Hoy en el año 2013 envió un proyecto
para coartar las libertades de los ciudadanos entre otros, limitando los
recursos de amparo contra el estado.
Es muy bueno leer la versión taquigráfica del Senado y ver el excelente discurso de la entonces senadora:
· Sra. Fernández de Kirchner. — Señor
presidente: podría fundamentar mi voto negativo al proyecto en
consideración sosteniendo su inconstitucionalidad en virtud de que, sin
lugar a dudas, restringe uno de los pilares del sistema de garantías y
defensas que establece la Constitución Nacional. Me refiero a los
recursos de amparo y de hábeas corpus, ya sea que se pretendan proteger dos bienes jurídicos muy importantes como lo son el patrimonio y la libertad.
Bastaría
leer solamente el artículo 43 de la Constitución Nacional para advertir
que se está frente a una norma y una restricción decididamente
inconstitucional. Pero hablar hoy de inconstitucionalidad en una Argentina donde ya no se respeta ningún derecho me parece casi un anacronismo.
La
norma en consideración, por sobre todas las cosas, además de
inconstitucional es inútil. Inútil procesalmente porque le doy 48 ó 72
horas para que un juez la declare inconstitucional y prosiga adelante
con las acciones y los embargos. Pero además es inútil a los fines de la
medida política que propone que los bancos vuelvan a abrir para que el
sistema vuelva a funcionar.
Y
acá quiero hacer una distinción. Algún senador preopinante sostuvo que
tenemos que lograr que el sistema financiero vuelva a funcionar, que
tenemos que abrir los bancos. Pero quiero hacer una leve diferencia; no
basta con que los bancos estén abiertos para que un sistema financiero
funcione. De hecho han estado abiertos estos días y, sin embargo, el
sistema financiero no funciona. ¿Por qué? Es muy simple; porque se ha
roto la base y el eje fundamental del sistema financiero que es la
credibilidad frente a los depositantes, frente a los ahorristas, que es
lo que hace que un sistema financiero funcione o no. Pueden estar todos
los bancos abiertos pero nadie va a volver a depositar un solo peso en
este sistema financiero. Sería casi como –sin que nadie se ofenda–
volver a votar a de la Rúa. Nadie lo volvería a hacer.
Entonces,
frente a esta situación de total desconfianza de la sociedad ante los
bancos, las medidas que tenemos que tomar deben ir más a fondo. Si
queremos que el sistema financiero funcione, cada banco deberá asumir la
responsabilidad frente a sus ahorristas sobre los fondos depositados en
él. De hecho muchos sabemos –porque lo han publicitado– que algunos
bancos están devolviendo el dinero a sus ahorristas. Es más, han pactado
con muchos de ellos para que presenten el recurso ante la Justicia —
para no quedar mal ante el Banco Central– y así obtener la devolución de
sus depósitos. Inclusive se los devuelven en la moneda pactada en
origen. Es cierto que esto puede provocar la caída de bancos, pero es la
única manera de salvar al sistema. Lo dije exactamente hace tres meses
en este mismo recinto cuando tratamos la ley de emergencia. Y expresé:
ojalá me equivoque, pero estoy viendo que por salvar a cuatro o cinco
bancos vamos a hundir a la República. Y eso es lo que hoy está pasando.
Por eso digo que esta norma no sólo va a ser inútil procesalmente,
porque los jueces van a decretar su inaplicabilidad por inconstitucional
en pocas horas sino que, además, tampoco va a cumplir el fin para el
cual está queriendo ser sancionada. Sé –porque también lo han dicho
públicamente–, que muchos de los que hoy votarán afirmativamente tienen
buenas intenciones y lo hacen para ganar tiempo. Pero todo depende de
cómo uno vea el problema; de cómo uno vea la botella, si medio vacía o
medio llena. Los que creemos que lo único que no le podemos regalar a la
crisis es tiempo, que hay que actuar ya sobre ella, sostenemos que esto
es exactamente lo contrario a lo que tenemos que hacer, porque si esta
situación se sigue profundizando en la misma medida en que lo viene
haciendo, mucho me temo que va a transformarse en un problema
absolutamente insoluble.
