Danton dijo en uno de sus discursos durante la revolución francesa: “Pour vaincre les ennemis de la nation il faut de l’audace, encore de l’audace, toujours de l’audace” (“para derrotar a los enemigos de la nación hace falta audacia, todavía más audacia y siempre audacia”). Cuando decía “nación” se refería a la tropa de facinerosos que se había apoderado de Francia, guillotinado a los reyes e impuesto un régimen tiránico cuyos crímenes abominables sería largo enumerar, pero su relato constituye una de las páginas más negras de la Historia. Ellos eran “la nación”. Los demás eran los “enemigos de la nación”.
Cuanto más ilegítimo sea un poder político, cuanto más evidentes sean las razones para que sea destituido, cuanto más intolerables sean las injusticias que comete, tanto más audaz ha de ser -según Danton- para mantenerse en el poder o, mejor dicho, para aumentarlo y tornarse indiscutible.
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Esta regla es la que aplican los cerebros que conducen desde la sombra a este gobierno y a los viles sicarios que siguen sus instrucciones. Éstos son fieles a esa conducción oculta porque, siendo como son unos perfectos canallas han comprobado la eficiencia diabólica de los planes que les preparan, y porque saben que no basta ser ladrón, malvado y ambicioso para dominar un país hasta hace poco católico, sino que hay que saber cómo engañar a casi 40.000.000 de personas y cómo conseguir que cada día que pasa, aumente su incapacidad de reacción.
Y eso es lo que está ocurriendo. Lamentablemente, la Historia ayuda a darse cuenta de lo que pasa, lo cual es una desgracia porque en un país de ciegos ver venir un peligro que amenaza a todos y avisarlo, es inútil. Es como hablarle a una pared, con la diferencia de que uno no siente pena por la pared que no oye, pero sí la tiene por los parientes, amigos y compatriotas que van a sufrir las consecuencias de lo que se está preparando contra todos.
La última estafa cometida por esta tiranía, la de las elecciones mal llamadas “primarias” del 14 de agosto, ha sido realizada siguiendo la regla de Danton. No se trató apenas de ciertas diferencias entre los votos registrados en las planillas de las mesas de votación y los telegramas remitidos supuestamente por los presidentes de cada una de ellas al Ministerio del Interior, ni tampoco la falta de boletas de los partidos “opositores”, sino también y principalmente de una enorme adulteración de los resultados efectuada en la computadora central mediante la cual el Ministerio del Interior “cuenta” los votos en la misma noche de los comicios.
Esos supuestos resultados son los que al día siguiente se proclamaron “urbi et orbe” con enormes titulares por la prensa sumisa: “Alta participación y rotundo apoyo a Cristina” (Clarín, 15/8/2011, tapa) y “Arrasó Cristina y quedó a un paso de la reelección” (La Nación, 15/8/2011, tapa).
Esos cómputos fueron hechos por “la multinacional informática española INDRA, salpicada por varios escándalos de fraude, uno de ellos, muy recordado, se produjo en las elecciones venezolanas del 2002, que generó numerosas denuncias de la oposición a Hugo Chávez” (Carlos Tórtora, en El Informador Público del 19/8/2011).
Chávez es el gran usufructuario de estas multinacionales informáticas dedicadas al fraude. Ya lo hizo cuando invirtió descaradamente el resultado del referéndum revocatorio de Agosto del 2004. Lo había perdido por 70% a 30% pero la empresa informática que lo servía dio vuelta el resultado y lo dio a Chávez por ganador con un 70% a 30%, según datos procesados electrónicamente en aquel entonces por otra de las empresas fraudulentas de computación de origen norteamericano, “SMARTMATIC” (ver informe del Prof. Tulio Álvarez publicado en la sección “Documentos” de este periódico).
Desde entonces Chávez ha “ganado” todas las elecciones usando el mismo procedimiento de fraude electrónico y las seguirá ganando porque al mismo tiempo tiene sobornada a la plana mayor de las FFAA y los tribunales electorales están integrados por gente suya.
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Ese sistema se utiliza en la Argentina por lo menos desde las elecciones de diputados de 1987 realizadas por Alfonsín. El gran farsante radical empleó los servicios de ciertos expertos en este tipo de manipulaciones y tergiversó el resultado. En ese entonces, como Presidente de las TFP, consulté a uno de los mejores expertos argentinos en computación. Profesor en la Facultad de Ciencias Económicas, quien emitió un dictamen categórico sobre la factibilidad relativamente simple de esa maniobra sin que fuera necesaria sino la actuación de un programador contratado por el gobierno quién prepara el sistema para que, sea cual sea la votación, dé como resultado el que el gobierno fraudulento desea.
