JULIO CASTRO |
Sin embargo, Castro siguió firme con su medida y, por ello, ha ingresado en la lista negra del zamorismo. Recibió avisos, advertencias y amenazas de que no recibirá ninguna ayuda, que le recortarán la coparticipación y que será objeto de otras discriminaciones.
¡Peor que Carlos Juárez, por lejos!
Y, en la primera de cambio, Zamora le mandó el primer mensaje. Fue cuando el intendente de Añatuya buscó iniciar su gestión de manera justa y modificar los ascensos groseros que el jefe comunal radical saliente, Vidal Ulloa, había obsequiado a sus huestes radicales. Los acólitos del gobernador instrumentaron de “asesores” de los ascendidos y presentaron un recurso de amparo en el juez de Capital, Juan Coria Vignolo, quien siguiendo instrucciones de la Casa de Gobierno, le ordenó a Castro que los restituyera a los empleados radicales en sus categorías de privilegio.
Un gobernador que no se despoja de sus enojos, resentimientos y otras yerbas, que lo ubican lejos de los mandatarios democráticos y tolerantes.
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