Señor
presidente: lo único que vamos a lograr con esta ley es prolongar la
agonía, la sangría, la discusión, la no puesta en funcionamiento del
sistema financiero, que es indispensable en una economía capitalista. De
hecho todos estamos de acuerdo, estamos difiriendo en cómo encaramos la
crisis y creemos que el problema radica en mantener abiertos los bancos
y no en tener un sistema financiero. Considero que estamos equivocando
las soluciones.
Señor
presidente: sería hipócrita hoy aquí, en la República Argentina, en
este contexto, no abordar el verdadero problema que tiene la sociedad
argentina.
Esta
sesión que se está desarrollando parece casi de ficción, donde estamos
discutiendo medidas procesales mientras el país se nos está cayendo a
pedazos.
Además
de la crisis del sistema financiero, que se disparó a partir de
diciembre, hoy estamos ante la ruptura de la dialéctica del poder
político en el país. ¡Hoy no hay poder político en la República
Argentina! No nos confundamos. Puede haber un presidente que se reúne
con gobernadores en Olivos, puede haber un presidente con su banda
presidencial, podemos estar nosotros sentados aquí en las bancas pero,
en realidad, se ha roto la dialéctica del poder, porque hay una sociedad
que no está dispuesta a acatar lo que ese poder institucional quiere y
manda.
Y
esta es la dialéctica del poder; lo otro, son los atributos formales
del poder. Alguien tiene poder político y las instituciones lo tienen en
la medida en que haya una gran porción de la sociedad –a la que tienen
que conducir y administrar– dispuesta a respetar lo que ese poder
institucional establece.
Hace
unas pocas horas un puñado de ahorristas reunidos en las puertas de
este Congreso, más las discusiones fuertes que han habido en nuestro
propio bloque, hicieron rechazar la iniciativa del Plan Bonos. Y también
esto va a ser rechazado Lo que tenemos que abordar es la licuación del
poder político en la Argentina, que afecta a todos y del que nadie está
exento.
Si
bien esta cuestión puede ser apoyada por los veinticuatro gobernadores
del país, quienes pueden reunirse con el presidente en Olivos, cabe
destacar que algunos de esos gobernadores ni siquiera pueden controlar
sus propias provincias. O sea que no pueden transferir un poder que ni
siquiera tienen sus provincias de origen. Y es necesario que abordemos
la crisis en toda su magnitud, para que después no sea tarde.
Recordemos
los discursos –no los de la época de la sanción de la ley de
convertibilidad, donde algún compañero fundamentó sobre ella, ya que en
10 años pueden pasar muchas cosas– de hace dos meses apenas, cuando se
discutía en este mismo recinto la ley de emergencia, o cuando se
discutió la ley de quiebra, que ahora aparentemente piden que se derogue
y se diga lo contrario de lo que se dijo.
Creo
que uno puede tener compenetración con quien conduce un Poder
Ejecutivo, pero me parece que hay cosas que hacen a la dignidad, a la
representación y a la autoestima de cada uno, inclusive de cada
legislador, a la hora de formular opinión o de emitir voto.
Sinceramente,
me parece que no podemos asistir más a ceremonias de este tipo. Siento
que los legisladores teatralizamos cuando el país, la gente y la crisis
demandan otras actitudes. No voy a hablar de elecciones anticipadas;
creo que podríamos clasificarlas ya de “elecciones posdatadas”, si
tenemos en cuenta el nivel de la crisis y de lo que se está demandando.
Pero
quiero que reflexionemos enserio para que esta crisis, que primero fue
de representación –por eso tenemos que legislar con parlamentos
vallados– y que ahora ya es directamente de poder de imposición hacia el
otro en el ejercicio del poder institucional, sea abordada a la
brevedad antes de que los hechos nos superen a todos y en la cual, en
todo caso, quedemos como responsables por no haber podido dar siquiera
una respuesta institucional que esté a la altura de las circunstancias y
de la historia.
Todos
los hombres y mujeres que hoy estamos sentados acá somos militantes de
distintos partidos políticos, con distintas historias; pero, en
definitiva, cada uno a su manera y con su visión tiene un concepto de
cuál es el rol de la política, de los partidos y de cada uno de ellos
como militantes en un momento histórico.
Pero
seguramente la crisis es muy superior a la de hace tres meses atrás, y
es imprescindible tomar absoluta conciencia de esta circunstancia. No es
con medidas procesales –ni siquiera con medidas económicas o anuncios
de planes económicos– que vamos a poder supera esta dificilísima
circunstancia histórica.
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