La policía de Sgo del Estero está en una situación límite, y los hechos lo demuestran a diario. Nichos de corrupción enquistados en las distintas dependencias, en las más diversas formas y tipologías, donde personal policial sin distingo de jerarquías, hacen de la policía un trampolín para alcanzar un falso bienestar, pues está basado en acciones espurias.
Nada puede decirse del personal subalterno que incurre en estas prácticas irregulares, cuando oficiales subalternos, oficiales jefes y oficiales superiores, detentando un efímero poder, no tienen reparos en delinquir delante de su personal, que obviamente observa y refleja su conducta en ellos.
Un nuevo acto de corrupción fue detectado en el transcurso de la semana en la nunca bien ponderada Dirección de Administración. Recordemos que todo el que pasó por allí se fue con los bolsillos llenos y bien cuestionado, pero nunca investigado. Desde el “Burro” Ibarra, pasando por Riki Pérez, hasta Raúl Ferreyra, sin dejar de mencionar al Contador García, y otros que le precedieron, como Chicho Espeche, esa dependencia fue sinónimo de corrupción y delito.
Ahora, de la mano del Comisario Inspector Campos como Director, saltó el mal manejo de las dependencias internas, en este caso en lo atinente a embargos.
Es por todos consabido que las mujeres divorciadas de los policías, deben peregrinar mes a mes para poder percibir lo que les corresponde por alimentos, descontados a sus ex esposos mediante orden judicial. A ese peregrinar inexplicable, que se mantiene por la burocracia imperante en una institución como la policía, debe sumarse el mal trato y la mala atención dispensada por los vagos administrativos que saturan las oficinas de jefatura (y pensar que en una nota anterior criticamos que la única materia que les dictan los profesionales es ¡¡¡Atención al público!!!)
Pero ahora, estas personas se cansaron del trato denigrante y la espera injustificada. Esperan mas de 20 días para cobrar, aún a sabiendas de que ese dinero esta destinado a la manutención de los hijos menores, que ninguna culpa tienen. Entonces denunciaron. Tanto en la justicia, donde una abogada que las representa hará una presentación que desnudará las extrañas circunstancias que rodean esta situación, como en Casa de Gobierno, a donde llegaron las quejas. Comentaron que hasta el magnánimo Marcelo Pato las habría tratado mal en varias oportunidades, aunque ahora ni siquiera quiere atenderlas por ese tema. Algo característico de un inoperante.
El tema es que al saltar el tema de la demora en los embargos, se descubrió que los porcentajes descontados son menores a los que la justicia ordenó, debido a la "equivocada interpretación” que hacen los cráneos de la jefatura sobre el monto sobre el cual efectuar el porcentaje de embargo. El porcentaje mínimo que se dispone judicialmente es del 20% sobre el haber sin aportes. Pero los vivos que se encargan de efectuar dichos embargos en la Dirección de Administración, hacen el descuento sobre el “haber con aportes” que es lógicamente menor.
Por ejemplo. Un haber con aportes de un agente de policía es alrededor de $1200, entonces un 20% de ese monto es $240. Así trabaja administración.
Si se hiciera como corresponde, el haber con aportes (que es efectivamente sobre el cual se calcula el embargo), sería aproximadamente $2000 ($1200 + 800). Entonces el 20% sería $400. Existe entonces, una diferencia de $160, que la jefatura le retiene, cuando debía ser parte del embargo.
Tomamos como referencia, el sueldo de un agente, para una mejor ilustración de los Sres. Lectores.
Ahora bien, imaginen Uds. cuantos policías, de las distintas jerarquías son sometidos a embargos, en algunos casos de hasta el 60% del total de su haber, cuánto dinero se retiene de manera indebida.
¿Se retiene realmente? ¿En beneficio de quien? ¿Cuántos años hace que existe esta práctica?
Será motivo de una pronta investigación judicial, ya que a la orden emanada por los jueces que fijan los porcentajes de dichos embargos, se sumará la denuncia de los abogados que las representan.
Alguno tenía que caer, y lo voltearon al Oficial Principal Carrizo, que siempre estuvo en esa parte de la Dirección Administración, y que meteóricamente alcanzó tamaña jerarquía en menos de diez años de servicio. Algunos ahora, podrán inferir por qué.
El reto para Pato fue mayúsculo, haciendo él lo propio con sus edecanes. Ayer se lo pudo ver al Comisario Inspector Campos deambular por los pasillos de la Contaduría Provincial tratando de solucionar el tema. ¿Solucionar qué? La gran corrupción generalizada que impera puertas adentro de la repartición policial no tiene solución en lo inmediato, reforzada por la marcada ineptitud del personal policial designado, la burocracia, el mal trato, y todas las espurias estrategias que los sátrapas inventan para “sacarse de taquito” a las personas que reclaman lo suyo.
Logró hablar el Director de Administración con el Contador General de la Provincia, tal vez creyendo, que este funcionario “arreglará” el corrompido sistema que ha generado la jefatura de policía durante tantos años, acentuado en los últimos años de gestión de Marcelo Pato y Omar Quiroga.
Ya le permitieron salir de licencia al Oficial Principal Carrizo, encargado del área Embargos, hasta tanto se tranquilice todo y vuelva a su lugar de trabajo habitual, o le asignen un destino acorde a su investidura y capacidad.
Todo eso ¿a cambio de que? Cabe abrir una investigación sobre el particular, al menos una información sumaria para “disimular” aunque sea. Porque investigar, en el amplio sentido de la palabra, no lo harán. Porque aquí no es solamente Carrizo, sino todo el entorno, siempre apuntando para arriba.
Los más viejos en la policía recordarán esta situación que me viene en este momento a la memoria. Cierta vez estaba el por ese entonces jefe de policía, Manuel Mañu González, balconeando hacia la calle Libertad, en la vieja Jefatura. En eso ve salir al personal de la Brigada de Investigaciones, que en forma presurosa se dirigía hacia sus vehículos estacionados sobre esa arteria. Intrigado, Mañu les preguntó a donde se dirigían, respondiendo uno de los sabuesos: Jefe, ha habido un asalto, vamos a buscar a los ladrones. Ante tal respuesta, Mañú reflexionó un instante y le espetó: “Hijo ¿A dónde van? Si los delincuentes están aquí adentro”, señalando hacia el interior del edificio de Jefatura.
La verdad, un visionario, émulo de Julio Vernet podríamos decir.
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