Daniel Muñoz, el ex secretario presidencial, tiene la libreta negra y es el nuevo cobrador.
varios empresarios que cumplían religiosamente con el compromiso mensual de aportar valijas llenas de euros a Néstor Kirchner en persona habrían festejado en los últimos días.
Es que ahora todas las ganancias producto de los subsidios a la energía y el transporte, así como por la sobrefacturación de la obra pública, se las podrían quedar ellos sin repartirlas. Pero lo socios del poder tuvieron una desagradable sorpresa. Uno por uno fueron recibiendo los llamados de Daniel Muñoz, el ex secretario presidencial que tiene una mansión en Río Gallegos. El poder de Muñoz estaría en la posesión de la libreta negra de almacenero que usaba Néstor Kirchner para recibir los “agradecimientos mensuales” más importantes, siempre en euros. Es decir, una enorme acumulación de cash que se escondería en departamentos, casas y también en pozos en las tierras santacruceñas
¿Cuánto era?
Versiones no faltan sobre este tema. Una dice, por ejemplo, que el “rey del subsidio”, Claudio Cirigliano, trataría de negociar con Muñoz, explicándole que en realidad su cuota mensual no era de 10 millones de euros sino menos. Es que Muñoz y su libreta negra no infunden el mismo temor que imponía Kirchner personalmente.
A propósito de entierros, en el del propio Kirchner el presidente Hugo Chávez llegó con dos aviones. En uno de ellos viajó la custodia de la inteligencia cubana a la cual le confía su vida. Pero llamó la atención un segundo avión, que sería el producto de inversiones que realizaría el bolivariano en cash con bonos y acciones en la bolsa y el mercado de valores argentino, que está batiendo records toda la semanas. Las ganancias se repartirían mitad y mitad con los socios locales, siendo Julio de Vido el encargado de esta operación, que habría delegado en su secretario privado, José María Olazagasti.
Lula y la corrupción
El velorio de Kirchner en la Casa Rosada fue el escenario de otras anécdotas relacionadas con la corrupción. Algunos integrantes de la comitiva brasileña señalaban que Lula designó a Dilma Rousseff como su sucesora por la tarea cumplida como ministro de energía, donde terminó con la corruptela de la adjudicación y los costos de las obras energéticas.
La nueva presidente le decía entonces a los empresarios “yo le compro tantos megavatios de energía al que ofrezca el precio menor”. El ganador, si hace la obra bien y si no la hace, que consiga de un tercero la energía que el Estado le compraría en cinco años. De este modo evitaba la sobrefacturación inicial y los mayores costos, como se acostumbraba en Brasil, con un modelo entonces idéntico al que practica la Cámara de la Construcción de la Argentina. De este modo, en cinco años de los ocho que tuvo Lula, redujo significativamente la corrupción en la obra pública, que acá sigue vivita y coleando.
Por último y siempre según el mismo tema, circula una historia en el Peronismo Federal que le atribuyen a un veterano dirigente amigo de José Rucci, que él mismo cuenta así: la noche anterior a su muerte, Kirchner habría comido en su casa de El Calafate con Lázaro Báez, quien no habría llegado solo sino acompañado por dos valijas con 5 millones de euros. Cuando Báez se fue -siempre según la misma fuente- Kirchner habría corrido hacia el dormitorio, poniéndose a trabajar con la máquina de contar billetes. Pero habría comentado a última hora su malhumor debido a que había detectado un pequeño faltante de billetes en uno de los fajos. Precisa o no, la circulación de este tipo de versiones en los últimos días sería también una señal de que, sin el ex presidente, algunos integrantes de la corte kirchnerista se animan a comentar cuestiones antes regidas por la omertà.
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