La democracia es
sin duda alguna, el sistema ideal de gobernar. Con representaciones
parlamentarias – políticas de mayorías y minorías, quien gana gobierno y quien
no ayuda. Pero sin ser pasivo, subordinado a los intereses privados o
sectoriales, sino “creativo y fiscalizador" respetando el mandato popular.-
En otros términos,
se trata como ciudadanos de observar no tan solo lo que hace el oficialismo
gobernante, para atender aun con más severa atención el rol de quienes se dicen
oposición. Se trata de exigirles el cumplir la función de control político del
quehacer gubernamental, como reales “actores y verdaderos fiscales de la
democracia”.-
Una oposición que
se sabe sin posibilidades de gobernar, resignada
al silencio cómplice que provoca el soborno de palabra y pensamiento, no son
serias para una sociedad y flaco favor hace a la democracia.
Hoy en nuestra
provincia vemos azorados una oposición radicalizada, resignada y alejada de la
credibilidad ciudadana. Cual solo se diferencia del poder gobernante en las
boletas electorales, por lo demás y a juzgar por su actuar parlamentario son mas de los mismos.
No cuentan con
ideales ni doctrinas históricas que los cobijen. Apuestan como siempre al
sistema D’hondt jugando de minoría para continuar acomodados en aletargados
años de bienestar personal y familiar, recogiendo las “migajas” que vuelcan las
bocas llenas del poder.
Hoy los
santiagueños nos aprestamos a consentir por vez primera en nuestra historia, la
más flagrante violación constitucional. Un “golpe de estado a la democracia”.
Al habilitar bajo argucias interpretativas legales un tercer consecuentito mandato al gobernador. Más allá del hombre que impulsa “la locura judicial” como de su “directo
beneficiario”, su real intención es la de perpetuarse en el poder, bajo un
sistema “feudal” que empequeñece al criticado juarismo.
Pero el real reproche no debe recaer en quien
o quienes nos gobiernan. Pues ello ejercen lo falsamente denominan “poder” en
ves de impunidad. Las criticas deben ser para aquellos que se dicen oposición,
para todos los sectores que en democracia representan a las minorías ciudadana,
cada día más pisoteada y acorralada. Cuando en quienes confiamos no nos representen,
la opción es una sola: EL PRUEBLO DEBE HACERSE ESCUCHAR.
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