Por: José Luis Zavalía
Estando en Buenos Aires, para reunirme con la conducción nacional de la UCR, me entero de que unos días antes había andado Marcelo Lugones. Nuestro pendular político se había entrevistado con el presidente del Partido, Ernesto Sanz. El propósito de su visita había sido echar dudas acerca de la conveniencia de mantenerme como interventor de la UCR. Además de poner en duda, también, nuestra convocatoria electoral.
Fue entonces que les dije a mis correligionarios de la cúpula de la UCR, por décima vez, que yo no tenía ningún inconveniente en someterme a la prueba de una encuesta. Dado que resulta imposible efectuar una interna en Santiago del Estero, por causa de la anomia legal en que mantiene Zamora al Partido. El camino de la encuesta, determinaría con claridad si Lugones o Zavalía tenían más adherentes en nuestra sociedad.
Y en ese caso, les dije a Ernesto Sanz y a Gerardo Morales, si de la encuesta resulta que Lugones tiene más seguidores que yo, no tendré ningún inconveniente en alinearme disciplinadamente detrás del sector de Lugones y acompañarlo para hacer una buena elección. Pero si yo triunfo, Lugones debe hacer lo propio, y encolumnar su fracción política bajo la conducción de Zavalía.
Ahora, después de las elecciones, es muy fácil ver la razón de nuestra postura de hace algunos meses atrás. ¡Qué diferente sería la realidad política de Santiago hoy! Unidos los dos sectores que capitalizamos los votos opositores, estaríamos equilibrando, prácticamente, el poder político de la apenas encubierta tiranía que se le viene imponiendo, desde unos seis años atrás, a nuestra población.
Tácticas maquiavélicas
Menos a Zuleta Puceiro, que es funcional de los poderes de turno, puede encargársele a cualquier empresa seria la encuesta, les dije a Gerardo Morales y Ernesto Sanz. Sin embargo, mi propuesta, aún sostenida con insistencia, que incluso ya me incomodaba, finalmente no prosperó.
No conozco más entretelones. Posiblemente Lugones volvió y al comunicársele lo dicho se negó. Por pudor y falta de tiempo no me ocupé de averiguar esos detalles. Lo cierto es que luego de manifestarme la seguridad de mi predominio entre los militantes de la UCR, el presidente del partido resolvió renovar mi intervención. Que había sido jaqueada por una extemporánea resolución de un juez foráneo. Cuestión que, entre paréntesis, podría haber sido evitada con el sencillo procedimiento de la encuesta certificada.
No se trata de señalar errores ni aventar discusiones. Sino de simplemente analizar la historia para comprender más lúcidamente nuestra realidad.
De hecho, Lugones no hubiera aceptado integrarse en una fórmula con Zavalía, aunque la encuesta se hubiese efectuado. Su propósito era rupturista, quitarle votos a Zavalía y permitir un triunfo al oficialismo. Zamora no estaba para nada seguro de ganar, le debe haber salido bastante caro cooptar a Lugones para esta función.
Rescato de todas estas anécdotas, la confianza depositada en mí por el presidente del partido, Ernesto Sanz. Él estaba seguro de que con el sólo nombre de Zavalía la UCR en Santiago iba a volver a ganar.
Y así hubiera sido. Si "poderoso caballero don Dinero" no hubiese metido su cola. Y con fastos, coerción psicológica, aturdimiento inducido por los medios... y un quinta columna metido entre nuestros verdaderos radicales... la tiranía logró quitarnos una parte sustancial de los apoyos potenciales.
Y algo más preocupante aún: que el 45 por ciento de los empadronados se quedaran en su casa y no vinieran a votar.
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