El país está informado sobre la obsesión que tiene el juez kirchnerista porteño Norberto Oyarbide que busca acorralar a Mauricio Macri por “escuchas ilegales”.
Se presenta el caso como repudiable y escandaloso, y el magistrado (funcional al gobierno nacional) no descansa por imputar al jefe del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que contrató expertos para capturar llamadas telefónicas de sus funcionarios y hasta de familiares del clan Macri.
Sería bueno encontrar en Santiago del Estero un fiscal o un juez “tipo Oyarbide” para que ponga al descubierto el aparato de espionaje montado por funcionarios del gobierno de Gerardo Zamora y de socios suyos que hicieron grandes inversiones para espiar (cámaras ocultas de por medio), capturar llamadas telefónicas y violar correos electrónicos de adversarios políticos y de periodistas independientes.
Claro que por Sgo no aparecen esos funcionarios judiciales serios y soberanos. Aquí todos responden a la Casa de Gobierno y aunque conocen de que existen santiagueños espiados, vigilados y con teléfonos de los domicilios y celulares “intervenidos”, miran para otro lado.
¡Y pensar que hacían tanta alharaca con el famoso “D-2” del juarismo! ¿Sabrán los que se sorprendían y denunciaban los seguimientos de los gobiernos del caudillo fallecido, del aparato de espionaje montado por el gobierno, por la policía de “Pichón” Neder y por los socios del zamorismo, y que es extraordinariamente superior a la lacra dejada por Carlos Juárez y sus secuaces?
Políticos opositores y periodistas independientes perseguidos, espiados y escuchados ilegalmente, han comprendido que como en Santiago no hay justicia, habrá que esperar por aquello que supo perpetuar el sabio de José Hernández: “No hay tiempo que no se acabe ni tiento que no se corte”.
Se sabe el nombre de los funcionarios que conducen desde la Casa de Gobierno las escuchas ilegales, y a ellos les caerá (en poco tiempo) todo el peso de la ley por los delitos que vienen cometiendo contra la inviolabilidad domiciliaria (pinchan teléfonos y correos electrónicos de las casas particulares) y demás garantías de la intimidad.
Lo bueno es que ese tiempo de la justicia reparadora va a llegar…
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