No se trata de la letra de un bolero romántico de otras épocas mejores, sino del estado de ánimo que existe en la Casa Rosada y en la Quinta de Olivos, esté donde esté Cristina Fernández. Todos repasan cifras, leen encuestas y reciben informes relativos a las perspectivas electorales y los factores negativos que influyen en sus resultados probables y posibles para el gobierno. Con nerviosismo inocultable a esta altura de las circunstancias, las noticias llegan y son superadas una a una por otra peores. Santa Fe aparece como un fantasma político que se ha instalado después del hecho concreto que significó el revés capitalino con el virtual triunfo de Macri, que incidió hasta tal punto en la sensibilidad kirchnerista, que por un momento muy largo se analizó la posibilidad de reconocer la derrota pese a la insistencia de Filmus, que esperaba un milagro de último momento. Finalmente se impuso Cristina, quien, con el respaldo de Zannini y una patadita en el suelo, resolvió que lo mejor era competir nuevamente y esperar una mejor cosecha de boletas que permitan exhibir un porcentaje mayor, por pequeño que sea; pero Santa Fe es el punto neurálgico, la barrera insuperable, la tumba electoral del flamante estanciero Agustín Rossi, quien no se resigna a lo que puede ser su última aventura en la materia. La breve declaración de Reutemann en el sentido de que nunca fue kirchnerista cayó como un garrotazo en el atardecer que se convirtió en noche. Objetivamente, las palabras de quien fue dos veces gobernador de esa provincia, senador nacional -ahora en ejercicio- y reconocida trayectoria pública, tuvo un aire definitivo de tanta fuerza, que ahora hay apuestas sobre la distancia que separará a Rossi detrás del segundo puesto, que puede ser para el PRO en la persona de Del Sel. Uno de los dos será para el socialismo gobernante en la persona de Antonio Bonfatti. Uno de los dos será el ganador, aunque bien visto, los dos lo serán, en tanto la derrota del tercero será también la de Cristina Fernández.
Un detalle elocuente. La Presidente de la ex República Argentina viajó expresamente a Puerto San Martín para respaldar a Rossi y ése fue el momento que eligió Reutemann para que se la reciba en sus pagos. Sus palabras fueron la comidilla, por su pesado contenido y por el hecho de que se difundieron poco antes del arribo presidencial, lo que contribuyó a dar un marco más bien fúnebre a la ceremonia. Para colmo, después de este nuevo traspié, ocurrió otro igualmente significativo. Por primera vez, la colectividad judía, a través de sus dirigentes, criticó en presencia de una más que seria Cristina, la falta de resultados por la investigación del terrible atentado. La crítica del presidente de la AMIA, Sr. Guillermo Borger, tuvo una frutilla de postre, como suele decirse ahora: el representante de los parientes de las víctimas, Sergio Burstein, criticó después a Macri y al jefe policial Palacios por el mismo tema y amplió sus censuras al periodista José Eliaschev por haber denunciado que la mano iraní estuvo detrás de los hechos. De paso, acusó al piquetero kirchnerista D’Elía por su amistad con el oficialismo iraní, todo lo cual constituyó un paquete de contenido escándalo, excepto los abucheos que sufrió el orador cuando endureció su discurso contra el macrismo. Lo escandaloso vino después, cuando se difundió un tema bastante conocido: Burstein es funcionario de la SIDE, lo que vino a dar la razón a quienes en medio de silbidos lo acusaron de estar interesado básicamente en amonestar al PRO. La maniobra quedó al descubierto y, en síntesis, es una expresión más de la desesperación que aplasta a los kirchneristas.
