El 10 de diciembre, el ex intendente de Forres, Daniel Brué, iniciará su segundo mandato como diputado nacional (BECADO). Estamos convencidos de que deben ser muy pocos los santiagueños que recuerdan que existe un legislador nacional de apellido Brué como “representante del pueblo”. Es difícil acordarse de él porque no abrió la boca en sus cuatro años en el Congreso y tampoco se tiene conocimiento de que haya presentado o fundamentado algún proyecto en favor de la provincia.
¡Parece mentira que una gran parte de la ciudadanía no se acuerde, tampoco, de que el 28 de junio, votando a la lista del gobernador Gerardo Zamora (léase Frente Cívico), reeligió por otros cuatro años como diputado nacional a Daniel Brué; un candidato que no hizo campaña, no rindió cuentas de sus cuatro años en la banca, no participó de ningún debate! Es, concretamente, un becado por Zamora!
Sin embargo, los que lo ubican perfectamente son los funcionarios, técnicos y empleados del Ministerio de Obras Públicas y de todas las reparticiones de esta órbita, porque el hombre había sabido ser un importante empresario de la construcción. En todos lados se sabe cuáles son las obras que “hizo y hace la empresa de Brué”.
En la última semana, este “representante del pueblo” expuso otra faceta de su personalidad política. Se dedicó, en Buenos Aires, a “apretar” y a presionar a los muchachos del interior, correligionarios suyos, intendentes y comisionados municipales, que habían sido fletados en micros pagados por el Comité Provincia de la UCR, para participar del encuentro nacional con Gerardo Morales en el Comité Nacional del Radicalismo.
Es que Brué se enteró de que los radicales santiagueños, de paso por Buenos Aires, fueron a saludar al vicepresidente de la Nación, Julio César Cobos, quien los recibió en su despacho del Senado.
Primero avisó a Santiago y luego se dedicó a inquietar a sus correligionarios, allá, en la Capital Federal, porque “estuvo mal” que fueran a saludar a Cobos.
Uno de los intendentes comentó: “Dany (por Brué) está desconocido y ha perdido la poca identidad radical que le quedaba”.
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