El jefe de Gabinete aseguró en las últimas horas que este es el gobierno que “más ha ayudado al desarrollo del sector agropecuario y al incremento del volumen de producción”. Es una verdad a medias, porque en la última década la realidad es que lo se hizo fue impulsar el monocultivo de soja a gran escala, mediante la destrucción de la ganadería, la lechería y otras producciones regionales, propiciando una brutal concentración económica y el desplazamiento de miles de chacareros.
El gobierno habla de diferenciar
a los grandes exportadores de los pequeños y medianos productores. Pero
de 2003 a la fecha, la única verdad es que a la hora de aplicar
políticas no se hizo más que profundizar el esquema concentrador de
décadas pasadas. Hoy, el 8 % de los productores de soja manejan el 80% de la producción,
y lo reconoció el propio ministro Capitanich. Cuando la Federación
Agraria Argentina presentó, por ejemplo, el proyecto de ley para crear
una Agencia Federal de Estímulo a la Producción Agropecuaria, que ponga
equilibrio en el comercio de granos, el oficialismo en el Congreso de la
Nación, desestimó la iniciativa. Hicieron oídos sordos a los reclamos de nuestra Entidad por la segmentación de retenciones,
para utilizarlas como instrumento de política de desarrollo, para la
generación de planes de valor agregado en manos de los productores en
forma individual o asociativa y/o cooperativa, entendiendo la misma
como impulsora del desarrollo de los pueblos del interior y la
generación de miles de puestos de trabajo.
Las autoridades deberían explicar que la devaluación inducida por este gobierno genera
principalmente, ganancias adicionales para grupos exportadores, con lo
cual seguirá concentrándose la actividad en pocas manos. Es el gobierno quien se sigue sentando en la misma mesa con estas corporaciones, ninguneando a los productores, desconociendo nuestra representación y acusando a todo el sector sin individualizar a los verdaderos ganadores
de su política económica. Antes que agredir o continuar con el relato,
el gobierno nacional debería explicar a la sociedad, que los pequeños
productores no tenemos espalda para acumular stock, que en su gran
mayoría somos agricultores familiares, donde lo producido lo volcamos en
nuestro lugar de origen, en educación, salud y tratando de generar
desarrollo local. Que soportamos una altísima presión tributaria, que
padecemos la inflación, que nos sentimos huérfanos ante una emergencia
climática y que hoy -como consecuencia de las políticas aplicadas en la
última década, estamos endeudados y sin acceso al crédito.
No
somos además formadores de precios, como sí lo son las grandes cadenas
de supermercados, con las que el gobierno se sienta a dialogar, aunque
hace tiempo no reciba a las entidades de productores. Cuando se asegura
que las medidas del gobierno son para "defender la mesa de los argentinos, para que tengan acceso a la alimentación digna",
desde FAA decimos que para esto sería necesario tener políticas que
impulsen la producción en mano de los productores genuinos, garantizando
un mercado interno fortalecido y dejando de hacerle el juego que más le
conviene a un grupo de empresas multinacionales amigas. Por eso hemos
pedido en esta última década que haya una nueva Ley de Arrendamientos,
una Ley que ponga freno a los desalojos, un Plan Arraigo para los
jóvenes del Interior, Precio Mínimo Sostén y otros instrumentos que
permitirían un verdadero desarrollo rural. Por último, reiteramos al
gobierno nacional que este tipo de respuestas podrían encontrarse
mediante el diálogo, antes que repitiendo afrentas desde un atril. Hay
millones de compatriotas preocupados por el futuro económico de nuestro
país y por una recuperación de la calidad institucional.
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