Los frienses se toman de la cabeza porque huelen que hubo una suerte de “operación de prensa” a favor del intendente Néstor Humberto Salim, a quien se pretende hacer aparecer como el adalid de la lucha contra el narcotráfico en el pueblo. Es al revés. Todos en esta ciudad saben que si hubo o hay ingreso, reparto y comercialización de drogas entre la juventud de la Ciudad del Oeste, es porque Salim se los ha permitido y se los permite.
Para ello hay que conocer cómo el salimnismo manejó siempre la cosa pública; desde el “tío Luis” hasta Humberto. Nadie que no tenga relación con el salimnismo se va a animar a ingresar droga y venderla en Frías. Si alguien se dedica a ese comercio es porque tiene la venia -hoy, más que nunca gracias al poder político, económico y financiero que le otorgó el gobernador Gerardo Zamora al “líder” del salimnismo-, del mandamás del pueblo.
Otra cuestión que preocupa a los frienses se refiere a la pasividad de jueces y autoridades del Poder Ejecutivo frente a un peligroso entramado que impera en la policía de Frías. Una policía diseñada, armada y orquestada por el intendente Humberto. Todos saben aquí que la designación, los ascensos, los traslados y los castigos en la institución los manejó y los maneja, justamente, Salim, y para ello saca a relucir sus galones: jefe político, delegado del gobernador, miembro de Bases Peronistas, ex "patrón" del hoy ministro de Gobierno, "Pichón" Neder, etc.
Esto es así. Lo sabe todo Frías. Un pedido de ingreso, de ascenso, de traslado y hasta de cesantía de los policías destinados en Frías, si lo solicita o exige Humberto se cumple sin ninguna objeción.
Por ello, si es que la policía friense se ha convertido en una banda o en varias bandas es porque se ha consentido que la mala política ingrese en la repartición y, sobretodo, que penetre de la manera torpe, avasallante e irresponsable, tal cual es la forma que Humberto aprendió a manejarse como hombre público.
“Operativo” cumplido
Mientras “Cuchi” Salim se pavonea por los medios hablando de que “todo Frías sabe quién ingresa, trafica y comercializa la droga” (aunque jamás brinde una pista o suministre un nombre), transcurre el tiempo con todos detrás del jefe comunal como idiotas útiles del “operativo blanqueo” de la imagen del intendente. Pasan los días y se diluyen las posibilidades de encontrar a los autores que asesinaron a Jonatán y desentrañar los móviles del crimen.
Incluso, no se ha movido un dedo por confirmar o desmentir la delictiva actuación de la policía friense, cada vez más sospechada de acciones reñidas con su función y por el maridaje que tiene con el poder político salimnista.
En ese sentido, la ciudadanía aguarda respuestas de jueces, abogados o periodistas sobre si en la policía friense existían bandas que respondían a los tres carteles de narcotraficantes que actúan desde hace tiempo. ¿A cuál de esos carteles representaban los compañeros de Jonatan Barrera que se opusieron aquella triste jornada a acompañarlo en su pesquisa? ¿Y cuál era el cartel al que el infortunado policía quería que no dejaran afuera? ¿Por qué al primero que llamó por teléfono móvil, desesperadamente, fue a su amigo el intendente Salim?
Un intendente que primero dijo que Jonatan lo habló al celular para recordarle que debía solicitarle la adjudicación de una vivienda, pero ahora se contradice y asegura que el policía no tuvo tiempo de explicitar qué necesitaba, y que habían acordado juntarse en la municipalidad. De ello no habla mucho y guarda en su conciencia lo que realmente le planteó Jonatan.
Prefiere repetir su latiguillo de que “todo Frías sabe quiénes son los narcotraficantes”.
Creemos que ya es hora que un juez Federal en serio lo cite para que brinde pistas que permitan iniciar la verdadera limpieza de narcotraficantes en la Ciudad del Oeste.
¿Qué espera Guillermo Molinari para convocarlo a Salim? Ó, ¿vamos a tener que recurrir a la Policía Federal de Buenos Aires o la DEA de Estados Unidos?
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