Otro dato en igual sentido es la presión con que se acosa al coronel uruguayo Manuel Juan Cordero, quien está con prisión domiciliaria -y gravemente enfermo- por haber combatido al terrorismo de su país en los años setenta. Por variar, el caso de Cordero está en manos del juez Oyarbide y de los médicos que lo asisten. Cordero tiene varios problemas simultáneos, además de la enfermedad de su mujer, que por ese motivo está retenida en Montevideo. En primer lugar y sorpresivamente, el matutino Página 12 ha decidido ocuparse de su persona, lo que casualmente vino a coincidir con varios hechos en los que debió intervenir su abogado. Esto sucedió cuando poco antes un insistente llamado por el portero eléctrico le anunció que lo esperaban en la puerta para entregarle una encomienda. Cordero le abrió desde su departamento pero el mensajero no subió y volvió a insistir al mismo tiempo que le solicitó que tenía “el paquete a su disposición”. Con lógica curiosidad, el militar uruguayo abrió la puerta de calle pero no encontró a nadie, hasta que pudo observar que alguien que intentaba esconderse lo filmaba desde la vereda de enfrente. Cordero, que por limitaciones legales no puede salir, volvió a su piso y se encargó de alertar a sus amigos de aquí y de Montevideo acerca de lo que sucedía, con el agregado de que durante la madrugada volvió a sonar el timbre de la puerta de calle, sin que nadie contestara. El amedrentamiento estaba instrumentado. Lo que Cordero no sabía era que el camarógrafo en cuestión pertenecía a la Televisión Nacional Uruguaya, que se llamaba Fabián Cardozo y cumplía la tarea de incitarlo a “pisar la vereda” para poder acusarlo -como lo hizo Página 12- de “pasearse por Buenos Aires” en contravención de las normas legales que cumple. ¿Perversidad o solamente un nuevo elemento escandaloso para revolver el ya bastante afectado tema de los “derechos humanos”? En resumidas cuentas, otro intento infantil para llamar artificialmente la atención con una maniobra distractiva que también salió mal.
La desesperación tiene otros andamientos. Uno de ellos es el progresivo malestar que se registra en el campo, no sólo por la falta de combustible indispensable para la actividad, sino también por el conjunto de medidas que lo afectan y que van más allá de las insólitas medidas desplegadas por el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno. Un ejemplo es suficiente: quienes poseen trigo almacenado de la última cosecha no pueden venderlo, por las restricciones de “El Napia”. Los productores ya decidieron restringir la siembra para la campaña de este año pues la escasa comercialización devenida por la prohibición de exportar hace que las operaciones se hagan mediante cupos pequeños con pagos que se demoran, como mínimo, tres meses, lo que resta capacidad financiera a un sector para el que es indispensable en su trabajo. La protesta llega hasta el sector de la carne y para tratar de enfrentarla se instrumentó una serie de apariciones televisivas del oficialista Samid -un favorecido en su actividad- con lo que en vez de adoptar medidas concretas se optó por una campaña mediática que lo único que provoca es una profundización del malestar, que ya tuvo exteriorizaciones, como ocurrió la semana pasada en Azul y en otros lugares donde se suceden las reuniones.
Si la oposición -o, si se prefiere, la llamada oposición- ofreciera un liderazgo que insuflara esperanzas, el escenario sería más claro y menos desesperante, pero esto último, en vez de favorecer al oficialismo, acentúa la inquietud general, la inquietud fomenta los temores, los temores a los comentarios en voz baja y al crecimiento de rumores que, además, no dejan de pulsar las alarmantes noticias que llegan desde el exterior. Es decir, de los países importantes que son compradores de nuestros productos básicos. Hace pocos días, anticipamos aquí la posibilidad de que los Estados Unidos de Norteamérica produzca, dentro de un plazo no mayor a las dos o tres semanas, un default que provocaría el estallido de una catarata de problemas que afectarán inmediatamente a la Argentina. Esta circunstancia hace que se repare más aún en todo lo negativo que rodea y expresa este gobierno, en la incapacidad de quienes ejercen la función pública y todos se preguntan si un motociclista rockero y guitarrista puede ser ministro de Economía y candidato a vicepresidente de la Nación. Dejemos las respuestas en el aire aunque, en realidad, no hacen falta y para concluir diremos que hay que releer esta Hoja y reparar en el nuevo escándalo anunciado: que el montaje de las reparaciones a presuntos parientes (algunos lo son en realidad) de quienes en el bando atacante cayeron durante la Guerra Revolucionaria, es nada más que una gran estafa de miles de millones de ¿pesos o dólares? Lo mismo da en esta danza final de corrupción que ensucia a la Argentina. El tema, por así llamarlo, no significa solamente un mayor desprestigio para Hebe de Bonafini y Estela de Carlotto, que ya han caído muy bajo, sino algo más profundo y casi determinante de lo que acontece y sobrevendrá. En realidad, todavía faltan otras cosas que aún debemos esperar.
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