Finalmente, y como suele ocurrir, una conspiración internacional, los medios de comunicación y Eduardo Duhalde fueron los culpables del enfrentamiento entre CFK y Hugo Moyano por una acusación de lavado de dinero contra éste. Todo indica que la tregua entre los dos socios, luego de un día de máxima tensión, llegó a un punto de acuerdo.
El gobierno se ocuparía de que los jueces Norberto Oyarbide y Claudio Bonadío omitan, en la causa de la mafia de los medicamentos, citar a declarar a sindicalistas importantes. A cambio de esto, la CGT se ocuparía de mantener la paz social y moderar sus aspiraciones en las convenciones paritarias, que se espera que arranquen con un piso del 30%.
Atrás quedó, al menos por ahora, la ilusión del entorno íntimo de la señora, que pensaba revivir la tragedia de los setenta (hoy repetida como una parodia) en la cual la juventud maravillosa intentó eliminar como factor de poder al sindicalismo peronista. El intento de echar lastre con el secretario general de la CGT para ganar las elecciones en primera vuelta de octubre quedó para otra oportunidad. Quizás para después del período electoral. Parece claro que los socios del cristinismo, esto es, la Cámpora, los Movimientos Sociales, el sindicalismo, los intendentes y gobernadores mantendrán su sociedad conyugal -poligámica- con serios problemas de convivencia hasta octubre.
Unidos hasta octubre
A todo esto, el entorno íntimo de la señora sigue igualmente convencido de que los sindicalistas, los gobernadores y los intendentes deben ser sometidos a los dictados de la Casa Rosada. Por ejemplo, que deben aceptar las colectoras que resulten necesarias al fin superior de la reelección cristinista. También quieren que, de ahora en adelante, se muestren caras más nuevas, para dejar atrás la imagen negativa que tenía Néstor Kirchner, que en gran parte se la llevó a la tumba.
Pero es indudable también que esta última pulseada con Moyano dejó secuelas. Ahora más que nunca, la actuación de Oyarbide, teledirigido desde la Presidencia de la Nación, le quita toda credibilidad a la función judicial. Otra secuela -y no menor- es que Moyano está dispuesto a llenar las listas de candidatos del Frente para la Victoria con su elite camionera, y esto implicaría un costo alto para el oficialismo.
Así las cosas, el gobierno espera un vuelco de último momento en Chubut, similar al de Catamarca, para seguir instalando la idea de que “Cristina ya ganó”. Pero la realidad es que, a siete meses de las elecciones generales, la mayoría de la gente no sabe cuándo serán las elecciones y qué candidatos se enfrentarán. Recién a partir de los próximos 60 días el público tomará conciencia de cuáles son las opciones ante el consorcio que gobierna la Argentina, es decir, el cristinismo, el sindicalismo, los gobernadores e intendentes.
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