Desde hace dos semanas Redrado viene señalando que es imperioso volver sin atajos a los mercados voluntarios de crédito. Aunque no explicó cómo se hace sin atajos, está claro que se refiere a la normalización del INDEC y al lanzamiento de un plan antiinflacionario que abriría las puertas a un acuerdo con el FMI y, por ende, a arreglar con los holdouts y el Club de París.
En cambio, el kirchnerismo quiere arreglar con los bonistas que quedaron fuera del canje y con el Club de París sin pasar por el fondo y en ese sentido la Presidente firmó un decreto de necesidad y urgencia disponiendo de un supuesto tercio de reservas excedentes que serían U$S 18.000 millones, según el gobierno. En la casa Rosada sostienen que con U$S 30.000 millones está asegurada la base monetaria, que son los billetes en manos de la población.
El problema es que de los U$S 48.000 millones que hay en reservas en el BCRA, cerca de U$S 22.000 millones son deudas del Banco Central como LEBAC y NOBAC. A esto hay que agregarle U$S 7.000 millones de argendólares que están colocados como encaje en el central.
Esta breve explicación significa que si el gobierno usa U$S 6.500 millones de las reservas quedarían sin respaldo los depósitos en pesos y dólares de la gente. Por eso resulta curioso que ADEBA, la entidad representativa de los bancos argentinos, apoye al gobierno y pida la renuncia de Redrado, que es el que garantiza la solvencia de los propios bancos.
Por el contrario, si el gobierno utiliza las reservas y la gente se da cuenta de que sus depósitos en realidad no tienen respaldo, van a ir a buscar los depósitos al banco. Y ya sabemos cómo termina esto.
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