Chávez le recomendó a Cristina que se mantenga firme en el poder y apunte a la reelección. La Presidente adoptaría un estilo parecido al de su desaparecido marido. No son pocos los que esperan competir dentro del PJ y Scioli avanzaría con mayor independencia, al igual que los jueces que investigan la corrupción. También se estudia el comportamiento de magistrados. Probables acuerdos con dirigentes de otros partidos. Nace el cristinismo.
Como una señal de los confusos tiempos que corren, durante todo el día de ayer circularon rumores insólitos que ponían en duda que el cuerpo de Néstor Carlos Kirchner estuviera dentro del féretro donde se lo velaba. No faltaron los correos cibernéticos que sostenían que los restos mortales del ex Presidente estaban guardados en El Calafate, de donde se lo trasladaría a Rio Gallegos para su descanso definitivo. Hasta hubo comentarios que pusieron en duda la muerte del político santacruceño y, con variantes, se cursó otra serie de versiones indicativas del estado de ánimo por el que transita un importante sector de la población. También enrareció la atmósfera política la decisión adoptada en el pináculo del poder, en el sentido de que no se aceptaría la presencia de ningún ex presidente e incluso de otras figuras representativas de la vida pública Argentina. Ahora, el flamante cristinismo quiere ser excluyente, acaparador del manejo político por parte del oficialismo y decisor de los destinos de quienes están cerca o pasaron por el poder. Entre ellos, Alberto Fernández quien, triunfal, podría volver a ocupar un puesto importante. A la rareza sobre el presunto cajón supuestamente vacío que comentamos, se agregan otros detalles relacionados con el velorio y las próximas exequias del desaparecido diputado nacional pero que en los hechos se desempeñaba como el verdadero presidente de la República, papel que, como lo decimos, ahora Cristina Fernández tomaría con todas sus prerrogativas pese a que su estado de salud no es bueno, aunque adoptará más previsiones que su marido. Por prescripción médica, la Presidente es una gran consumidora del ansiolítico Rivotril, a raíz de los problemas que afectan su estado de ánimo, lo que no le impide definirse en el sentido de que pese a las dificultades que aparecen en el horizonte político, está dispuesta a imponer su criterio, sus ideas y su estilo. Esto es importante pues hasta ayer temprano se ponía en duda cuál sería su futura actitud ante la desaparición de quien manejaba el timón del Estado. Las especulaciones eran indicativas de que la concreta sensación de soledad afectaría su desempeño, sobre todo para terciar frente a los conflictos internos que son graves y de una impredecible evolución.
El asesoramiento que recibiría de su amigo personal, el actual embajador en España Carlos Bettini, estaría confirmado, aunque aún es demasiado temprano para conocer hasta dónde llegará esta colaboración, asunto que es motivo de preocupaciones en el corazón del pequeño pero influyente grupo que está en la cúspide del poder. Allí ya se han producido las primeras desavenencias, que posiblemente se profundizarán con el correr de las horas. Por ejemplo, los analistas esperan que se acuerde cuál será el papel definitivo que tendrá el ministro Julio De Vido, quien ya recibió el respaldo de los principales sectores industriales que, preocupados, observan el rol que intenta desempeñar Hugo Moyano, convertido en algo así como el aspirante a ser el hombre fuerte de la nueva etapa que se abre en el escenario político y por qué no decirlo, institucional de la República. Moyano, en su doble papel de Secretario General de la CGT y titular del PJ bonaerense, soporta progresivas resistencias entre sus pares del gremialismo, resistencias que se extienden al ámbito político donde ya compite abiertamente con Daniel Scioli, quien aspira a la candidatura presidencial. Esto es grave pues Cristina aceptaría el apoyo del sindicalista para ser ella la candidata a ocupar nuevamente la Casa Rosada, lo que la obligaría a tejer alianzas que se muestran difíciles pues entre los gobernadores hay varios que están dispuestos a impedirlo. Por su parte, Reutemann, el permanente candidato en potencia, si desea participar, se le acorta el tiempo para pronunciarse, en tanto se habla de un eventual acuerdo con Eduardo Alberto Duhalde para seguir este camino.
Ese probable acuerdo también comprendería al vicepresidente Julio C. Cobos, en términos todavía difusos, factores todos estos que despiertan tensiones que incluso se mantendrían si se produce una esperada exteriorización, tal vez violenta, de las izquierdas, que saldrían a reclamar el esclarecimiento de la muerte del activista Mariano Ferreyra, tal como lo dijimos ayer. Pero además, recibirían un apoyo externo del chavismo, cuyo jefe vino para asistir al velorio de Kirchner pero también para decirle a Cristina que debe mantenerse firme en su cargo y buscar la reelección. Para el venezolano, el alineamiento con la Argentina progre es indispensable para su supervivencia, ya bastante jaqueada política y económicamente por los acumulados fracasos de su gobierno. Paralelamente, los jueces, que ahora comienzan a respirar un aire de independencia, están listos para avanzar sobre De Vido como resultado de las investigaciones sobre corrupción, tema que, como se sabe, se extiende al propio Moyano pero también a varios jueces cuyo desempeño llena varias carpetas que pueden ser explosivas. Sólo cabría conocer quiénes las instrumentarían en lo que podría transformarse en el inicio de una danza de dificultades progresivas que llegarían mucho más cerca de Cristina de lo que se supone, con lo cual el escenario muestra complicaciones crecientes cuyas soluciones son distantes si no imposibles.
De todos modos, esto recién comienza, los componentes del nuevo escenario apenas sí están esbozados pero, para concluir por hoy, podemos decir que todo parece indicar que Cristina Fernández piensa desempeñarse en términos bastante parecidos a los que utilizó su marido.
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