Publiqué ese informe en un solicitada de página entera en La Razón del 25/8/1987 y entre otras cosas el Profesor decía que es posible programar una computadora para que “mediante un tratamiento aritmético y lógico de los datos y/o aplicando constantes y parámetros que participen en él, tales que conduzcan a resultados preestablecidos o falseados en un sentido predeterminado”. Agregaba que, dado que el programa se expresa “en una serie de letras, números y caracteres especiales” aun para un técnico que no sea el propio autor resulta extremadamente difícil si no imposible, deducir cual es el “tratamiento aritmético y lógico que deben sufrir los datos”. Es más, el autor podría instruir a la máquina que no conserve ningún registro de los pasos dados de tal forma que no se les pueda seguir el rastro.
Alguien podría alegar que esos resultados trucados pueden ser corregidos posteriormente por el recuento físico de las boletas.
Ésta es sólo una posibilidad teórica pero políticamente no lo es ya que “la opinión pública se forma sobre la base de los resultados difundidos apenas se cierran los comicios” Según dice la Cámara Nacional Electoral en la Acordada 93/11: “los resultados que se difunden la noche de las elecciones son elaborados por el Ministerio del Interior con base en telegramas y tiene por objeto informar a la ciudadanía en forma rápida, pero no forman parte del escrutinio definitivo”, que lo hacen los colaboradores de los jueces electorales en base a las planillas preparadas por las autoridades de las mesas (La Nación, 24/8/2011, pág. 8).
Sólo excepcionalmente se abren las urnas para contar los votos y de hecho, rara vez se hace y si se lo hace ya es tarde para modificar el EFECTO POLÍTICO de los resultados preparados por la computadora y difundidos a las pocas horas de cerrado el comicio.
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Si los “opositores” no se han atrevido a discutir ese fraude electrónico, ¿quién cree que podrán discutirlo varias semanas después en base a recuentos hechos por jueces parciales, que son ellos también hechura del régimen, ya que esos jueces muy probablemente no dirán la verdad?
Suponiendo que esos jueces fueran imparciales y heroicos hasta el punto de decirla, ¿se atreverán los “opositores” a plantear la nulidad de la elección, vistos sus antecedentes de cobardía y de colaboración discreta con el régimen?
Además de la notoria parcialidad del Ministro del Interior, del Director Nacional Electoral, Alejandro Tullio, socio de Zaffaroni y de Grossman (el ex terrorista prohijado por Zaffaroni) y del titular de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA), Gabriel Mariotto, personaje que pertenece al riñón del kirchnerismo; además de los pésimos antecedentes de INDRA, la empresa de computación fraudulenta, existen otros indicios graves, precisos y concordantes que llevan a concluir que no sólo hubo fraude sino que éste fue enorme.
Esos indicios llevan a sospechar que no se limitaron a sumarle un 4% o un 5% a la Sra. Kirchner sino que ha sido mucho más, tal vez hasta un 30%,
Es sabido que la prueba indiciaria es la única que puede servir para descubrir un ilícito ya que quienes lo cometen nunca dejan pruebas documentales del ilícito cometido y cuando la ganancia obtenida por los autores del ilícito es muy grande, los testigos guardan un silencio total sabiendo que si hablan les puede costar la vida. ¿Y qué ventaja hay mayor que la suma del poder público al servicio de una ideología inmoral como lo es el marxismo (que jamás hesitó en cometer crímenes), con amplias oportunidades de enriquecimiento indebido?
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Indico rápidamente algunos de esos indicios:
1) La abstención ha sido siempre mayor del 30% en las elecciones realmente electivas de cargos. Es inverosímil que en una extraña elección “primaria”, invento incomprensible y superfluo del régimen, la abstención haya sido del 22%. Es muy probable que haya sido mayor del 50%. Nada más simple que sumar esa diferencia de un 28% a la lista de la usurpadora mediante los trucos electrónicos más arriba mencionados.
2) Es sumamente extraño que los dos candidatos opositores con mayores posibilidades hayan empatado en alrededor de un 12%. Esa precisión del empate es muy rara pero resulta muy útil para el oficialismo porque impide que alguno de los dos pueda exigir al otro que se unifiquen las candidaturas para una eventual segunda vuelta en Octubre, probabilidad que casi se ha descartado ya por la audaz maniobra de adjudicarle a la Sra. Kirchner más del 50% de los votos. Y el tercero, Binner, con alrededor del 10% de votos tampoco se baja de su candidatura.
3) Es imposible que los escándalos que salpicaron al gobierno poco antes de la elección y durante toda su actuación, que tuvieron una amplia difusión pública, no hayan causado el menor impacto en el electorado. Eso es casi como suponer que los votantes argentinos, perfectamente advertidos, son cómplices de la corrupción puesto que aseguran a sus máximos culpables la continuidad en los cargos. Sin ir más lejos los diarios del 24/8/2011 anuncian que la fortuna de los Kirchner aumentó un 928% (ver La Nación del 24/8/11, pág. 12) desde que asumieron el poder en el 2003 y que hoy declaran tener (¡cuánto será lo que no declaran!) $70.494.085. Es más probable que la gente haya preferido no ir a votar antes que asociarse a semejante inmoralidad, tanto más que los candidatos opositores tampoco son Blancanieves...
