso ante la Justicia — para no quedar mal ante el Banco Central– y así obtener la devolución de sus depósitos. Inclusive se los devuelven en la moneda pactada en origen. Es cierto que esto puede provocar la caída de bancos, pero es la única manera de salvar al sistema. Lo dije exactamente hace tres meses en este mismo recinto cuando tratamos la ley de emergencia. Y expresé: ojalá me equivoque, pero estoy viendo que por salvar a cuatro o cinco bancos vamos a hundir a la República. Y eso es lo que hoy está pasando. Por eso digo que esta norma no sólo va a ser inútil procesalmente, porque los jueces van a decretar su inaplicabilidad por inconstitucional en pocas horas sino que, además, tampoco va a cumplir el fin para el cual está queriendo ser sancionada. Sé –porque también lo han dicho públicamente–, que muchos de los que hoy votarán afirmativamente tienen buenas intenciones y lo hacen para ganar tiempo. Pero todo depende de cómo uno vea el problema; de cómo uno vea la botella, si medio vacía o medio llena. Los que creemos que lo único que no le podemos regalar a la crisis es tiempo, que hay que actuar ya sobre ella, sostenemos que esto es exactamente lo contrario a lo que tenemos que hacer, porque si esta situación se sigue profundizando en la misma medida en que lo viene haciendo, mucho me temo que va a transformarse en un problema absolutamente insoluble.
Señor presidente: lo único que vamos a lograr con esta ley es prolongar la agonía, la sangría, la discusión, la no puesta en funcionamiento del sistema financiero, que es indispensable en una economía capitalista. De hecho todos estamos de acuerdo, estamos difiriendo en cómo encaramos la crisis y creemos que el problema radica en mantener abiertos los bancos y no en tener un sistema financiero. Considero que estamos equivocando las soluciones.
Señor presidente: sería hipócrita hoy aquí, en la República Argentina, en este contexto, no abordar el verdadero problema que tiene la sociedad argentina.
Esta sesión que se está desarrollando parece casi de ficción, donde estamos discutiendo medidas procesales mientras el país se nos está cayendo a pedazos.
Además de la crisis del sistema financiero, que se disparó a partir de diciembre, hoy estamos ante la ruptura de la dialéctica del poder político en el país. ¡Hoy no hay poder político en la República Argentina! No nos confundamos. Puede haber un presidente que se reúne con gobernadores en Olivos, puede haber un presidente con su banda presidencial, podemos estar nosotros sentados aquí en las bancas pero, en realidad, se ha roto la dialéctica del poder, porque hay una sociedad que no está dispuesta a acatar lo que ese poder institucional quiere y manda.
Y esta es la dialéctica del poder; lo otro, son los atributos formales del poder. Alguien tiene poder político y las instituciones lo tienen en la medida en que haya una gran porción de la sociedad –a la que tienen que conducir y administrar– dispuesta a respetar lo que ese poder institucional establece.
Hace unas pocas horas un puñado de ahorristas reunidos en las puertas de este Congreso, más las discusiones fuertes que han habido en nuestro propio bloque, hicieron rechazar la iniciativa del Plan Bonos. Y también esto va a ser rechazado Lo que tenemos que abordar es la licuación del poder político en la Argentina, que afecta a todos y del que nadie está exento.
Si bien esta cuestión puede ser apoyada por los veinticuatro gobernadores del país, quienes pueden reunirse con el presidente en Olivos, cabe destacar que algunos de esos gobernadores ni siquiera pueden controlar sus propias provincias. O sea que no pueden transferir un poder que ni siquiera tienen sus provincias de origen. Y es necesario que abordemos la crisis en toda su magnitud, para que después no sea tarde.
Recordemos los discursos –no los de la época de la sanción de la ley de convertibilidad, donde algún compañero fundamentó sobre ella, ya que en 10 años pueden pasar muchas cosas– de hace dos meses apenas, cuando se discutía en este mismo recinto la ley de emergencia, o cuando se discutió la ley de quiebra, que ahora aparentemente piden que se derogue y se diga lo contrario de lo que se dijo.
Creo que uno puede tener compenetración con quien conduce un Poder Ejecutivo, pero me parece que hay cosas que hacen a la dignidad, a la representación y a la autoestima de cada uno, inclusive de cada legislador, a la hora de formular opinión o de emitir voto.
Sinceramente, me parece que no podemos asistir más a ceremonias de este tipo. Siento que los legisladores teatralizamos cuando el país, la gente y la crisis demandan otras actitudes. No voy a hablar de elecciones anticipadas; creo que podríamos clasificarlas ya de “elecciones posdatadas”, si tenemos en cuenta el nivel de la crisis y de lo que se está demandando.
Pero quiero que reflexionemos enserio para que esta crisis, que primero fue de representación –por eso tenemos que legislar con parlamentos vallados– y que ahora ya es directamente de poder de imposición hacia el otro en el ejercicio del poder institucional, sea abordada a la brevedad antes de que los hechos nos superen a todos y en la cual, en todo caso, quedemos como responsables por no haber podido dar siquiera una respuesta institucional que esté a la altura de las circunstancias y de la historia.
Todos los hombres y mujeres que hoy estamos sentados acá somos militantes de distintos partidos políticos, con distintas historias; pero, en definitiva, cada uno a su manera y con su visión tiene un concepto de cuál es el rol de la política, de los partidos y de cada uno de ellos como militantes en un momento histórico.
Pero seguramente la crisis es muy superior a la de hace tres meses atrás, y es imprescindible tomar absoluta conciencia de esta circunstancia. No es con medidas procesales –ni siquiera con medidas económicas o anuncios de planes económicos– que vamos a poder supera esta dificilísima circunstancia histórica.

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