Gerardo Zamora está obstinado (por no decir emperrado) en consagrar a Hugo Infante como intendente. Sencillo, el más fácilmente manejable. “Lito” ni habla. No toma ninguna decisión. No tiene una sola idea. Firma lo que le piden de la Casa de Gobierno. Paga a proveedores amigos del zamorismo y posterga las facturas de los que no se encolumna en el “proyecto” del Frente Cívico. Es el títere del mandamás.
“Lito” asume el lugar de bufón y payaso de este tiempo político en Capital con una contraprestación: Zamora le permite hacer negocios. O sea, cuando era concejal armó empresas y las puso a nombre de sus parientes que operaban con Julio Alegre y con la administración provincial que conduce su amigo “Gerardo”. Hoy, desde que ocupa la Intendencia, sigue operando con sus empresas que figuran a nombre de parientes cercanos.
Alegre hacía negocios con transportistas y empresarios de fuera de la municipalidad a través de escribanas amigas que apretaban y lograban hacer participar a Julito en las ganancias de los prestadores y proveedores. Infante, en cambio, directamente opera con sus propias empresas, a cara descubierta, a las que como intendente les paga abultadas y millonarias facturas.
La burla de Gerardo Zamora es clara. Se ríe de los ciudadanos de Capital y les encaja un candidato al que todos identifican como “el otro Alegre” porque utiliza la función pública (antes como concejal y ahora como intendente), para enriquecerse y enriquecer a sus jefes políticos y a los empresarios amigos de sus jefes.
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