Dicen los obispos “del pueblo” que, como pastores, no sólo tienen que ser la voz de los que no tienen voz, sino también el cable del micrófono que ayude a que esa voz llegue más lejos.
Un deber que el obispo Auxiliar de Santiago del Estero, monseñor Ariel Torrado Mosconi, soslayó en su “mensaje” del sábado 24, Día del nacimiento de Jesucristo. En efecto, ha pronunciado un discurso complaciente y dirigido a gobernadores y poderosos; concretamente, a las tres o cuatro familias que se creen “dueños de Santiago”.
Este comportamiento no hace más que confirmar que el obispo que vino a ayudar a Francisco Polti, no es otra cosa que un simple lobbysta porque en lugar de peregrinar y situarse entre los pobres y desposeídos, ha optado por permanecer en la sala de espera de los grupos de poder (gobierno provincial y sus socios), ofreciéndose para favorecer sus intereses. Por ello, éste cura no habla ni se alarma nunca de corrupción del gobierno de la provincia, por ejemplo.
Ahora, con motivo de la festividad de Navidad, habla del “respeto al don más preciado, que es el don de la vida”, como burlándose de los santiagueños que no olvidan a los 39 muertos asesinados en la Cárcel Pública; la inexplicable tortura y muerte de Raúl Domínguez, en una sede policial, por haber contado quiénes son los que estafan a la dirección de Rentas; el doloroso crimen de una docena de bebés de hogares pobreza con los que médicos del hospital de Niños (empleados de Gerardo Zamora), experimentaron una vacuna de un laboratorio extranjero, por lo que percibieron recompensas en dólares; el matrimonio que mató el concejal Daniel Zamora (hermano de gobernador), al que embistió en el acceso sur de la ciudad; la señora y su hijita muertas a las que atropelló con su automóvil cuñado del primer mandatario, corriendo “carreras” por el barrio San Martín de La Banda; las víctimas que perdieron la vida chocadas por un chófer ebrio, Daniel Russo, ex funcionario y hoy dirigente y amigo personal del jefe del Poder Ejecutivo; y el crimen de Cristian Ferreyra, el campesino del Mocase, en Copo.
Sin duda, la prédica de Torrado Mosconi no abarca a estas familias que perdieron a sus seres queridos; o, como dice el obispo Auxiliar: el don de la vida.
Creemos que es suficiente que este pastor se muestra siempre “jugado” con los “dueños de la provincia”, como para escuchar también sus “mensajes” alejados de la realidad de los santiagueños, sobre todo de las familias vencidas en su pobreza, desamparadas y olvidadas por los gobernantes.
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