Los extranjeros y los pibes de 16 años.
No es una locura producto de la mente afiebrada de quien escribe.
Tampoco es una expresión de la “maquina del desanimo”. Menos aún un
producto ordenado por la “Corpo” como les gusta llamar a cualquier
expresión que no se alinee con el pensamiento oficial. Es una realidad
concreta de dos proyectos de Ley que acaba de presentar el Senador
oficialista y ex Jefe de Gabinete, Aníbal “Bonete” Fernández.De prosperar y que la Presidente no ordene o de una contra orden, los extranjeros (no nacionalizados) que tengan más de un año de residencia en el país al momento de votar, podrán efectivizar su sufragio y elegir Presidente y Legisladores Nacionales. En otro proyecto la edad de votación se reduce a los niños / adolescentes a partir de los 16 años incluidos.
Una locura con objeto exclusivamente electoralista que sumaría al padrón un poco más del 10% del total existente. Se calcula del orden del millón ochocientos mil extranjeros que residen en el país y no están nacionalizados, más aquellos que ingresen en lo que reste de este año, el 2012 y hasta octubre del 2013. Si el proyecto prosperara, ya en las legislativas del año entrante, entre extranjeros autorizados y chicos de 16 o más años, sumarán del orden de los 3 millones de nuevos electores o más.
Sin la más mínima carga de chauvinismo, aunque aclararlo debería ser una redundancia innecesaria, es un absurdo total que ciudadanos extranjeros no nacionalizados tengan el potencial de definir el destino de los argentinos. Una norma de este tipo tiene el potencial en si misma de transformar la condición de extranjeros que ni siquiera tengan la voluntad propia de ser argentinos, en números cada vez más impresionantes y nuestro destino como Nación dependerá del carácter más o menos corporativo de comunidades que, en muchos casos, ni siquiera hablan nuestro idioma. Así, un Kelper Británico, con un año de residencia en nuestro país, podrá votar e influir en el destino del país que acusa al propio de pretender usurpar su condición de habitante de las Falklands.
Y todo esto, sin dejar de considerar que todos sabemos hacia donde se dirige una pretendida norma que seguramente intentará mostrarse como latinoamericanista, integracionista y recurrirá a imágenes poéticas, cuando en realidad solo busca la continuidad del actual gobierno y si es posible de la actual Presidente Cristina Fernández de Kirchner.
Una cosa es tener una Nación que recibe y cobija a los extranjeros no nacionalizados y les permite disponer de todos los servicios públicos, hasta de las jubilaciones (y si no lo creen, pregunten en lugares como Bariloche -sede Anses- cuantos chilenos obtienen jubilaciones argentinas con testimonios de otros chilenos residentes) y otra muy distinta es que se incorporen al proceso de decisión del destino del país, si haberse nacionalizado y con solo un año de residencia. Es una locura… pero una locura pensada y con objetivos ciertos y precisos. Y por favor, no salgan con explicaciones ridículas como decir o mostrar casos sueltos de extranjeros no nacionalizados que tienen distintas matrices políticas locales. Nadie es tan idiota.
Luego, está el tema de disminuir la edad de votación a los 16 años.
Otra locura. Más allá de la discusión que se generará cuando salga el tema de que los menores de 18 no serán imputables de delitos pero si podrán elegir Presidente. Con las excepciones -excelentes por cierto- de un mínimo porcentaje de estudiantes adolescentes que militan en los centros estudiantiles y / o eventualmente en algunas agrupaciones políticas, la masa de los adolescentes (y todo el mundo sabe que es así) están en una etapa de su vida, intelectual, psicológica y física, sobre la cual la carga electoral en cuanto a votar para definir el rumbo que la Nación tome, está a una distancia inmensa de sus responsabilidades presentes.
