Por: Emilio Rached
Desde el domingo a la noche nos invade una agradable sensación de libertad además de la lógica alegría por los resultados obtenidos en las elecciones presidenciales.
A pesar de los daños provocados por el kirchnerismo a nuestro país
siempre supimos que no todo estaba perdido. Teníamos esperanza en que el
pueblo argentino reaccionaría en algún momento. Ese momento llego el
domingo 25 y a partir de allí la esperanza ha vuelto a instalarse con
más fuerza que nunca en nuestra Argentina. Por ello es una fecha que
seguramente quedara en la historia de nuestro país como sinónimo de
libertad donde demostramos nuestra grandeza como sociedad.
El
Gobierno ante tamaña muestra cívica solo atino a demorar la entrega de
los resultados ratificando su falta de compromiso con la verdad y el
republicanismo.
Los argentinos durante estos largos doce años
sufrimos una continua quita de nuestros derechos más elementales. Pueden
dar fe de ello los habitantes de muchas provincias sometidas al atraso y
a la pobreza más extrema, donde los ciudadanos son privados de elegir
libremente presionadas de la manera más vil, aprovechándose de su
situación de vulnerabilidad, hambre y pobreza. Apostaron por la libertad
que tanto nos costó conseguir; a pensar en el futuro de sus hijos, más
que en una pequeña dadiva destinada a comprar su voto. Muchas de estas
personas demostraron su integridad moral a la hora de votar,
aprovechando uno de los pocos refugios de libertad que nos quedan como
lo es el cuarto oscuro, donde en soledad solo aceptamos órdenes de
nuestra conciencia.
El aire fresco que nos invade desde el domingo
seguramente animará a muchos más a liberarse de las ataduras impuestas y
a buscar un destino distinto.
Los argentinos nos hicimos oír a
través del sufragio, cansados de tener vedado cualquier espacio de
expresión crítica. Emitimos nuestro voto y dijimos BASTA a una manera de
ejercer la política y a una manera de vivir que nos quisieron imponer a
través de antinomias y divisiones tan maliciosas como anacrónicas.
El oficialismo con su natural soberbia se ha llamado a silencio. Como
todo gobierno autoritario está totalmente alejado de la realidad. No
entiende lo sucedido el domingo porque nunca escuchó a su pueblo. La
realidad lo golpeó duramente y el relato se desmorono en cuestión de
segundos. De ahí el desconcierto reinante y la falta de respuesta de
quienes solo pueden hablar mediante cadenas nacionales, rodeados de
absecuentes y donde nadie puede interpelarlos al dirigirse a la
oposición con críticas mentirosas, desmesuradas y con una absoluta falta
de respeto.
El resultado del domingo fue categórico y el próximo 22
de Noviembre tenemos una enorme responsabilidad. Ante nosotros se
presentan dos opciones claramente definidas. No tengo ninguna duda de
que Mauricio Macri será quien reciba el apoyo mayoritario de los
ciudadanos y que será quien conduzca esta nueva etapa del país que ha
logrado entusiasmar a la Sociedad.
La argentina del miedo es solo un triste recuerdo.
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