Anoche, martes, más de mil frienses se movilizaron, directamente, hacia el domicilio de la jueza del Crimen Sara María Harón, en una manifestación ordenada, sin incidentes, y con una prudente presencia policial que deambuló cerca de la gente y vigiló la vivienda de la magistrada. El motivo de la marcha fue hacer sentir el rechazo y el repudio por el fallo que dejó en libertad a los policías supuestamente involucrados, en primera instancia, por el juez ad hoc Anselmo Juárez.
La reacción de los ciudadanos frienses se explica con simpleza: suponen que por descubrir a quienes traían y a quienes recibían un importante cargamento de drogas fue asesinado el agente Jonatan Barrera, y que sus compañeros (entre ellos algunos sabedores del narcotráfico), se demoraron ex profeso para respaldarlo, e incluso se deduce que uno de los propios uniformados lo eliminó con la propia arma de la víctima. Por ello, el friense común comparte el criterio del juez ad hoc de mandar presos a once policías, y repudia la liberación que ordenó la jueza titular del tribunal.
Hay más datos importantes que surgen del seno ciudadano: 9 de 10 frienses están seguros que el poder político de la ciudad, encarnado en Néstor Humberto Salim, sabe mucho del tema y los fastidia que la jueza no haga nada por indagar entre los capitostes municipales del salimnismo.
Claro, para entender esta corazonada popular, hay que saber que todo Frías conoce a los tres carteles que hacen ingresar y luego venden la droga entre la juventud; justamente, estos “responsables identificados” con el narcotráfico han sido y son lacayos del actual intendente Salim; quienes salidos de la pobreza extrema hoy son poderosos empresarios hoteleros y comerciantes.
Otras aristas interesantes. Nadie de Frías se cree que Jonatan, en plena persecución a supuestos narcotraficantes, haya marcado el teléfono móvil del intendente Salim para recordarle que le prometió hacerle dar una vivienda. Es obvio que lo habló para reportarle lo que estaba sucediendo: o que con este cargamento alguien estaba siendo “mejicaneado” (quedando fuera del negocio), o que sus compañeros de la policía “están en la joda” y molestos por su intervención (la persecución de Jonatan).
El más importante rumor: también 9 de cada 10 frienses conoce el nombre del policía que, aseguran, disparó el arma de Jonatan que le costó la vida.
Lo cierto es que anoche más de mil frienses hicieron quemar cubiertas y cantaron estribillos enfrente a la casa de la jueza de la causa, que vive en calle Moreno, casi San Luis. Los cánticos exigieron justicia para identificar a los autores de la muerte de Jonatan Barrera y, sobre todo, descubrir el móvil del asesinato. Las pancartas, entre tanto, aludían a “terminar con la corrupción”, “la dependencia policial y judicial al poder político”, y a “encarcelar a todos los narcotraficantes de la ciudad”.
A su vez, los vecinos, en sus diálogos con la prensa, anticiparon que van a iniciar campañas, en las próximas marchas, para que intervengan el gobierno de la provincia y en de la Nación para terminar con la distribución y venta de drogas en Frías.
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