Néstor Kirchner le dejó a su esposa un arma estratégica para manipular las elecciones del 2011: la reglamentación de la ley 26.571 de reforma política. Esta ley ómnibus, de 110 artículos, tiene un grado de complejidad -y en algunos artículos hasta de oscuridad- tan grande que sin una extensa reglamentación resulta prácticamente inaplicable. Normas centrales como el financiamiento de los partidos, las boletas, las listas colectoras y la publicidad de campaña requieren en forma urgente aclaraciones que sólo pueden surgir de una reglamentación que el gobierno viene sugestivamente dilatando. Los jueces federales con competencia electoral, en reuniones formales e informales, vienen advirtiendo también que, como están las cosas, la reforma política es imposible de ejecutar. El caso es que, desde la muerte de Néstor Kirchner, al menos dos de las principales espadas electorales del gobierno, Aníbal Fernández y Juan Carlos Mazzón, estarían trabajando en dar marcha atrás con las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias, el corazón de la reforma política.
No faltan socios para un pacto
Llamativamente, en los últimos días el gobierno habría pasado de negarse a convocar a sesiones extraordinarias a la postura contraria. Todo indica que habrá extraordinarias para tratar el presupuesto 2011 y un selecto grupo de proyectos que el Ejecutivo atesora. Este cambio sustentaría un plan para cambiar el marco jurídico electoral. Se trataría de un proyecto de ley para suspender la aplicación de la ley 26.571 hasta el 31 de diciembre del 2011. Se volvería así al viejo texto de las dos leyes ahora reformadas: la de Partidos Políticos y el Código Electoral Nacional. Fuera del Congreso no faltarían apoyos, empezando por la casi totalidad de los jueces electorales y de los gobernadores, a los que no les convence en lo más mínimo el sistema de primarias donde están en juego los candidatos a diputados y senadores nacionales. Para conseguir los votos para sancionar la nueva ley en el Congreso, el kirchnerismo contaría con el entusiasmo de todo el arco de partidos de centro izquierda, empezando por Proyecto Sur. A éstos, las enormes exigencias que plantea la primaria en materia de piso de votos los coloca en algunos casos fuera de toda posibilidad de obtener el 1,5% de los votos válidos necesarios para poder presentar candidaturas.
Broche de oro
Pero el broche de oro de la operación y lo que garantizaría la media sanción en las dos cámaras sería el acuerdo entre el gobierno y la UCR. ¿Por qué el radicalismo aceptaría suspender una reforma que los beneficia, al imponer el bipartidismo? La explicación estaría en el cambio de las circunstancias entre diciembre del 2009, cuando la ley 26.571 fue sancionada, y ahora.
Ernesto Sanz y Gerardo Morales, aliados de Ricardo Alfonsín, temen que en la primaria Julio Cobos haga pesar su gravitación en el electorado independiente, ampliamente mayoritario. De ser así, podría derrotar a Ricardo Alfonsín, cuyo fuerte es sólo la franja -minoritaria- del voto de los afiliados radicales. En cambio, si se suspenden la primarias y volvemos al viejo sistema de la interna cerrada, o sea, al voto de los afiliados, Alfonsín llevaría las de ganar y las chances de Cobos serían ínfimas.
De más está decir que para la presidente la suspensión de las primarias sería a esta altura apetecible. Su marido ya no está y ella no confía demasiado en Mazzón, Jorge Landau, los gobernadores y el nuevo presidente del PJ, Daniel Scioli. Y menos todavía en los dos bandos que se disputan el control del peronismo bonaerense, los intendentes y el moyanismo. La primaria le plantea además a CFK serios problemas. ¿Quién será su sparring para que haya una competencia que movilice los votos? Si el Peronismo Federal a último momento decide presentarse en la primaria del PJ, ¿podría tramarse una conspiración con Scioli para derrotarla? Además, nunca hubo primarias con voto obligatorio. ¿Y si el electorado independiente se vuelca masivamente a votar contra Cristina en la interna del PJ? Sin Kirchner manejando los hilos, la compleja telaraña de la primaria podría ser una trampa mortal para su viuda. Éstos y otros riesgos se evitarían volviendo al método clásico: un congreso del partido que a puertas cerradas apruebe la fórmula presidencial y buenas noches. Después de todo, enterrar en el Congreso a la reforma política no tendría un costo demasiado alto, teniendo en cuenta que, a esta altura, la innovación tiene muchos más detractores que defensores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los comentarios publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de sanciones legales. Aquel usuario que incluya en sus mensajes algun comentario violatorio del reglamento sera eliminado e inhabilitado para volver a comentar. Enviar un comentario implica la aceptacion del Reglamento.