A raíz de un incendio en la Sociedad Rural de Morteros, nos enteramos que el polémico Guillermo Moreno se reunió secretamente con un grupo de productores acólitos liderados por Ider Peretti para anudar negocios presuntamente privados con el dinero del Estado.
Esto es tan o más repudiable, que la destrucción de un quincho por la reacción de alguien con alma de pirómano.
Sosperiodista.- El episodio de Morteros, con el misterioso incendio del quincho de la sociedad rural a pocas horas de la visita de un funcionario del Estado nacional, es sintomático de cómo se hacen las cosas en la Argentina y de la manera oscura en que se manejan los actores.
Primero: un funcionario con rango de secretario de Estado viaja a una ciudad del interior del interior del país y se reúne secretamente con un grupo de dirigentes rurales afines al gobierno nacional.
En ningún momento les avisa del viaje a las autoridades de la provincia adonde va a permanecer por unas horas, no se sabe exactamente por qué.
Este funcionario, hablamos de Guillermo Moreno, no sólo es el secretario de Comercio Interior de la Nación, sino uno de los hombres con más poder dentro del Estado, famoso por los aprietes a empresarios y por manipular los índices inflacionarios, a través del INDEC, para vendernos a los argentinos espejitos de colores.
Segundo: dado el carácter secreto de la visita, no se ofrecieron precisiones sobre qué vino a hacer Moreno. Trascendió que sería para poner en marcha dos feed lots (engordes a corral), con 20 mil animales cada uno, que administraría la Rural morterense pero el dinero para levantar los corrales y alimentar a los animales lo pondría el Estado.
Es decir, un funcionario de primera línea de la presidenta Cristina Kirchner vuela a una pequeña localidad rural del país, se reúne en secreto con un grupo de productores y, entre bambalinas, decide el destino de dinero público para un negocio aparentemente privado.
Tercero: el funcionario elige para su reunión a productores acólitos que ya en otra oportunidad participaron de negocios propiciados por el Estado.
Este mismo grupo que ahora se beneficiaría con el engorde y posterior exportación de novillos Holando Argentino, fue el que le vendió varios ejemplares de esa raza a Venezuela.
Cuarto: este grupo de productores es liderado por el titular de la Rural de Morteros, Ider Peretti, un consignatario de hacienda al que otros productores le achacan estar aparentemente más ocupado por los negocios privados -opera con la firma Daniel Borgogno y Néstor Bracco- que por la actividad gremial que representa su cargo como presidente de una sociedad rural.
“Si bien su entidad está afiliada a Cartez, no participa de ninguna reunión”, nos informaron desde la confederación rural.
La misma fuente acusa a Peretti de “usar la Rural más como una herramienta de negocios que como un ámbito para la lucha gremial y la reivindicación del sector”.
En este marco, un incendio, que Bomberos del lugar dicen que fue intencional y que un fiscal sanfrancisqueño luego desmiente diciendo que fue accidental, se desata en la madrugada del jueves (a horas de la ida de Moreno) y destruye el quincho de la entidad.
La Provincia y la Nación salen a repudiarlo pero ésta última va más allá al afirmar, sin pruebas en la mano, que fue un “atentado” orquestado por productores enemigos del gobierno. El irresponsable de los dichos fue el ministro Florencio Randazzo.
Randazzo se puso al mismo nivel que aquellos productores, que durante los cortes de rutas del campo, responsabilizaron -también sin pruebas- al gobierno de los incendios forestales.
Sin embargo, fuentes del campo de la provincia consultadas no descartan que algún/nos productores hayan reaccionado como Nerón para manifestar su rechazo a un gobierno que, al ver que la cosa con el campo vuelve a ponerse fulera, busca meter una cuña “para hacer algún pie en el sector”.
En conclusión, Moreno, Peretti y su entorno, deberían explicar por qué debió ocurrir un incendio para enterarnos de que estaban jugando a las escondidas en democracia.
“Pícaros”, los llamó críticamente el ministro de Agricultura de Córdoba, Carlos Gutiérrez, quien lógicamente, se sintió en ridículo al no haber sido anoticiado del encuentro.
Se le metieron en el patio trasero sin haberse dado cuenta, a decir de un refrán campero.
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