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jueves, 28 de octubre de 2010

Se inició una lucha despiadada por el poder

Cristina le pidió al embajador en Madrid, Carlos Bettini, que venga a Buenos Aires para que la asesore "como su mano derecha". Posibles cambios en su entorno y problemas de gobernabilidad permiten hablar de una eventual renuncia. Las miradas giran hacia Cobos como sucesor constitucional. Moyano en la picota y el activismo de la izquierda. Avances de la Justicia e interrogantes sobre los testaferros. ¿Aparecerá un gobierno de Unidad y Salvación Nacional?

Hasta los observadores medianamente informados sabían de la grave enfermedad cardíaca que sufría el diputado Néstor Kirchner y así lo señalamos reiteradamente en estas columnas. También evaluamos la trágica situación política e institucional que el kirchnerismo había construido en la República y, ahora que murió el máximo responsable de esa circunstancia, debemos subrayar que ha comenzado una tremenda competencia por el poder que tendrá distintas alternativas, variables e intensidad según se desarrollen los acontecimientos. Trataremos de desplegar una cronología y un orden a partir de los mínimos elementos que existen hasta ahora, para explicar la complejidad de un escenario que en su momento no dudamos en definir como peligroso. Para iniciar el trazado de su contenido, comenzaremos por decir que apenas llegó el matrimonio presidencial a El Calafate, contraviniendo las instrucciones médicas respecto de Néstor Carlos, Cristina debió internarse en el área neuropsiquiátrica de la clínica José Formento, donde finalmente moriría su marido, de lo que fue testigo cuando se aprestaban a darle el alta.
Pasados los primeros momentos, el deceso puso en marcha un proceso que se intensificó poco después, cuando la Presidente de la República comenzó a tomar conciencia de que estaba sola y que debía adoptar decisiones sobre múltiples problemas cuyo contenido desconocía en buena medida. No sabemos si ésta fue la primera decisión, pero pasadas las primeras horas resolvió llamar a España y hablar con el embajador argentino Carlos Bettini, con el objeto de invitarlo a viajar a Buenos Aires para recibir su asesoramiento mientras dure su permanencia en la Casa Rosada, con el carácter de “mano derecha” de la Presidente. Bettini, un hombre vinculado con el terrorismo setentista -organizó el asesinato de su amigo, el capitán de fragata Bigliardi, en La Plata- tiene múltiples vinculaciones comerciales y políticas en España hasta tal punto que adquirió la doble nacionalidad, a la que debió renunciar para poder acceder al cargo diplomático. Bettini es un lobista profesional e intervino e interviene en numerosos e importantes negocios, entre ellos los relacionados con Aerolíneas Argentinas y otros tópicos sobre los que habrá que volver si ocupa el puesto oficial que le ofrecieron. Pero antes de abandonar provisoriamente el comentario sobre este personaje, debemos recordar también que en la época de la plata dulce manejó una mesa de dinero que en su momento engrosó con un aporte de 2 millones de dólares, que pertenecían a Isidoro Graiver como inversor. Luego, esa suma fue llevada a España para realizar negocios varios favorecidos por sus contactos con Felipe González, tras lo cual la suerte económica de Bettini mejoró notablemente hasta convertirse en asesor financiero de María Estela Martínez de Perón, para luego ocupar un cargo en el Ministerio de Relaciones Exteriores durante la gestión del menemista Guido Di Tella. En síntesis, todo un periplo político que reveló su notable capacidad para amoldarse a las distintas oportunidades que le ofreció la política, donde pasó de empuñar las armas a la más sutil actividad de la diplomacia.
Si se concreta, el nuevo aterrizaje de Bettini sería toda una definición respecto del devenir inmediato, pues produciría un desplazamiento entre los más influyentes del Kirchnerismo, con las lógicas resistencias y enojos derivados de un nuevo esquema de supervivencia organizado por Cristina. Esta novedad permite especular sobre un recambio de hombres en la cúspide del gobierno y tal vez una nueva orientación y un estilo diferente, según sean las líneas o sectores que se conviertan en dominantes. El primero en definirse como cristinista decidido fue Hugo Moyano con su discurso de ayer por la tarde en la CGT donde, pese a su doble cargo de secretario general y vicepresidente en ejercicio del Partido Justicialista bonaerense, no logró reunir en su derredor a figuras importantes, lo que es otra señal de las dificultades que le esperan o mejor dicho, que ya comenzaron a agobiarlo. Moyano, que no oculta sus aspiraciones políticas, tiene necesidad de superar