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viernes, 28 de febrero de 2014

No lo quieren los peronistas ni los radicales

Solo los ladrones compulsivos lo aman. Por eso Cristina impone a Zamora en el Senado y desata otra interna en el peronismo.
Hoy dió inicio a las sesiones ordinarias de la Asamblea Legislativa, pero en los pasillos legislativos hubo actividad digna de una sesión por una ley trascendental.


Senadores, diputados, asesores de todos los partidos y operadores políticos de todos los colores circularon por los pasillos de puerta en puerta. El motivo de tanta corrida fue el nombre que Cristina pidió para ocupar la Presidencia Provisional del Senado: Gerardo Zamora.

El ex gobernador de Santiago del Estero ha sido noticia en varias oportunidades en los últimos meses por los dolores de cabeza que ha generado a los distintos armadores del oficialismo. Su intención de ir por un tercer mandato en su provincia encontró freno en la Corte Suprema de Justicia de la Nación. La solución hallada por Zamora fue pragmática: su esposa, Claudia Abdala, sin palmares políticos para ostentar, se convirtió en gobernadora, mientras su marido era electo para ocupar una banca en el Senado Nacional.

Ahora, Cristina lo quiere en la línea sucesoria. Y pareciera ser la única que lo quiere allí: los peronistas reniegan de su radicalismo, los radicales desprecian su oficialismo. Desde el bloque de la UCR afirmaron que no proponen a nadie a cambio, sólo que no apoyan la presidencia del recién llegado. Otras fuentes radicales indicaron que, por lógica, el indicado del oficialismo para presidir el Senado, debería ser Miguel Ángel Pichetto.

Desde el entorno del veterano senador peronista también manifestaron su rechazo a la designación de Zamora, a lo cual se añade otro ingrediente: Pichetto no tiene intenciones de ocupar cambiar de cargo, dado que se siente cómodo en su rol de presidente de la bancada del justicialismo.

Para poder dimensionar el conflicto que se generó, basta remarcar que Pichetto llamó al jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, para que se acerque al Senado y explique las intenciones de Cristina. De este modo, Capitanich tuvo la misión de lograr el alineamiento del bloque oficialista, algo fundamental para las pretensiones de la Casa Rosada: para elegir al Presidente del Senado se necesita mayoría simple, algo que el kirchnerismo lograría entre los senadores propios, y los aliados.

Finalmente, voceros del bloque oficialista comunicaron que Capitanich habría logrado la unidad de los senadores del Frente para la Victoria. De los aliados, no se emitió una palabra.

Un presidente provisional sin poder. En medio del congelamiento de las relaciones entre Cristina y su Vicepresidente, la importancia del cargo que pretenden que ocupe Gerardo Zamora es trascendental al ser el tercero en la línea de sucesión presidencial en caso de fuerza mayor. Una licencia de Boudou, un viaje de Cristina y Zamora queda al frente del Poder Ejecutivo con el poder que le da no contar con el apoyo real de ningún senador, sólo con el apoyo forzado de quienes lo aceptaron recién después de una larga negociación a puertas cerradas con el jefe de Gabinete.

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