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sábado, 30 de enero de 2010

¡¡MINGA…Y LA CARNE DE CERDO!!

(¡Qué nivel!, Sra. Presidente,… ¡qué nivel!)
En un acto de los innumerables que desarrolla semanalmente (¿cuándo trabajará?), en la localidad de Lomas de Zamora, la presidente Cristina de Kirchner en su infaltable discurso refiriéndose al meneado “canje de deuda” en uno de sus frases con tono encendido expresó la palabra “minga”.

Solo faltaría que hubiera dicho “minga carajo” para catalogarla como una chirusa tilinga de un conventillo del conurbano en una discusión doméstica con otra “doña” vecina del inmueble.
En realidad si se tratare de un hecho aislado, no reviste mayor gravedad y podría pasar como intrascendente.

Todos tenemos excesos en el lenguaje o utilización de palabras no precisamente del lenguaje de Cervantes… pero nos las podemos permitir en la intimidad en una reunión de amigos o gente de confianza.

Pero cuando se habla en público, no expresarse adecuada y correctamente constituye una clara muestra de mala educación y mal gusto y es más grave aún si se transmite por la cadena nacional de difusión.
Muchísimos argentinos deben sentir “vergüenza ajena” por la forma de hablar de la presidente.

Pero lo que realmente preocupa, es la reiteración cada vez más frecuente de dichos, frases, conceptos o palabras que no condicen con el alto nivel de su investidura presidencial.

Solo en los últimos días utilizó varias palabras gramaticalmente inexistentes y palabras del lunfardo.Pareciera que a través de sus monsergas, que al principio se confundió con dotes de oratoria, surgieran sus orígenes humildes en Tolosa, un pueblito del conurbano de la ciudad de La Plata y que pese a su trepada vertiginosa en la escala económica, no logró hacer lo mismo en la escala social, no pudiendo despegarse de su falta de educación y formación.

Son conocidas sus fallas y su desdén, a semejanza de su conyugue, por el protocolo, el ceremonial y las convenciones sociales de una sociedad civilizada, que se hicieron evidentes desde que asumió la primera magistratura y ampliamente difundidas en los medios nacionales y lamentablemente también en los internacionales.
Su pose arrogante y soberbia, sin un mínimo de humildad, dueña de la verdad absoluta, generalmente enojada, su forma de hablar, gesticular, como toma los micrófonos, como repite algunos sustantivos, evidencian crispación, falta de equilibrio y patologías psíquicas.

En algún otro nota expresé que a la presidente tenía probablemente una necesidad psíquica o física insatisfecha. Y parece que ciertamente era así. A la presidente la traicionó el inconsciente cuando públicamente hizo el panegírico de las virtudes afrodisíacas del cerdo. Expresó que la carne de cerdo mejora notablemente la actividad sexual. Agregó que “es mucho más gratificante comerse un cerdito a la parrilla que tomar Viagra” y finalizó diciendo que “anduvo todo muy bien el fin de semana”. (¡Bravo Néstor!)

En realidad como tengo sentido del humor le resto importancia a este anécdota, que casi me parece simpática… pero expresado en un ambiente de amigos y conocidos.
Públicamente y con difusión en los medios, las experiencias sexuales de la presidente me parecen una verdadera barbaridad.
Sintetizando, Cristina es maleducada, prepotente, soberbia, grosera y vulgar, en su aspecto, en su conducta y en su forma de expresarse. Si realmente tuviera capacidad oratoria no pronunciaría tantos dislates, tonterías y palabras vacías de contenido, en un lenguaje vulgar y soez.

Todo indicaría que realmente no es abogada y desde siempre estuvo impune y descaradamente haciendo usurpación de título profesional.

Y como conclusión final, transcribo una buena definición de internet sobre nuestra presidente: “El problema es que le falta charme, estilo, en realidad lo que tiene es la “marca en el orillo”… es una nueva rica vulgar que se recarga de cosas caras y de marca. El estilo se muestra en “menos es mas”, sobre todo cuando los años avanzan”.
“Pero su disfraz hace juego con su mentira, su gobierno es una tragedia, su pasado es una mentira, sus indicadores son una falacia, su inteligencia es un fraude, su poder es ficticio, su relato es una actuación y su cara es una máscara de carnaval.”

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