Ésta no será una campaña electoral como las demás. Al margen de que serán muchas y relativamente superpuestas, los resultados en los correspondientes distritos serán indicativos de la tendencia general que abarcará a todos en la presidencial de octubre. Es fácil palpar en la atmósfera política un nerviosismo que en otras oportunidades no se dio.
Pero no sólo es por eso. En buena medida contribuyó la inquietante demora de la Presidente en definir si presentaría su candidatura, lo que dio pie a toda clase de especulaciones y luchas internas dentro de su misma agrupación. El centralismo ejercido por Cristina con virtualmente insuficientes consultas dentro del aparato del Frente para la Victoria es otra de las razones para el enrarecimiento que se hace evidente con versiones y contraversiones que surgen de distintas fuentes que, en los hechos, se ubican en el corazón del Gobierno.
Ayer, por internet se lanzaron falsas noticias a una hora que hacía difícil su constatación, pero que llegaban respaldadas por remitentes de probada credibilidad y así surgió el rumor, por suerte equivocado, de que el estado de salud del comisario Patti había colapsado. También se escribió con insistencia respecto de presuntos grupos armados en el norte del país que, si bien existen, no se encuentran todavía en aprestos. La puesta en marcha del proyecto para reducir la capacidad operativa de la Policía Federal levantó por sí misma una fundada inquietud respecto de lo que sucederá con la delincuencia, el crecimiento de la inseguridad pública y concurrentemente, un manipuleo de cifras respecto de encuestas demostrativas de una caída en la intención de voto del kirchnerismo.
Anteanoche, este tema fue tratado por la encuesta que aparece en la página cibernética del diario INFOBAE, cuyo resultado se forma mediante el voto de los lectores mediante un sencillo sistema de consulta. Los números le daban una ventaja de casi diez puntos a la candidatura de la Presidente, que superaba el 30 por ciento, seguida por la de Eduardo Duhalde, quien crecía significativamente. Ayer, avanzada la mañana, los números se habían invertido, lo que vino a ocurrir apenas se había puesto en marcha la campaña del lanzamiento de su candidatura. Duhalde registraba una diferencia de únicamente un punto. Poco después la encuesta volvió a modificarse abruptamente: aparecieron miles de votos cristinistas -vamos a llamarlos de esa manera- pero más tarde el diario, que no es ajeno a las simpatías oficialistas, complicó la posibilidad de acceder a la compulsa que había superado las 75 mil respuestas. ¿Cuál fue el objetivo de todo esto? ¿Cuál era la verdadera razón de este manejo de influencia psicológica...?
Por cierto, confundir podría ser una de las finalidades perseguidas pero... ¿para qué...? Las encuestas siempre han sido una obsesión del oficialismo, obsesión compartida por la mayoría de los políticos, por causas más que obvias, y por eso no asombran las presiones que desde la Casa de Gobierno se lanzan sobre las empresas especializadas, que las obligan a disimular la realidad cuando los resultados son adversos, por lo que son pocas las firmas realmente creíbles. Una de éstas ofreció ayer un informe reservado que explica el nerviosismo que se ha instalado en la conducción del Frente para la Victoria. Los números indican que el escándalo provocado por las Madres de la Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini en particular y su yerno Sergio Schoklender, produjeron una caída inmediata de cuatro puntos en la intención de votos para Cristina, que ahora está en el 31 por ciento, seguida por Alfonsín con el 14; Duhalde se coloca en el 9 por ciento al igual que Carrió, y Binner en el 8. Por supuesto, los números cambian según los distritos pero el promedio es el que dejamos consignado. Así, ya cercanas las primarias de agosto, los guarismos dicen que pueden cambiar pero... ¿en qué sentido? Con la Capital Federal hoy prácticamente asegurada para Macri, los estrategas del oficialismo ven con temor una segunda vuelta presidencial que podría significar el derrumbe, circunstancia que abre infinidad de interrogantes que obedecen a lo que ya es un evidente empecinamiento por mantenerse en el poder a toda costa. Para colmo, en el Gran Buenos Aires el olfato de los intendentes comenzó a acercarlos abiertamente a Duhalde, todo un tema que alterará el escenario.
Las versiones continúan. El desmayo y el golpe sufrido ayer por Cristina provocó una verdadera catarata de especulaciones y agregados que, según parece, hay que desestimar; la avidez por conocer la realidad se intensifica en estos casos y en vez de disolverse la atención de los hechos constatados de corrupción tal como lo quieren en la Casa Rosada, éstos se agudizan tal vez con más fuerza que la curiosidad aún insatisfecha por conocer el nombre de quien acompañará a Cristina en la fórmula. Ya veremos.
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