4) La insistencia con que la prensa en general derrocha adjetivos que crean la impresión de que el resultado fue un “mazazo formidable” (Clarín, 19/8/2011, pág. 8), un “duro cachetazo” (La Nación 19/8/2011, pág. 11) etc., propinado a la oposición y un “triunfo asombroso” (La Nación 19/8/2011, pág. 23) de la Sra. Kirchner , a pesar de que esos mismos medios de difusión han dado noticia de las numerosas irregularidades de los telegramas supuestamente enviados por las mesas electorales, permite sospechar la existencia de un interés común inducido para crear unanimidad en la aceptación del resultado falso.
5) La relativa pasividad de la “oposición” frente al escandaloso fraude sugiere que en realidad no la perjudica. Es sabido que la tiranía dispone de una enorme cantidad de plata y que la usa para sobornar. Y no creo que haya algún argentino con un poco de sentido común que no sospeche que los políticos de la “oposición” son eminentemente sobornables o, en el mejor de los casos, extorsionables. ¿Se acuerdan del Pacto de Olivos? ¿Por qué le “regaló” Alfonsín a Menem una reforma constitucional inaudita para que se quedara 4 años más en el poder? ¿No es mucho más probable que se la haya vendido a buen precio? ¿Qué “razón patriótica” podría haber tenido Alfonsín para cometer semejante desaguisado?
6) El desprestigio de la Sra. Kirchner es enorme. Su histrionismo, su frivolidad, su notoria incapacidad política (ni siquiera es capaz de enfrentar una conferencia de prensa), los rumores insistentes sobre su desequilibrio mental, los comentarios adversos que se oyen todos los días en todas partes, los daños que ha causado y sigue causando a numerosas clases sociales, incluyendo las más pobres, a pesar de su demagogia monetaria, su clarísima deshonestidad revelada por un enorme enriquecimiento, las injusticias que comete o tolera, la baja calaña de sus ministros y demás colaboradores, también deshonestos, etc. etc. hacen casi imposible que, de repente, ese desprestigio se haya transformado en una popularidad fabulosa hasta el punto de que uno de cada dos concurrentes a la elección le haya dado su voto.
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Consecuentemente, para mí no queda ninguna duda de que los resultados publicados de la elección del 14 de Agosto son falsos y que la magnitud del fraude cometido, contradice de tal manera la realidad política que se vivía hasta el día anterior, que revela una voluntad política de llevarse toda la Constitución por delante.
Ya lo están haciendo desde hace ocho años de muchas maneras que he ido denunciando en este periódico desde el 2003, pero esta estafa electoral es probablemente la más grave señal de la audacia inescrupulosa con que la tiranía está dispuesta a actuar para conservar y aumentar su poder. No hay límites para ella ni hay fuerza capaz de ponérselos, ni existe prensa que informe realmente a la opinión pública.
Siendo así, es de temer que si lo necesitan, recurrirán al “paredón” de estilo cubano o al asesinato anónimo, como ya lo hicieron sus corifeos cuando se dedicaban al terrorismo en la década del 70.
Ya han demostrado que el derecho de propiedad privada poco les importa. Han confiscado los depósitos de las AFJP, han repudiado la deuda pública desde el 2005, han estafado a los jubilados, han destruido el “stock” ganadero del país, han dejado que los piqueteros y sindicalistas causen pérdidas enormes a mucha gente bloqueando calles, rutas, salidas de fábricas, etc., y no persiguen realmente a la delincuencia que mata gente todos los días, sino más bien a la Policía. O sea Justicia, Derecho, son meras palabras son para ellos meras palabras sin significación alguna.
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La Historia muestra que los países caen bajo las peores tiranías a través de un proceso paulatino durante el cual van perdiendo libertades y derechos en forma progresiva hasta que se tornan irreversibles. Así cayó Rusia en el comunismo, Alemania en el nazismo, Cuba también en el comunismo y otros países de América van camino de lo mismo, entre ellos el nuestro.
Creo que la audacia de este fraude constituye un tal vaciamiento de la Constitución Nacional que ésta puede considerarse desde ya como inexistente. Sólo permanece la voluntad de poder de quienes lo cometieron, y las probabilidades de revertir este proceso siniestro son cada vez menores, al tiempo que la tontera, la cobardía y la falta de amor a la Justicia de los “argentinos” son cada vez mayores.
El peligro es real y grave. Todavía podría derrotarse esta conjura si un grupo suficientemente grande y organizado de verdaderos patriotas se resolviera a resistir, basado en el art. 36 de la misma Constitución de 1994 que la “dirigencia” corrupta e inepta aprobó, o sea, en el derecho de resistencia que ese artículo concede. Ese grupo debería empezar por exigir la anulación de la elección del 14 de Agosto y el juicio político de la supuesta presidente de la República y de sus ministros y eso con energía, sin claudicaciones y sin miedo.
Si alguien dice que este artículo es demasiado largo o demasiado pesimista, no entiende la gravedad del momento en que vivimos.
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