A poco tiempo de nuestra aparición como diario de actualidad política en Santiago del Estero, afirmamos que el servicio de prensa con que contaba el gobierno de la provincia para nada conformaba las ambiciones del primer mandatario.
Muchos se preguntaron cuál sería el rol de “Lito” Argañaraz (actual subsecretario de Prensa) frente a una estructura que debió encargarse de resaltar no solo los aciertos del gobierno, sino también mantener una buena relación con los medios nacionales lográndose insertar en los mismos, para que se conozca la obra realizada en todo el país.
Así concluyó el primer mandato de gobierno y la subsecretaría de Prensa brilló por su escasez de conocimientos, aciertos y compenetración con los medios de la Nación. Las rutinarias gacetillas que se difunden a diario para que sean publicadas por los medios oficialistas y al mismo tiempo repetidas hasta el hartazgo por las difusoras de frecuencia modulada que ya nadie escucha, no logran convencer a nadie de que se está haciendo un buen trabajo.
La alabanza fácil como la zalamería inserta en los medios adictos, está jugando una mala pasada ante la opinión pública. No se sabe transmitir, ello ya está acreditado. En Buenos Aires no se conoce la gestión de Gerardo Zamora, quien solamente resulta identificado como un gobernador obediente y funcional al poder K.
Sin dudas la falla proviene de dos sectores que le son improductivos al gobierno. La Casa de Santiago en la Capital Federal, que hasta el momento se la conoce por los negociados personales de su representante y la subsecretaría de Prensa que nada aporta a la estructura gubernamental, porque está fallando desde la imagen del titular del organismo, pasando por sus escasas luces para ejercer el cargo en plenitud y, finalmente, por su adicción a los dineros del Estado e inclinación al rubro de la hotelería.
Se sabe que el primer mandatario está masticando nombres, dialoga con unos y otros, escucha a su tándem y aun no tiene al hombre que cuente con el perfil que ambiciona. Y hasta que ello no ocurra, sabe que su obra no será conocida ni en la provincia ni en la Nación.
Desde afuera parece fácil, pero en la historia de los gobiernos provinciales pocos son los que brillaron desde esa dependencia, donde hacen falta muchas ideas para que las cosas marchen como se debe.
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