La mayor parte de los decodificadores entregados no funcionan y se estaría sobrefacturando el alquiler del satélite a Slim. Una de las herramientas de clientelismo político y captación electoral más importantes del gobierno estaría empezando a hacer agua. Se trata de la televisión satelital, cuyo uso masivo aseguró el gobierno a través de la entrega gratuita de 350.000 decodificadores, plan que está a cargo, desde el año pasado, del coordinador del Sistema Argentino del Sistema de Televisión Terrestre, Osvaldo Nemirovsky. Éste reconoció que el Estado Nacional adquirió un total de 1.200.000 decodificadores a un costo de 1600 millones, destinados no sólo a multiplicar sus votantes sino a aumentar la influencia de su propaganda a través de su nueva red de frecuencias.
Pero después de un año, el primer balance del ambicioso programa es ampliamente negativo, lo que se evidencia por el pronunciado silencio que el gobierno mantiene sobre el tema. Según trascendió en fuentes del Ministerio de Planificación Federal, se habrían distribuido apenas unos 100.000 decodificadores a beneficiarios de planes sociales y siguiendo los padrones del ANSES. Pero lo grave sería que un chequeo reservado ordenado por el gobierno indicaría que la mayor parte de los aparatos entregados no funcionan, por problemas en los transistores o por falta de ajustes en su funcionamiento. Se sabe también que el fracaso de la operación habría generado acusaciones a Nemirovsky y distintas versiones de irregularidades. En otras palabras, que se sospecha de la calidad de los decodificadores y de los precios pagados. La presidente estaría bastante disgustada por el fracaso de su operación de populismo mediático, y se espera que se produzcan relevos en varios despachos oficiales.
Corrupción a la mexicana
Para colmo de males, ARSAT, la empresa estatal dependiente de Julio De Vido que administra las comunicaciones satelitales y el acceso a las redes de fibra óptica, está a punto de engrosar la larga lista de focos de corrupción del gobierno.
Una denuncia judicial que podría tomar estado público próximamente, señalaría que ARSTAT contrata, a precios muchos más altos que los del mercado, el alquiler del Satélite AMC6. La sobrefacturación tendría lugar del siguiente modo: El Estado argentino utiliza este satélite en forma permanente ya que, a diferencia de Chile y Brasil, ahora carecemos de satélites propios. Pero el pago se realiza cotizándolo como contrataciones por única vez, que son considerablemente más caras que los abonos por el uso permanente. La diferencia numérica sería enorme y las sospechas de administración fraudulenta en el alquiler también. AMC6 es propiedad del mexicano Carlos Slim, el hombre más rico del mundo. Según fuentes oficiales, el millonario contrato entre ARSAT y Slim habría formado parte del trabajo de lobista de Fernando Abal Medina, el padre del actual Secretario de Medios. Abal Medina, a través de su largo exilio en México, terminó convirtiéndose en un cotizado operador de Slim.
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