Para este fin de semana está prevista una cumbre reservada entre Eduardo Duhalde y Mauricio Macri. Los dos aparecen atrapados en un juego donde no llegan a un acuerdo electoral pero tampoco hay lugar para que ambos sean candidatos. Si lo fueran, dividirían el electorado peronista anti K y de centro derecha, prestándole un servicio enorme al gobierno.
El caso es que, con sus argumentos, cada uno pretende que el otro baje su candidatura. Duhalde aspira a que Macri busque su reelección en la Ciudad y que el PRO apoye a nivel nacional su candidatura. Hasta se habla de una fórmula Duhalde-Pinedo. Por su parte, Macri aspira a que los distintos sectores del Peronismo Federal lo lleven como presidente, a cambio tal vez de que Graciela Camaño, por ejemplo, sea candidata a gobernadora de Buenos Aires. Esta pulseada puede continuar todo el verano y más aún, hasta que se inicie el calendario electoral. Pero en el medio pasan cosas. Por ejemplo, los actuales problemas de salud de Gabriela Michetti disminuyen sus chances de ser candidata a Jefa de Gobierno y este hecho aumenta las posibilidades de que Macri se presente en la Ciudad. Si continúa el desacuerdo entre él y Duhalde y ninguno acepta abandonar la carrera presidencial también hay riesgos para ambos. El jefe del PRO amenaza con debilitar al ex presidente acordando con prominentes peronistas federales como Carlos Reutemann, Felipe Solá y una serie de dirigentes del interior tal vez dispuestos a sumarse a las listas de candidatos del PRO. Duhalde también amaga. Su arma ofensiva sería la campaña de Martín Redrado para disputarle al macrismo el gobierno de la Ciudad. Si le va bien en las encuestas, Redrado puede convertirse en un serio problema para Macri.
La segunda fila
Los otros presidenciables del peronismo disidente están obligados a esperar el desenlace entre los dos actores principales. Mario Das Neves estudiaría seguir en carrera para presidente si el lomense abandona la carrera y Felipe Solá oscilaría entre intentar ser el vice de Macri o bien disputarle a Duhalde la candidatura si éste continúa con la misma. Alberto Rodríguez Saá es un enigma y estaría decidido a mover sus piezas recién cuando el panorama esté más claro. Por el momento, en lo único en lo que todos ellos coinciden es que, si se trata de competir con la UCR y el gobierno, sólo hay lugar para un candidato que represente a los disidentes y a la centro derecha. En Olivos hacen lo que pueden para que no haya un acuerdo entre Duhalde y Macri. Fuera de esto, la candidatura de este último les simpatiza, porque captaría votos independientes que, en caso contrario, irían a parar a la UCR.
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