Por:U.H
El tempranísimo lanzamiento del candidato Lito Infante; sus casi
diarias reuniones domiciliarías con nunca más de 20 o 30 vecinos, con
más cara de estar ahí por un favor al organizador del encuentro que por
interés en escuchar al jefe comunal; su constante exhibición mediática
aun cuando de nimiedades protocolares se trate; la profusión de promesas
de obras y planes de gobierno para nuestra ciudad, como si estuviese
por asumir por primera vez y no como que ya lleva varios años de
ineficiencia y ausencia al frente de la comuna capitalina, despiertan en
los santiagueños la instantánea percepción de un candidato mandado a
mostrarse como un funcionario ejecutivo, dinámico y presente( cualidades
tan poco creíbles como las obras que promete).
Niccolai con su impostada desobediencia a Zamora, lanzándose por las
suyas a la carrera por la intendencia de la capital, enciende en la
gente la certeza de que le ordenaron y aceptó sumiso (una vez más y
van….) salir con su lista a captar votos que se traduzcan en la
obtención de bancas en el Concejo deliberante, que luego respondan sin
preguntas ni cuestionamientos al oficialismo. Una patraña similar a la
consumada por el Frente Cívico en las elecciones legislativas
nacionales del año pasado, con la cual logró quedarse con los tres
escaños en el senado.
La notoria ausencia de la tropa montenegrista de UPCN en las labores
proselitistas del candidato del Frente Cívico. Tropa que como todos
sabemos es inigualable en cuanto a militancia barrial, entusiasmo y
trabajo partidario lo que la convierte en una herramienta poderosa e
indispensable en cualquier campaña, además de deseada y solicitada por
todos los candidatos. Ellos olfatean, como un ave de rapiña rondan en
vuelo de aproximación en el aterrizaje previo que les proporcionará el
banquete cuando estén seguros de que no hay peligro de perder la vida en
el intento de alimentarse, van a atacar.
El hecho que Zamora no haya optado por repetir en la ciudad capital
la “exitosa” maniobra de mandar “por fuera” al sindicalista Gerardo
Montenegro como candidato a jefe del ejecutivo municipal con la sola
intención de lograr ediles para el Frente Cívico, sumado a la
devastadora solicitada publicada por ciertos afiliados al gremio que
conduce Montenegro, casi que le confirma a los santiagueños que
Montenegro está vetado y amordazado por haber admitido intenciones de
autonomía política y que de presentarse como candidato a intendente, más
que lograr algunos concejales conseguiría la intendencia de la ciudad
con alevosa diferencia sobre Infante, con lo que de allí a consagrarse
como el nuevo líder del justicialismo absolutamente prescindente de
Gerardo Zamora, sería una cuestión tan sencilla como girar el picaporte,
cruzar la puerta e ingresar a la política mayor vitoreado por todo el
peronismo unificado.
La creciente animosidad zamorista hacia la diputada provincial por el
Partido Obrero Andrea Ruiz, rechazada en reiteradas ocasiones por la
bancada oficialista al pretender presentar proyectos de verdadero
interés y beneficio para el ciudadano común (proyectos necesitados,
esperados y muy bien vistos por los santiagueños), más el acompañamiento
y apoyo de la mencionada legisladora provincial y de militantes de ese
partido brindado a “escarmentados” protestantes y manifestantes de
distintas áreas aquejadas por variados y gravísimos problemas como ser
el área de la salud, la docencia y la educación, hacen llegar a los
oídos y ojos del votante local una propuesta novedosa, muy interesante y
a tener en cuenta a la hora de votar.
La infinidad de contratos de locación nuevos aprobados por estos
días, la constante y abundante entrega de pequeñas sumas de dinero por
parte del gobierno provincial a instituciones, organizaciones,
fundaciones, clubes, asociaciones y demás en la modalidad de subsidios y
“ayudas”, le dicen al santiagueño sin ambages ni medias tintas que el
zamorismo está ampliando el caudal de votos cautivos mediante la
incorporación de trabajadores en negro, y está forzando el
“agradecimiento y la lealtad” de los receptores de la beneficencia
gubernamental.
Y aunque las conjeturas y corazonadas son amplias y variadas, todas
ellas confluyen finalmente en un común denominador: Zamora no está
seguro ni confiado. Y si él no lo está, es porque razones tiene.
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