La marcha de los auto-convocados de la salud, maestros y judiciales se enfrentó con la que convocó el gobernador de la provincia, Gerardo Zamora, integrada en su mayoría por humildes santiagueños afectados al plan trabajar o con un contrato de locación y los consabidos barra bravas de algunos clubes de la capital.
La contramarcha de Zamora le ganó de mano a los auto-convocados y desde temprano se instaló frente a la Catedral, rodeada de unos doscientos policías, mientras los otros entraron por la Libertad y se frenaron en la Tucumán.
En ese momento la marcha del gobierno comenzó a moverse en dirección a los manifestantes, pero fue frenada por la policía frente a la municipalidad. Los auto-convocados optaron por cruzar la plaza en diagonal, hacia la 24 de Setiembre y Avellaneda, de ahí a la Belgrano y tomó rumbo al norte.
Los zamoristas, en su mayoría mujeres que supieron integrar la temida rama femenina de Mercedes Marina Aragonés, optaron por quedarse en la plaza, e instaban a sus seguidores a cantar “¡a-se-sinos!”, pero eran poco acompañados por una turba que no tenía fuerzas para monerías y sólo esperaba la hora del tetra y el choripan.
Es de destacar que algunos de los organizadores de la marcha de los auto-convocados, acordaban cada paso con la policía, a fin de evitar roces con los arreados del gobierno de la provincia.
Por el otro lado, luego de llegar a Belgrano y Salta, los manifestantes auto-convocados pegaron la media vuelta por la Belgrano y se instalaron frente al Automóvil Club Argentino, donde algunos oradores manifestaron cuáles eran las consignas que los llevaron a caminar por las calles del centro de la ciudad.
A su alrededor, los bombos seguían retumbando, las pancartas gritaban la injusticia de un gobierno insensible y las banderas ondeaban al ritmo de un inexorable viento de libertad.
Cuando esta crónica se terminaba de redactar, la secretaria del Círculo Santiagueño de Enseñanza Media y Superior, indicó que el paro de maestros de la semana que viene será por 72 horas.
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