Hay noticias nuevas que son viejas. El avance de Hugo Moyano, la alternativa Scioli, el nudo gordiano de la Provincia de Buenos Aires, los empresarios en su cónclave de Mar del Plata, los egos de periodistas y políticos danzan en su calesita interminable.
* La oposición política quiere estrechar en un abrazo de oso a Daniel Scioli. El gobernador de la provincia de Buenos Aires ha sido diputado, vicepresidente y gobernador. No se dejará arrastrar por aprendices de brujo o golosos de poder. Y mucho menos por el bumerang que le disparan Hugo Moyano u Horacio Verbitsky desde distintas esquinas. Son impactos que favorecen. Trabajadores, clase media, independientes son la base de su inalterable imagen positiva. Y a ellos no les agrada -como lo prueban las cifras- ni el sindicalismo cavernario ni leen Página 12. Como el común: noticias escabrosas por la tele, Tinelli, Susana Giménez y -¿por qué no?- Cacho Castaña o Los Pimpinela. Gustos compartidos por el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires.
* El debe saber que su proceso se basa en gestión y vínculo con las gentes. Y permitir que decanten las situaciones complejas que vive el país político, en particular el peronismo. No habrá un gran salto. Aunque los astros se vayan ordenando en su torno.
* La embajada de los Estados Unidos dejó de ser el centro de atención y actividad que fue por tantos años. No quita que de vez en cuando se hagan reuniones herméticas con argentinos influyentes e informados. En encuentro reciente, el representante del gobierno norteamericano dejó en claro que esperan un cambio en las próximas elecciones.
* Después está la gente. Las encuestas van y vienen. La gente –los de a pie- se aburren. El clima político no les hace mella. La vida sí los lastima. No son los medios los que lo sacuden. Es lo que viven.
* Un informe del sabio Ernesto Kritz de su consultora SEL deja algunas cosas en claro.
* En el primer semestre de este año, ANSES otorgó unos 3,6 millones de asignaciones universales por hijo. Hay consenso de que la puesta en vigencia de la AUH tiene un impacto importante sobre la reducción de la pobreza extrema y, en una medida algo menor, sobre la pobreza no indigente.
* La excepción a este consenso parece ser el INDEC. Esto surge de los datos de incidencia de la pobreza y de la indigencia publicados por el organismo. De acuerdo a estos datos, en el semestre en que puso en práctica este amplio programa de transferencias a los hogares en situación de mayor vulnerabilidad social, la indigencia se redujo sólo en 0,4 puntos porcentuales y la pobreza no indigente en otros 0,8 puntos. Es la segunda caída más baja de los últimos 6 semestres.
* Traducido en número de personas, siguiendo los datos de incidencia del INDEC, esto significa que en este semestre salieron de la pobreza extrema unas 139 mil personas, y de la pobreza moderada unas 271 mil más. En total, esto equivale a poco más del 10% de los beneficios otorgados. El otro 90% parecería no haber producido efectos mayores.
* La explicación de esta paradoja no debe buscarse en una aparente ineficacia de la asignación Universal por Hijos. Si, como todo lo indica, la mayoría de las transferencias llegan a los hogares más pobres, debería esperarse un efecto sobre su posición respecto de la línea de pobreza sensiblemente mayor que el que surge de los datos del INDEC. Gasparini y Cruces (2010) estiman que la reducción de la pobreza extrema es de 3 a 4 puntos, dependiendo del escenario de cobertura3. Es probable que este impacto, calculado a partir de la incidencia de pobreza del segundo semestre de 2009, haya disminuido por la licuación parcial de la Asignación Universal por Hijos provocada por la inflación del primer semestre de 2010. Un cálculo realizado por SEL Consultores muestra que, para un hogar de 5 miembros, con 3 hijos menores, la inflación redujo la proporción de la canasta básica de alimentos cubierta por la Asignación Universal por Hijos, de 50% en noviembre del año pasado a 39% en julio último. Pero aún así, parece claro que el impacto sobre la pobreza debe ser bastante más importante que el que se deduce de los datos del INDEC.
* El efecto sobre el cálculo de la pobreza y la indigencia es obvio. En el 10% más bajo de ingreso per cápita familiar -es decir en la población expuesta a la pobreza extrema- dos tercios de los ocupados son informales. En el segundo decil más bajo, la proporción es de 57%, y en el tercero, donde todavía hay población vulnerable, es de 48%. Una posible sobreestimación de sus salarios los aleja de la línea de pobreza, reduciendo estadísticamente la incidencia de la condición de privación.
* Distinto de la subestimación de la canasta básica, no hay elementos para corregir con objetividad la posible sobreestimación de los ingresos de los hogares de los deciles inferiores. Sin embargo, a juzgar por el desvío no explicado de las estadísticas de salarios no registrados, es probable que incida en algunos puntos adicionales el cálculo de la pobreza y la indigencia anterior a la puesta en vigencia de la asignación universal por hijo.
* La verdadera paradoja, por consiguiente, no es la eventual ineficacia de la asignación universal, sino la dificultad del INDEC para mostrar su impacto positivo -que no es poco- sin someter a cuestionamientos fundados sus cifras de pobreza e indigencia.
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