dos cuestiones de peso: una de ellas, es la posibilidad de resultar procesado por el complicado tema de los remedios truchos que como en tantos otros casos, fueron adquiridos por la Obra Social de los camioneros. La investigación judicial puede llevarlo a la cárcel y si esto sucede surgirán, a no dudarlo, otras cuestiones de las que lo menos que pueden decirse es que son extremadamente difíciles pues entre ellas figuran los negocios del gremialista con empresarios afines a los K. Otro asunto importante, es tratar de despegarse del asesinato del activista de izquierda Mario Ferreyra, muerto de un balazo durante un enfrentamiento que protagonizaron ferroviarios y un grupo del trotskista Partido Obrero, caso que igualmente produjo heridas a una señora cuyo estado es desesperante. La desaparición de Néstor Kirchner dejó en un segundo o tercer lugar este verdadero problema que generó una repulsa de todos los sectores y especialmente puso en estado de alerta a la izquierda que no dejará caer esta bandera. Más aún, según sean los próximos pasos políticos del oficialismo, ésta seguramente buscará ocupar un lugar protagónico y movilizará todos los resortes sindicales, políticos y sociales como se dice ahora, que apuntará contra Moyano y el oficialismo.
El secretario general de la CGT tiene muchos enemigos y pocos aliados, sobre todo si persiste con su idea de ser candidato a la gobernación de la provincia de Buenos Aires, un destino electoral que tiene muchos postulantes dentro y fuera del justicialismo. Este asunto nos lleva a considerar la figura de Eduardo Alberto Duhalde quien hoy por hoy, es el dirigente que tiene mayor incidencia dentro y fuera del peronismo, con aliados y conexiones múltiples que han transformado a Lomas de Zamora en una verdadera meca de interés político. Allí como en otras partes, se suceden las conversaciones y recepción de mensajes y consultas cuyo contenido, si trascendiera, sería revelador de las tensiones que se acumulan en el nuevo escenario argentino.
Por su parte, el ministro Julio De Vido tiene sobrados motivos para preocuparse, no sólo por los avances judiciales en materia de negociados, sino también para opinar en cuestiones económicas, rubro fundamental donde ya se duda con fundamentos variados de la permanencia de Boudou en el ministerio correspondiente. Al menos, ya es tema de conversación pese a que está fresco el cimbronazo producido por la muerte de Kirchner, la necesidad de reemplazarlo por su incapacidad para enfrentar los hondos problemas que se afirman día a día, especialmente la inflación que ya trepa al 30 por ciento. A 48 horas de la desaparición de Kirchner, el centralismo de su gestión y la crisis en que dejó a las instituciones, hace que las dudas, la confusión y el temor se hayan adueñado de una situación donde los nombres van y vienen y anuncian alianzas y desavenencias que se modifican en una verdadera danza de problemas. Esto permite decir que desde anoche se consideraba probable que si Cristina no logra afiatarse en el ejercicio de la Presidencia, podría evaluar la conveniencia de una renuncia, excepto que los gobernadores que ya no ocultaban que eran díscolos a las órdenes de Néstor, le brinden su apoyo y anuden acuerdos serios para que pueda sobrevivir el peronismo.
Los mecanismos para alcanzar esta fórmula son todavía tan confusos que podrían ser permanentes y no son pocos quienes razonan que en tal caso un alejamiento de Cristina y un eventual avance de la Justicia -lo que incluye otro asunto que se las trae, como es el caso de los testaferros- obligaría a echarle una mirada a la Constitución Nacional y aceptar que el vicepresidente de la Nación, Julio C. Cobos, es el heredero natural en esta crisis insondable que, es obvio, afecta a los mismos partidos políticos. Poco se diferencian unos de otros y lo mismo sucede con la mayoría de quienes ocupan el lugar de la dirigencia; los intereses nos llevan directo al exigido terreno de la moralidad herida y en lo que hace a la totalidad de los factores que integran una Administración con mayúscula, nos trasmiten la necesidad de una renovación absoluta dentro de un marco de gobernabilidad posible para superar a la anarquía que ya se asomó. Insistimos que las conversaciones se han acelerado, la mención de un acortamiento de los plazos electorales es reiterada como también la posibilidad de llegar a un acuerdo para formar un gobierno de Salvación y Unidad Nacional. Para eso hace falta una grandeza buscada desesperadamente, incluso para evitar esa anarquía y la eventual guerra civil en un País que se quedó, gracias a Kirchner, sin el necesario componente para ejercer un poder real.

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