En todas las épocas de la historia existió una interacción entre la comunidad política e intereses sectoriales o de grupo. Estos grupos conocidos como grupos de interés o de presión tienen como principal función encausar la influencia entre gobernantes y los gobernados de ese sector.
Su objetivo principal es zanjar diferencias en cuestiones conflictivas y lograr del gobierno decisiones que favorezcan al grupo.
Estos grupos representan los intereses de los diferentes sectores en los que se divide o existen en una sociedad. En las sociedades occidentales, las organizaciones profesionales tales como médicos o abogados suelen figurar entre los más antiguos.
En los países democráticos en vías de desarrollo como el nuestro, cobran especial importancia los holdings extranjeros, la Iglesia Católica, las cámaras de empresarios, las Fuerzas Armadas, los representantes del campo, los sindicatos y las organizaciones de trabajadores, entre otros.
Ya en el siglo XVI, Rousseau consideraba que cualquier forma de representación de un interés particular, era una manifestación en contra de la voluntad general.
Madison por su parte expresó “que cualquier facción… movida por el impulso de la pasión o el interés particular pasa ser una amenaza contra los intereses permanentes y globales de la comunidad”.
No obstante en la actualidad en las democracias más desarrolladas de Occidente los grupos de presión no son considerados patológicos siempre y cuando sus exigencias se compatibilicen con el interés público. De ahí nace su legitimidad.
La estabilidad política y el éxito en la gestión de un gobierno consisten en mantener un adecuado equilibrio en los diferentes sectores tratando que ninguno prevalezca notoriamente sobre los demás.
En el 2003 tras la asunción de Néstor Kirchner al poder, hizo exactamente lo contrario. Sabiendo su escasísima legitimidad de origen, solo un 22% de los votos, buscó reforzar su base de sustentación en ganar el apoyo de uno de los tradicionales factores del poder de nuestro país: los sindicatos de la poderosa Confederación General de Trabajo (CGT).
Durante su mandato esta alianza de conveniencia fue consolidándose cada vez más, con una interdependencia mutua entre ellos.
Después del fallecimiento de Kirchner, su viuda, en su incapacidad de gestión, soledad e impotencia, se fue enredando cada vez más en la telaraña urdida por el líder de la CGT, Hugo Moyano.
No obstante este matrimonio de interés mutuo, comenzó a llegar a un punto de ruptura. Las demandas de Moyano se hacían más duras y numerosas, notoriamente contrarias a la política gubernamental.
Los cables dados a conocer por WikiLeaks destacan como aumentan las exigencias del líder camionero a medida que el gobierno se debilita por sus graves errores internos y externos.
La CGT que en un principio tuvo la capacidad de estabilizar la fragilidad inicial del gobierno se convirtió en un verdadero contrapeso para el desenvolvimiento del gobierno, convirtiéndose casi en un co-detentador del poder.
Cristina no puede de ninguna manera mantenerse en el poder sin el apoyo de Moyano. Pero por su lado, numerosas demandas y acusaciones de corrupción contra este, limitan el accionar del líder de la CGT. Ambos se necesitan mutuamente, llevando al país a un verdadero equilibrio inestable.
Mientras la situación se encuentra en ese estado, el país afronta cada vez más la prepotencia en los procederes de líder de la CGT, vulnerando permanentemente las leyes mediante aprietes y escraches a aquellos que se oponen a sus designios. Uno de los cables de EE.UU. mencionados, califica a Moyano como matón. En realidad ese calificativo lo define adecuadamente por los procedimientos al margen de la ley que utiliza.
Recientemente la relación del gobierno entró prácticamente en cortocircuito con Moyano, a consecuencia de un exhorto de Suiza en el cual el fiscal general de ese país, bloqueó preventivamente una cuenta con 1.870.000 dólares de la empresa COVELIA protegida por el sindicalista, a nombre de Depresbiteris y su esposa y luego pidió a la justicia argentina copia de las causas en que está siendo investigado Moyano, su hijo Pablo y el resto de su entorno familiar.
Toda la CGT como una aceitada corporación, un real factor de poder, declaró inmediatamente un paro y una concentración de la Plaza de Mayo. Una verdadera extorsión al Poder Judicial y al Poder Ejecutivo y una traición a su socia, la presidente.
En ese estado de debilidad y vulnerabilidad el gobierno tuvo que ceder, se desconoce en qué términos y a que costo, para evitar el paro.
Muchas veces señalamos que los Kirchner estaban caminando en la cornisa y jugando peligrosamente con fuego y que sus insólitas maniobras políticas y las numerosas trasgresiones a las leyes iban a tener un final no deseable para el país. No solo con su desafortunada alianza con la CGT, sino también con los movimientos piqueteros y los “pseudo movimientos sociales” y sus ilegales procedimientos.
En su supina ignorancia y en sus torpes decisiones gubernamentales, la presidente quedó atrapada en una maraña de compromisos con estas organizaciones, que nada tienen que ver con el gobierno de nuestra Nación.
Nunca más cierto, el viejo axioma popular; “el que siembra lluvias, cosecha tempestades”.
Contestando al título del artículo, “los Kirchner crearon estos monstruos antidemocráticos”.
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