Un dato no menor parecen no advertir quienes investigan y tienen la obligación de esclarecer la muerte de Jonathan Barrera. En el brutal asesinato hay solo un detenido sospechado (Becerra) a quien la sociedad friense que lo conoce de siempre, consideran un "perejil" victima de la corrupción institucional y de su propia adicción a las drogas.Son muchos los interrogantes que debe esclarecer, la jueza Sara Harón. El primero y más importante, el lugar y hora del asesinato, algo poco claro hasta el momento. Lo grave, cuando no deliberada contaminación a la escena del crimen es el primer escollo. El lugar, donde apareció el cadáver parece no apropiado para un homicidio de estas características, es más a un montaje escénico, y así lo demuestra la prolija ubicación del cadáver, el modo llamativo en que se encontró la motocicleta, debidamente estacionada, parada al costado del camino, algo que no resulta propia de quien se encuentra en red furtiva ( persiguiendo delincuentes ).
Peor aún, si pretendemos establecer el horario de su muerte. Para develar aquel misterio suele recurrirse a la ciencia forense en lo que se denomina "la rigidez cadavérica" como parámetro horario de la muerte. No debemos olvidar que tanto el arco político y policial de Frías han reconocido las llamadas y sus horarios en que la victima los llamo momentos antes del asesinato. Ese es un dato cierto y científicamente acreditado para la jueza, pues cuenta con los informes de las empresas de telefonía.
Pero la ciencia forense santiagueña, a quien la magistrada otorga credibilidad, ha desafiado la precisión satelital en las comunicaciones. Acontece que, el cadáver de Jonathan Barrera cuando fue encontrado "presentaba rigidez cadavérica o rigor mortis. Para una mejor comprensión, esto es la contracción de los músculos que les confiere dureza e inflexibilidad a las articulaciones, lo que imposibilita su movilidad pasiva.
La ciencia médica afirma que su instauración es descendente, comenzando por los músculos masticatorios hasta llegar a las extremidades inferiores. Aparece de tres a seis horas después de la muerte, suele ser completa a las ocho o diez horas y su intensidad máxima ocurre a las veinticuatro horas, desapareciendo al inicio de la putrefacción. Se debe al agotamiento de las reservas de ácido adenosintrifosfato (ATP) que pasa a ácido adenosindifosfato no estableciéndose la reacción inversa de regeneración del ATP.
El cadáver de Barrera, presentaba rigidez cadavérica. En otros términos, el momento de la supuesta muerte no resulta coincidente a los horarios de llamadas telefónicas realizadas por la victima. Algo no cierra en la investigación.
Como si ello fuera poco, los forenses locales han afirmado que la rigidez cadavérica que se presentaba la víctima, se debe a una evolución o contracción muscular LOGRADA EN CINCO MINUTOS. Algo que ni los más incipientes forenses del universo médico se atreverían afirmar. Las muertes repentinas y violentas, la ausencia de bajas temperaturas, la buena masa muscular de la víctima, son factores que retardan esa rigidez cadavérica.
La duda hoy no solo está en develar quien o quienes asesinaron a Jonathan Barrera. Se debe establecer en modo cierto el lugar y horarios de su muerte. Allí, donde el poder político no extiende sus tentáculos, seguramente ahí se encontrara la verdad.-
La ciencia médica afirma que su instauración es descendente, comenzando por los músculos masticatorios hasta llegar a las extremidades inferiores. Aparece de tres a seis horas después de la muerte, suele ser completa a las ocho o diez horas y su intensidad máxima ocurre a las veinticuatro horas, desapareciendo al inicio de la putrefacción. Se debe al agotamiento de las reservas de ácido adenosintrifosfato (ATP) que pasa a ácido adenosindifosfato no estableciéndose la reacción inversa de regeneración del ATP.
El cadáver de Barrera, presentaba rigidez cadavérica. En otros términos, el momento de la supuesta muerte no resulta coincidente a los horarios de llamadas telefónicas realizadas por la victima. Algo no cierra en la investigación.
Como si ello fuera poco, los forenses locales han afirmado que la rigidez cadavérica que se presentaba la víctima, se debe a una evolución o contracción muscular LOGRADA EN CINCO MINUTOS. Algo que ni los más incipientes forenses del universo médico se atreverían afirmar. Las muertes repentinas y violentas, la ausencia de bajas temperaturas, la buena masa muscular de la víctima, son factores que retardan esa rigidez cadavérica.
La duda hoy no solo está en develar quien o quienes asesinaron a Jonathan Barrera. Se debe establecer en modo cierto el lugar y horarios de su muerte. Allí, donde el poder político no extiende sus tentáculos, seguramente ahí se encontrara la verdad.-
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