Zamora cuando designó jefe de Gabinete a “Sugus” Suárez, uno de los tres o cuatro funcionarios más cuestionados y “pianta-votos”. |
Mala administración
La lacra de la corrupción ya fue advertida por Zamora. Ha comenzado a ser una de sus preocupaciones. Advirtió que las irregulares acciones están minando el poder y el prestigio del kirchnerismo y que, a nivel local, como es lógico, él, como gobernador, está perdiendo peso político, justamente, a raíz de los latrocinios de su administración, perpetrados por varios de sus allegados.
De este modo, así como Cristina Fernández de Kirchner no logra remontar el descrédito que le han causado figuras como Julio De Vido, Ricardo Jaime, Cristóbal López y ahora Sergio y Pablo Schoklender, entre otros (a quienes se les ha probado sus delitos cometidos con los dineros públicos), aquí el gobernador santiagueño camina (desde hace más de un año) en una difícil cuesta arriba por culpa de figuras impresentables como Elías “Sugus” Suárez, Ricardo Daives y José Emilio Neder, quienes con sus trapisondas han tirado por la borda el caudal electoral del gobierno.
Sin embargo, Zamora se muestra “conservador” y obtuso a los cambios de funcionarios ineptos y de allegados caracterizados como personajes infectos. La ciudadanía, entonces, siente la necesidad de buscar una esperanza nacional que permita un cambio en la gestión provincial.
De lo que se trata es del humor de los santiagueños. Si Zamora se aferra a funcionarios ineficaces, impopulares, desprestigiados y con una pesada carga de corruptela (inimaginable para muchos), el electorado va a intentar imponerle un castigo votando por el peronismo de Duhalde o el radicalismo de “Ricardito”.
Encuestas
Existen datos que respaldan todo cuanto decimos. Hay encuestas (que el zamorismo y sus aliados, por supuesto, no las van a difundir), donde los números cantan que la administración de Gerardo Zamora se está viniendo en picada desde el año pasado cuando se descubrió la asociación ilícita conformada por “Sugus” Suárez, el subsecretario de Prensa, “Lito” Argañaraz y los publicistas “Tito” Chorén” y “Cacho” Lezana, quienes de un plumazo se robaron 33 millones del erario público que se repartieron en viajes de placer por el mundo y adquisiciones de dos hoteles en la Costa Atlántica.
Por ahí pasa el mal humor. El santiagueño está asqueado y dispuesto a reaccionar contra los “elegidos” para servir al pueblo pero que practican la corrupción con los dineros de la gente, paseándose con una ostentación escandalosa frente a las penurias y desesperanzas de los más.
Otro segmento interesante del electorado también preocupa a los asesores y politólogos del zamorismo, que es el molesto por la falta de calidad institucional en Santiago del Estero. Son santiagueños disconformes con ministros sin categoría, jueces incompetentes y diputados deslustrados como fueron muchos en la “era juarista-ninista”. Hoy, en la “era zamorista”, estos elencos son mucho más inferiores.
Claro, es que el “joven Zamora” repitió (en versión perfeccionada) los métodos del “viejo Juárez”. (Además, Zamora cooptó y “tapó” a la prensa y dejó sin voz a los desposeídos, marginados y víctimas de injusticias; lo que nunca pudo conseguir Juárez).
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