PARA NO ENTREGARLE LA BANDA A UN OPOSITOR, LA PRESIDENTE RENUNCIARÍA ANTES. Néstor Kirchner, consciente de su probable derrota en el 2011, anunció su cambio de domicilio a Río Gallegos. Habría pensado que, en el peor de los casos, se podría refugiar en la gobernación de Santa Cruz y defenderse desde allí de la demonización de los medios de comunicación y de la persecución de los jueces.
No aceptaba, además, de ningún modo convertirse en el Fujimori argentino, llevando entonces la falta de cuidado de su salud a un riesgo extremo que lo condujo a la muerte. Esta conducta se habría profundizado cuando el gobierno cruzó la frontera de su primer muerto político, Mariano Ferreyra. En definitiva, no aceptaba ser exhibido como un trofeo por los vencedores del 2011.
Sin salida
El oficialismo en retirada levanta la figura de CFK como la unificadora de las parcelas kirchneristas todavía no enfrentadas pero bastante distanciadas. En este arco variopinto están el moyanismo, la izquierda -representada por los movimientos sociales y organismos de derechos humanos- y el aparato del PJ con los gobernadores y los intendentes del conurbano que ya se habían rebelado.
CFK podrá mantener la ilusión por un tiempo más gracias a los encuestadores truchos que van a seguir lanzado cifras imaginarias de una supuesta victoria en las elecciones presidenciales. Además, las desgracias personales, como ya se probó con la muerte de Carlos Menem junior en el 95, producen un efecto de simpatía transitoria.
Según fuentes del entorno de Olivos, la semana pasada Néstor Kirchner recibió números de encuestadores serios que le aseguraron que en ningún caso obtendría más del 30% en la primera vuelta y que en segunda perdía con cualquiera. Al ex presidente se le hacía difícil soportar la idea de que estaba en un callejón sin salida. Ahora Cristina se ha convertido en el piloto de la nave para la entrega del poder en diciembre de 2011 o antes.
Pampuro liquidaría la quiebra
Ayer, en el círculo íntimo presidencial, trascendió que CFK, fiel a su estilo, no le entregaría la banda a un presidente de la oposición. Renunciaría antes, delegando la entrega del poder en el presidente provisional del senado, José Pampuro, el líder espiritual del grupo de los 8 intendentes rebeldes. Julio Cobos podría para ese entonces ya no ser vicepresidente, porque renunciaría alrededor de marzo del año que viene para enfrentar a Ricardo Alfonsín en la primaria de la UCR.
Ahora, en el futuro inmediato, no hay que esperar otra cosa que más intolerancia, más odio y más lógica amigo-enemigo. Un clásico del populismo moderno. En esta remake se puede vislumbrar un papel preponderante para Máximo Kirchner, el hijo de perfil bajo que es el operador de buena parte de los negocios de su padre y que será operador político de su madre junto a Carlos Zannini. En un escalón más bajo estará Julio de Vido, de excelente relación con los empresarios. Pero el Ministro de Planificación ya tenía menguado su poder en tiempos de Kirchner y seguramente ahora su gravitación será menor todavía.
No se vislumbra por ahora un cambio de gabinete, ya que todos cuentan con la confianza de la presidente, que continuará con la política que llevó hasta ahora. O sea que hay que esperar más kirchnerismo.
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