Si se hiciesen encuestas para mostrar el grado de madurez política mínima que este segmento de la sociedad tiene, los resultados serían muy probablemente abrumadores en cuanto a no tener ni idea (con las salvedades militantes). Difícilmente puedan identificar ni poniéndoles una foto adelante a los 10 principales políticos argentinos, quizás con la excepción de la Presidente omnipresente por las Cadenas Nacionales… ¿Qué hay argentinos de 30/40/50 años que tampoco pueden?… Es cierto, pero eso ya ingresa en la anemia intelectual que hace que este país -quizás con la excepcionalidad de las primeras elecciones de 1983, donde la gente se reunía hasta para debatir las Plataformas Políticas-, naufrague entre simplificaciones, resentimientos, verdades a medias, subsidios al silencio, castigos al disenso y una omnipotencia comunicacional que harta pero penetra.
La Ley de 5 puntos que quiere el Senador Aníbal Fernández:
Lo cierto y concreto es que ahora, el senador Aníbal Fernández acaba de presentar una iniciativa para permitir el voto de los extranjeros con residencia permanente. En sólo cinco artículos, el proyecto propone convertir en electores nacionales a los extranjeros con residencia permanente, hasta ahora sólo habilitados para la mayoría de los comicios provinciales y municipales, pero no para los comicios en los que se eligen presidente y legisladores nacionales.
“Los derechos políticos se relacionan con la pertenencia a una comunidad y esa pertenencia puede ser de origen o adquirida – dicen los fundamentos de la iniciativa, que el viernes ingresó por la mesa de entradas del Senado- , pero la nacionalización, que es un derecho, no debería ser condición para el ejercicio de otros derechos, como los de participar activamente en el gobierno de la nación donde uno reside.”
Pero el proyecto sólo apunta a los que cuentan con residencia permanente, para lo que hay que tener un mínimo de dos años de permanencia en el territorio nacional. Pero discutir esto es discutir la letra de chica de una locura mayúscula. La amplísima mayoría de los 120 mil chinos, laosianos, vietnamitas, camboyanos y coreanos que llegaron en los últimos años, ni siquiera hablan correctamente el idioma.
Los menores
En el caso de los jóvenes de 16 a 18 años, la propuesta del senador Fernández plantea que debe dárseles el mismo tratamiento que a los mayores de 70. Es decir, que no tengan la obligación de votar, pero que estén habilitados para hacerlo. De acuerdo con estimaciones de allegados al ex jefe de Gabinete, el universo de menores de edad a los que se les reconocería el derecho a voto alcanzaría los dos millones de personas.
Si se aprobaran las dos iniciativas presentadas por Fernández, el padrón electoral nacional podría aumentar en alrededor de tres millones de personas, lo que equivale a un incremento del diez por ciento.
En los fundamentos de su iniciativa para que voten los extranjeros, el senador reconoció que no existe otro país en el mundo que permita el voto de los extranjeros para elecciones nacionales. “Si la ciudadanía se expresa por la titularidad de derechos políticos, la condición de ciudadano de esas provincias está, entonces, constitucionalmente reconocida. ¿Se puede ser ciudadano de la ciudad donde se vive, de la provincia en la que se reside, pero no del país? La respuesta es negativa”, se argumenta en los fundamentos del proyecto.
Advertido de la polémica que podría provocar el avance de su iniciativa, Fernández se encargó de responder por anticipado eventuales críticas sobre la posible inconstitucionalidad del proyecto. La Carta Magna dice en su artículo 20 que los extranjeros gozan “de todos los derechos civiles del ciudadano”, por lo que hasta el presente se había interpretado que no les reconocía igualdad de derechos políticos.
“Así como no es inconstitucional que el extranjero carezca actualmente de derecho electoral, tampoco lo sería que titularizara ese derecho si la ley se lo concediera”, sostuvo, en una cita de Germán Bidart Campos. El proyecto también incluye citas del director nacional electoral, Alejandro Tullio, con quien Fernández ya habló sobre la iniciativa.
En resumen, si el proyecto de Fernández, no es detenido por el propio oficialismo, seguramente dará a luz. La Argentina sería así el primer país del mundo en permitirlo. ¿Esto es ser pionero o vivir a contramano?
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