Por Jose Luis Zavalia
Cristina de Kirchner no puede hacer otra cosa que representar de un modo tragicómico su propio anuncio, de que la historia, cuando intenta repetirse, sólo es una triste comedia. Así, en el acto de este sábado, junto a un impresentable Moyano, exhibió ante un público arrastrado con dádivas, una especie de Frankestein patético de lo que alguna vez quiso ser el peronismo.
De un plumazo derribó lo que tras largas luchas los sufridos jubilados supieron recuperar: el 82 % móvil, derecho adquirido en la Argentina hace más de cincuenta años atrás. Y derribado por las peores dictaduras, de ideología ultraliberal. Las mismas que de la boca para afuera estos "nacionalistas" de reality show dicen repudiar.
Los hechos cantan lo contrario. Al igual que Menem, los Kirchner utilizan los derechos humanos, los derechos sindicales y los derechos sociales para engañar al pueblo. Y efectuar bajo cuerda muchos de los más grandes negocios que se efectuaron en toda la historia de este país.
Junto a ellos, Moyano, un burócrata sindical multimillonario, repudiado una y otra vez por los trabajadores, oficiando asimismo de custodio de los fondos públicos. Es decir, adjudicándose el derecho de manejar para beneficio de una pequeña clase parasitaria, los depósitos obtenidos con los aportes de toda la vida de millones de trabajadores ahora jubilados.
Los hechos cantan lo contrario. Al igual que Menem, los Kirchner utilizan los derechos humanos, los derechos sindicales y los derechos sociales para engañar al pueblo. Y efectuar bajo cuerda muchos de los más grandes negocios que se efectuaron en toda la historia de este país.
Junto a ellos, Moyano, un burócrata sindical multimillonario, repudiado una y otra vez por los trabajadores, oficiando asimismo de custodio de los fondos públicos. Es decir, adjudicándose el derecho de manejar para beneficio de una pequeña clase parasitaria, los depósitos obtenidos con los aportes de toda la vida de millones de trabajadores ahora jubilados.
El chirolita local
En Santiago del Estero, su lacayo obsecuente, Gerardo Zamora, se burla al igual que Cristina Kirchner de los más pobres y necesitados. Nadando en la abundancia de fortunas acumuladas en pocos años, "no alcanzan los presupuestos", sin embargo, para sacar de la calle a miles de niños en situación de indigencia. No alcanzan los fondos para dotar de equipamiento y personal dignamente remunerado a los hospitales. Ni a las escuelas de todos los niveles.
Sí para construir autopistas diez veces sobrevaluadas, sin nada alrededor: solamente polvo y espanto.
Recientemente hizo un nuevo anuncio que es una verdadera burla. Promocionado hasta la náusea por sus medios de comunicación clientelares, en Santiago.
Dice que unos 2.200 trabajadores con contratos de locación de servicio pasarán a "contrato de empleo" en noviembre. "Estamos en los retoques finales, creo que lo vamos a lograr en noviembre", dijo el sinvergüenza, asegurando sin sonrojarse que "se cumplirá con el compromiso contraído en la Mesa de Diálogo".
Al igual que su jefa, Zamora provoca con esto una nueva afrenta a los trabajadores. A quienes viene prometiendo desde hace años una regularización de los ilegales, ilegítimos y delictuales "contratos de locación".
El régimen tradicional de trabajo indica que un trabajador a los tres meses de efectuadas sus funciones correctamente debe quedar efectivo. No con "contrato de empleo". Un nuevo invento para prolongar la inestabilidad laboral. Sino efectivo, para poder jubilarse luego con un salario digno.
Estos derechos, consagrados por las leyes laborales internacionales, son pisoteados brutalmente no sólo por el gobierno. Sino, de un modo incluso más ofensivo, por los sindicalistas de la CGT. Quienes en vez de defender los derechos de los trabajadores se dedican a diseñar sus entuertos o arreglos con el gobierno, a través de la farse llamada Mesa del Dialogo, hasta cuando, al más burdo estilo empresarial.
De igual modo, la AFIP, Rentas, y demás órganos de supuesto control, se dedican a perseguir a comerciantes y empresarios honestos. Haciendo la vista gorda ante el grosero delito que reproduce día a día el Estado santiagueño, manteniendo a decenas de miles de empleados en negro y con salarios muy por debajo de los correspondientes a sus labores.
Santiagueños: es necesario reaccionar, de una vez por todas. Para evitar que nuestra provincia, con grandes recursos que podrían proveer una vida próspera y digna para todos, sigan siendo el negocio obsceno de sólo unos pocos sinvergüenzas audaces.
Sí para construir autopistas diez veces sobrevaluadas, sin nada alrededor: solamente polvo y espanto.
Recientemente hizo un nuevo anuncio que es una verdadera burla. Promocionado hasta la náusea por sus medios de comunicación clientelares, en Santiago.
Dice que unos 2.200 trabajadores con contratos de locación de servicio pasarán a "contrato de empleo" en noviembre. "Estamos en los retoques finales, creo que lo vamos a lograr en noviembre", dijo el sinvergüenza, asegurando sin sonrojarse que "se cumplirá con el compromiso contraído en la Mesa de Diálogo".
Al igual que su jefa, Zamora provoca con esto una nueva afrenta a los trabajadores. A quienes viene prometiendo desde hace años una regularización de los ilegales, ilegítimos y delictuales "contratos de locación".
El régimen tradicional de trabajo indica que un trabajador a los tres meses de efectuadas sus funciones correctamente debe quedar efectivo. No con "contrato de empleo". Un nuevo invento para prolongar la inestabilidad laboral. Sino efectivo, para poder jubilarse luego con un salario digno.
Estos derechos, consagrados por las leyes laborales internacionales, son pisoteados brutalmente no sólo por el gobierno. Sino, de un modo incluso más ofensivo, por los sindicalistas de la CGT. Quienes en vez de defender los derechos de los trabajadores se dedican a diseñar sus entuertos o arreglos con el gobierno, a través de la farse llamada Mesa del Dialogo, hasta cuando, al más burdo estilo empresarial.
De igual modo, la AFIP, Rentas, y demás órganos de supuesto control, se dedican a perseguir a comerciantes y empresarios honestos. Haciendo la vista gorda ante el grosero delito que reproduce día a día el Estado santiagueño, manteniendo a decenas de miles de empleados en negro y con salarios muy por debajo de los correspondientes a sus labores.
Santiagueños: es necesario reaccionar, de una vez por todas. Para evitar que nuestra provincia, con grandes recursos que podrían proveer una vida próspera y digna para todos, sigan siendo el negocio obsceno de sólo unos pocos sinvergüenzas audaces.
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