Se ha muerto el hombre fuerte del gobierno. El que les decía a Cristina y los ministros qué hacer. Se abre una interna por la herencia política. Es el fin del kirchnerismo tal como lo conocemos hasta ahora. Moyano y los gobernadores jugarán un rol importante. El rol del Peronismo Federal en esta coyuntura.
Murió “Néstor” a secas. El hombre fuerte del gobierno. El ex presidente en ejercicio que le decía a Cristina qué hacer. Y al gabinete cómo ejecutar las políticas que iba imaginando para mantener el poder e intentar la presidencia otra vez en 2011.
En el peronismo, muy pocos eran realmente kirchneristas por ideología o por convicción política. La mayoría, como muchas veces en la historia del movimiento, adscribió al líder ahora muerto por conveniencia, por alianza táctica, o por supervivencia. Lo saben bien los barones del conurbano que en 2009 mandaron a cortar boletas para salvarse ellos mismos y sus grupos políticos, en detrimento de la nómina que encabezó el propio Kirchner en la provincia de Buenos Aires. Lo saben a la perfección los gobernadores que sufrieron el destrato -Celso Jaque es un buen ejemplo de ello- y que debieron mantenerse alineados casi a la fuerza. Kirchnerismo o nada, era la consigna.
Murió Néstor, y el poder resulta debilitado. Kirchner era el principal cuadro político del gobierno nacional y el candidato a presidente. Era también quien daba aire o ponía los límites a socios ávidos, como Hugo Moyano, y quien se entregaba también a las alianzas que iban alimentando de volumen político al gobierno después de siete años en el poder y con un país en “sensación de cambio”, con elecciones a la vista. Era, en definitiva, quien autorizaba y desautorizaba cada acción. Desde las grandes hasta las más pequeñas. Vaya como prueba de ello algo que toca de cerca de los mendocinos: la presidenta Cristina Fernández firmó el decreto de la Promoción Industrial a favor de la provincia, y Néstor lo frenó. Tan simple como eso.
La muerte de Kirchner abre interrogantes sobre el futuro. Cristina es Fernández, pero no es Kirchner salvo por la acción civil del casamiento. La presidenta es un cuadro político también y una mujer fuerte. Está claro que Cristina no es Isabel y que De Vido, Zannini y Aníbal Fernández no son López Rega. Pero habrá en su entorno y en todo el peronismo una interna por el dominio, la influencia y el rumbo inmediato del gobierno. Serán centrales los roles de sus principales espadas y de los gobernadores aliados, tanto como de los líderes peronistas en el Congreso.
Murió Kirchner, y es posible que haya caído el gran muro que separaba al peronismo nacional. Cabe la pregunta entonces… ¿Se abren las puertas de regreso del Peronismo Federal al justicialismo? Todo es posible. El peronismo opositor cuenta con un ex presidente (Eduardo Duhalde), gobernadores, ex gobernadores, y líderes rutilantes como Francisco De Narváez o Carlos Reutemann. Por estas horas están en contacto permanente.
La muerte del ex presidente Kirchner marca el fin de una era política en el justicialismo. El líder fue la carta de recambio del menemismo en retirada. Una transición hacia el futuro del PJ que viraría entre más kirchnerismo, o la derrota electoral. Lejos de ser el líder de un movimiento, sino más bien de una facción interna con el poder de la administración y de los recursos, Kirchner se apoyó en el último año en la movilización de Hugo Moyano, de las organizaciones sociales piqueteras, en la presión a intendentes y gobernadores, y en jugar cada carta política a matar o morir. En cada batalla huyó siempre hacia delante. Es un estilo difícil de replicar.
¿Quién será el heredero? Hay pocos partidos más pragmáticos que el peronismo. Sólo este enorme movimiento nacional fue capaz de sobrevivir a su líder originario aun abrazando la liturgia original, aunque mutando las formas y los contenidos: de la batalla interna entre la izquierda y la derecha en los setenta (aún no saldada) al liberalismo de los ´90, y a una suerte de progresismo ideológico apoyado en el “capitalismo de amigos” para sostener el esquema de obra pública y medios favorables, en tiempos del kirchnerismo.
En el entorno de la presidente ya dicen que Cristina no se va a rendir ni a entregarse. Es claro que se trata de una reacción lógica y afectiva, desde la gravedad del momento en que se vive. La pregunta es… ¿Cómo hará la Presidenta para reconstruir la política de alianzas de un gobierno duro con el adversario, implacable con el enemigo, inflexible con los propios? Es claro que el lugar vacío que dejó el ex presidente Kirchner esta mañana provocará una lucha interna fuerte. Será la propia Cristina quien deba hacerse cargo de la conducción política de ese proceso, si no quiere que su gobierno se debilite más aun.
Sólo una vez el peronismo debió atravesar el océano con la muerte de su líder. Y ello ocurrió en 1974 cuando murió Perón. La situación no es la misma. Hay pocos puntos de contacto en ambas historias. Cristina es la presidenta desde hace tres años aunque no ejercita todo poder por sí misma. Habrá que ver cómo transforma ese poder formal, en poder real, y con quiénes. Esa es la clave de los días por venir.
Murió Kirchner. Un hombre de la democracia que merece el respeto de todos, y las condolencias del país para con su familia.
Murió Kirchner. Y es tan fuerte el hecho, que puede cambiar la política argentina.
Murió el líder en el gobierno y está todo casi todo por decirse… La certeza es una sola: es el fin del kirchnerismo.
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