Pese
a los hechos de corrupción en la dirección de Arquitectura, Zamora
sigue manteniendo a su ministro de Obras Públicas, Argentino Cambrini.
La corrupción en todas y cada una de las reparticiones
de la administración de Gerardo Zamora ya no sorprende a nadie. Todo es
inmundicia delictiva, y son pocas las oficinas que se salvan de la
rapiña institucionalizada.
Cuando una de esas mugres zamoristas sale a la luz pública, Zamora no
ordena investigar. Al contrario, busca ocultar. Decide “cuidar” a los
corruptos e imparte instrucciones para poner la basura debajo de la
alfombra.
Un claro ejemplo es el robo en la dirección de Arquitectura, donde los
inspectores honestos (de carrera en la repartición), descubren a diario
las irregularidades de amigos y socios del gobernador que cobraron dos
veces la misma obra o que perciben pagos por trabajos que no realizaron o
no terminaron, y Zamora mira para otro lado pensando de qué forma puede
“salvar” a los ladrones y a los cómplices.
Por los affaire en Arquitectura, cualquier otro gobernador o
administrador de la cosa pública, ya hubiera echado al ministro de Obras
Públicas y a la directora de la repartición (o sea a los hermanos
Cambrini), como directos responsables de las irregularidades que cometan
o que dejan que se cometan.
Zamora hizo todo lo contrario. Trasladó castigados a los inspectores que
no certifican obras de los “empresarios constructores” corruptos.
Los mandó al depósito semi abandonado que tiene Arquitectura en los
fondos de los barrios Gas del Estado y Jorge Newbery, a “pasar el
invierno” por no avalar con sus firmas los robos del zamorismo.
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