Gracias por la nota publicada referente al conflicto de los trabajadores de la salud de la provincia de Santiago del Estero.
Este agradecimiento es sincero, puesto que nos refresca y nos acerca a la esperanza otra vez, porque los que luchan luego de cinco meses de ser ignorados por los medios de comunicación tradicionales, volvemos a creer en la república perdida.
La prensa escrita comienza a revelar el trasfondo político de una cadena interminable de desaciertos del ejecutivo hacia los dos frentes del problema. Por un lado los empleados del hospital público crónicamente afrentados, y por el otro la inmensa mayoría de una población crónicamente despreciada.
El gobierno del gobernador Zamora haciendo gala de una orgullosa obstinación ignoró los justos reclamos por reivindicaciones salariales y de las condiciones laborales que involucraban falta de insumos, de personal calificado y una infraestructura moderna y ostentosa llevada a cabo con inversiones millonarias en obra pública que resultó ser una de las variaciones del saqueo para los amigos del poder.
El concepto autoritario y cuasi totalitario de un personaje anacrónico, patético y decadente que en épocas de democracia emprende feroces persecuciones, traslados y cesantías, que se niega sistemáticamente a utilizar la única y valedera herramienta conocida para superar un conflicto: el dialogo, ese puente que deja atrás lo que pasó y comunica con lo que debe ser: un país de verdad. Haber permitido que el sistema de salud colapse primero y luego estalle como una supernova es haber cometido la peor ingratitud hacia un pueblo paciente y sufrido como es nuestro pueblo santiagueño. Que no merece tal abandono a su suerte, porque es dejarlo encerrado en su propia desgracia.
Es haber cometido la traición de los que no cumplen con los deberes de funcionario público, de aquellos que se disfrazan de falsos progresistas, de los que en su irracionalidad demagógica, sobrevaloran al subsidio sobre el salario. Y así vamos creyendo que gobernar es solo ganar una elección, es solo no dejar pasar la ocasión de ser ricos. De tomar todo lo que la codicia y la ambición puedan imaginar ...
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