El
día amaneció como el de hoy, soleado y caluroso pero hace diez años.
La humilde mujer espantada salia corriendo de aquel camino polvoriento aun
incrédula a lo que sus ojos mostraban. Dos jóvenes muchachas,
una en estado cadavérico, la otra recientemente asesinada
era la escena del espanto. Casi de inmediato aquel desolado paraje cercano
a la Dársena se llenaba de curiosos, periodistas y policías. No
tardaron muchos los sabuesos para concluir que las víctimas eran Leyla Fátima
Bashier y Patricia Villalba. La primera, solo reconocible solo por su frondosa
y ondulada cabellera; la segunda, amarradas en sus manos y cuello con un grueso
cable, con heridas aun sangrantes enlutaban a la familia bandeña.
Eran
momentos en la democracia santiagueña gobernada por los Juárez. De inmediato
una ola de sospechas generalizadas inundaron la investigación judicial,
sospechada desde un principio de dependencia política y no santas
intenciones en pretender proteger ciertos sectores del entonces poder
gobernante.
El horrendo hecho
se mantuvo en secreto. Para el gobierno, en menos de veinte días los
homicidios fueron resueltos. Pero a nadie convencieron. El escándalo
estalla en la prensa nacional por la valentía de un
ignoto inmigrante Palestino quien sin temor alguno y en
soledad comenzó sus solitarias marchas algo nunca visto en estas
tierras. Rápidamente organizaciones sociales, políticas y hasta
el mismo clero toman partido de aquel reclamo arrebatando las banderas de
justicia - verdad y condena por las del oportunismo político.
Quienes
rememoran aquellos días, recuerdan de muchos políticos adversarios al
gobierno de entonces en largas caminatas reclamando justicia, democracia y paz
social bajo un solo lema "Intervención Federal" que no espero mucho
en llegar. El 4 de abril del 2004. Santiago intervenido parecía por
fin encausarse en una real democracia dejando atrás aquel marketing de
ciudad feudal, sin federalismo y policial tan promocionado desde el
gobierno nacional.
Finalizada
aquella intervención federal, Leyla y Patricia debieron esperar más de cinco
años para que una comisión de jueces provisorios nos digan bajo un sospechado
juicio el nombre de sus asesinos.
Hoy, diez
años después de aparecidos aquellos cadáveres la sociedad
continua incrédula ante la "verdad jurídica" llegada a forjes
sacrificios personales y presiones de todo tipo. Sabe el subconsciente,
al menos la impunidad aun rodea una de sus víctimas.
Y, en lo
institucional todo sigue igual o peor que antes. Si los Juárez fueron feudales,
gobernando una provincia a contramano de
los principios democráticos y republicanos;
el régimen zamorista nadie duda hoy perfecciono aquel repugnante modo
de gobernar. Simplemente debemos advertir: hizo desaparecer no solo la oposición política sino también a
los partidos que los aglutinaban como generadores de
oposición democrática; en el poder legislativo advertimos que aquel
generador de Leyes se ha convertido en una escribana del poder
ejecutivo, de los 40 representantes del pueblo 38 obedecen al poder central; en
el ámbito del poder judicial la cosa no es menos bochornosa, a 8
años de gobierno zamorista, gran parte del poder judicial continua en comisión,
es decir, bajo la dependencia del poder político.
Sí debemos
aceptar que Zamora en sus 8 años como gobernador se convirtió en el
mejor Intendente de la capital, sus obras y gobierno se limitan a las cuatro
avenidas, embelleciendo como nunca la ciudad, cual aun en el siglo
XXI padece de necesidades básicas, agua, luz, cloaca, etc. Y, si de
moralidad institucional se trata, es muy claro, no existe gobierno en la
consideración social más corrupto al actual.
Dos
interrogantes flotan en la mente de muchos ciudadanos: ¿ Qué cambiamos en estos
10 años ?, ¿ Los Juárez, con el dinero
que recibió Zamora hubieran mejorado la calidad de vida de todos
los santiagueños ? En verdad: El tiempo lo dira.
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