Una fuerte derrota para Cristina

La primera lectura de las elecciones primarias que concluyeron hace un rato parece clara: el Gobierno registró un fuerte retroceso; perdería en la provincia de Buenos Aires por estrecho margen y sufre derrotas muy amplias en Capital, Córdoba y Santa Fe, los otros grandes distritos del país. Su sello electoral, el Frente para la Victoria, se transforma en la primera minoría electoral, muy lejos de la rotunda condición mayoritaria con la que emergió hace dos años. Y queda de hecho clausurado el proyecto de re-reelección de Cristina, soñado como única tabla de salvación por muchos funcionarios y dirigentes temerosos de quedar a la intemperie.

Esta lectura deriva de la ponderación de datos y estimaciones de los comandos de campaña del oficialismo y la oposición y de una decena de consultoras que, con distintas metodologías, fueron pulsando y midiendo la actitud de los votantes a lo largo del día.

Con todo, este es un resultado necesariamente provisorio. Y hasta precario, puede decirse. Porque recién en tres o cuatro horas se empezarán a conocer resultados oficiales consistentes. Y porque aunque el escenario que dejan dibujadas estas elecciones primarias dificilmente muestre cambios dramáticos de tendencias de aquí a la elección legislativa de octubre, no es aventurado suponer que habrá un cierto corrimiento de votantes, alejándose de las opciones que hoy quedaron rezagadas y concentrándose en quienes puedan garantizar la certificación del triunfo sobre el kirchnerismo..

Cristina aparece entonces como el principal rostro de la derrota, porque los vencidos son su Gobierno y sus candidatos, su relato y su pretensión de continuidad más allá de 2015.

Por contrapartida, Sergio Massa emerge como nueva referencia en la escena política nacional, aunque deberá consolidar su propuesta y su campaña de aquí a octubre. Junto a él hay un puñado de figuras que pueden decirse ganadores: Mauricio Macri, José Manuel De la Sota, Hermes Binner, el gobernador kirchnerista entrerriano Sergio Urribarri o el salteño Juan Manuel Urtubey.

Y queda Scioli, casi una categoría política en sí mismo. Puso el cuerpo en la campaña de Martín Insaurralde. Su apuesta verdadera fue que Massa, que arrancó con mucha ventaja en las encuestas, no se escapara en el momento de la elección. Así, con Cristina sin re-reelección y el líder del Frente Renovador sin recortarse como figura arrasadora y excluyente, suponía que sus chances presidenciales se podían mantener en pie. Ese diseño ideal de Scioli parece estar cumpliéndose a esta hora.