En el hospital Regional protesta de médicos residentes, por mala paga

Médicos residentes santiagueños marcharon en reclamo de un aumento salarial, y denunciaron que trabajan 100 horas semanales, haciendo guardias 2 o 3 veces por semana con una sobrecarga de trabajo que llega a ser insalubre.

El gobernador Gerardo Zamora y su ministro de Salud, Luis Martínez, siguen sin atender la Salud Pública de Santiago del Estero.

Acaban de pedir audiencia al ministro del área, sin tener una respuesta satisfactoria.
La Salud Pública en Santiago del Estero, una vez más tambalea. No es novedad que en nuestra provincia los salarios sean los más bajos del resto del país ni que la inversión en formación en recursos humanos sea escasa.
Pero cuando se trata de la salud de todos, y de los profesionales que trabajan para preservarla, hay que prestar atención a lo que pasa en esos ámbitos y seguir de cerca la problemática.
Los médicos residentes de la provincia (profesionales matriculados, en formación para su especialidad), conforman la primera línea de contacto y atención con un paciente que llega al hospital. Para los traumatizados, los niños, las consultas ginecológicas, cardiológicas, clínicas y cirugías, están allí estos jóvenes profesionales, que con inquebrantable vocación y buena voluntad atienden en las guardias y salas de hospitales.
Su problema es que están mal pagados. Su contrato exige 100 horas semanales de trabajo exclusivo, en el que se incluyen guardias (de 2 a 3 por semana), con un básico de 1.280 pesos y 14 pesos la hora de guardia, indistintamente si el día es común, feriado o festivo. Este salario es insuficiente, considerando que la mayoría de ellos debe satisfacer sus necesidades básicas, pagar un alquiler, movilidad, y elementos de estudio.
Sumado a eso, son profesionales que trabajan agotados física y emocionalmente no solo por la sobrecarga de trabajo, sino por la falta de reconocimiento profesional, social e institucional que conlleva al abandono de la especialización.
La consecuencia de esto es que se ven obligados, aún a pesar de la exclusividad del contrato, a buscar otra fuente de ingreso afuera, lo que conlleva a un mayor número de horas de trabajo y una sobre exigencia física que puede tornarse en algo muy negativo en su desempeño laboral.