El traspaso de votos se convierte en el principal problema de la oposición

CON EL ABANDONO DE MACRI Y SOLANAS Y EL PACTO ALFONSÍN-DE NARVÁEZ-

Dando por descontado que CFK será candidata, el abandono por parte de Mauricio Macri de la carrera presidencial define el escenario electoral para octubre. En este contexto, al menos hay tres posibilidades que le dan forma a un nuevo problema: el traspaso de votos entre distintos candidatos. El acuerdo en marcha entre Ricardo Alfonsín y Francisco de Narváez, la vacancia de una fórmula presidencial del PRO, el destino de los votos de Proyecto Sur y la posibilidad de que haya ballotage plantean en el fondo el mismo problema.

Excluido, por lo menos hasta hoy, de la mesa de negociaciones entre Alfonsín y De Narváez, el duhaldismo sostiene que es casi imposible que la masa de votantes peronistas que le dio al empresario el triunfo sobre Néstor Kirchner el 28-j del 2009, esté dispuesta ahora a llevar un radical a la Casa Rosada. Según esta tesis, de cerrarse el acuerdo, un alto porcentaje del peronismo disidente de Buenos Aires le daría la espalda a De Narváez para apoyar a Daniel Scioli o a otro peronista que aparezca a último momento. El problema es que se sabrá demasiado tarde quién tiene razón, porque dentro de un mes -el 14 de junio- se cerrará el plazo para registrar alianzas. Y es dudoso que, en tan poco tiempo, Alfonsín y De Narváez puedan conocer las tendencias definitivas de la intención de voto, antes de firmar su acuerdo.

El caso del PRO es todavía más complejo. En el entorno de Macri se escuchan voces como Federico Pinedo y Cristian Ritondo, que propondrían una fórmula presidencial con Gabriela Michetti y un peronista disidente de vice, para evitar que el capital electoral del PRO se disperse en acuerdos distritales destinados simplemente a salvar la ropa. Pero Jaime Durán Barba y otros -una vez más- lanzarían señales de alarma. Según el gurú del macrismo, la alianza con el duhaldismo podría impactar negativamente en el electorado no peronista que el PRO tiene en la Capital, produciendo una merma de votos sumamente peligrosa en la difícil elección del 10 de julio. Si Macri se limita a cerrar acuerdos del PRO con terceros partidos provincia por provincia, su electorado quedaría casi en libertad de acción para votar un presidenciable. En la pesca de esta masa de votos parece anotarse, por ejemplo, Elisa Carrió, que acaba de criticar el “rejunte” que según ella está haciendo Alfonsín. La jefa de la Coalición Cívica sabe que la mayor parte de los seguidores de Macri son naturalmente refractarios a la UCR y se propondría atraerlos. El otro que aspira a cautivar a los macristas es Eduardo Duhalde. Pero su problema es que no pudo abroquelar detrás de él a todo el peronismo disidente y la subsistencia de la candidatura de Alberto Rodríguez Saá lo debilita seriamente.

En alguna medida, el problema del traspaso de votos también involucra a los seguidores de Pino Solanas. Los votantes de Proyecto Sur podrían ir detrás de Cristina y en menor medida de Carrió y Alfonsín. Hasta ahora, el cineasta se muestra distante de todos y fomenta la aparición de Hermes Binner como presidenciable.

Una extraña segunda vuelta

Por último, el eventual ballotage presenta el problema clásico de la transferencia de votos. Si tuviera lugar entre CFK y Alfonsín, el electorado de centro derecha estaría ante una opción sumamente incómoda, aunque se supo que optaría por apoyar al candidato radical simplemente como el mal menor.

Tal como van las cosas, la próxima elección presidencial sería la primera entre dos candidatos hegemónicos que representan dos versiones del mismo espectro: la centroizquierda. Un panorama realmente inédito que, siempre hablando de la segunda vuelta, que le daría un amplio juego a Macri. En caso de ser reelecto, la postura del jefe del PRO podría ser decisiva por ejemplo para encaminar a sus votantes hacia la UCR, que hasta ahora no lo ha tratado precisamente con deferencia.